Política
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El Secretario General del Partido Comunista analiza la situación de Argentina en el marco de la crisis mundial del capitalismo. Entre esta crisis y la profundización de la agresividad del imperialismo en la región, el PC propone aumentar la conflictividad social y trabajar por la unidad del campo popular. “Hay una correlación directa entre la agenda internacional que ensaya el capitalismo en el mundo frente a su crisis y la agenda política del macrismo en nuestro país”, sostiene en esta entrevista Kot y enfatiza que para sacar a Argentina de la crisis no alcanza con ganar las elecciones presidenciales.

 

El capitalismo está en crisis y Estados Unidos se encuentra en una de sus etapas de máxima agresividad en el mundo ¿Cuáles son los rasgos de la coyuntura actual que pueden incidir directamente en América

Latina y Argentina?

 

Creo que hay varias cuestiones a tener en cuenta. La primera es que la crisis mundial del capitalismo y la acción del imperialismo están creando nuevas zonas permanentes de conflictos. En ese marco, América Latina está siendo sometida a los intentos de instaurar un nuevo proyecto de colonización sobre la región. La crisis del capitalismo atraviesa su etapa más peligrosa y en ese contexto, Estados Unidos plantea la necesidad de impedir que “el comunismo se desarrolle de vuelta en el mundo” o “que el socialismo se extienda”. Es lo que dice todos los días Trump, es sobre lo que insiste Bolsonaro cada vez que puede, es lo que advirtió  Soros en el Foro de Davos cuando sentenció que el presidente chino Xi-Ji Ping es el enemigo más peligroso de la humanidad. Como podemos ver, hay una fuerte ofensiva en la que el capitalismo agita de nuevo –producto de su crisis– el fantasma del comunismo. El comunismo está de nuevo en desarrollo, generando políticas agresivas para enfrentar al capitalismo en todo el planeta. 

 

¿Por eso la agresividad contra América Latina?

 

Estados Unidos se ha reconcentrado violentamente en lo que ellos denominan su "patio trasero". América Latina viene sufriendo desde hace algunos años esta reconcentración violenta que el imperialismo ensaya sobre nuestra región. El proyecto de Estados Unidos es un proyecto que enfoca su agresión contra Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia para asegurarse el acceso a los recursos naturales. Pero también, es un proyecto que busca disciplinar y  dominar cualquier idea de independencia política y desarrollo autónomo en la región. El nuevo proyecto que Estados Unidos quiere imponer en América Latina es un proyecto que contempla la destrucción de los Estados nacionales mediante una cantidad muy importante de iniciativas que incluyen agresiones de nuevo tipo, apoyadas en las nuevas tecnologías, lo que augura una época de extrema violencia en nuestro continente, a la que tendremos que enfrentar con la consigna "América Latina territorio de paz". Debemos insistir, y para eso estamos trabajando en proponer la conformación de un gran movimiento que sostenga la propuesta de América Latina como territorio de paz, combatir a fondo las nuevas formas de trabajo esclavo, la mercantilización del conocimiento y la educación. Se debe proyectar un cambio de las estructuras sociales y se debe pensar otra comunicación y otra democracia, participativa, de carácter nacional, popular, anti-capitalista y de integración latinoamericana y caribeña.

 

¿Cuál es la dimensión que tiene para la región la batalla política que se está desarrollando en Venezuela contra el imperialismo?

 

La batalla de Venezuela y del pueblo venezolano es fundamental para el presente y el futuro de América Latina. Allí se juega, en parte, la vigencia y posibilidades del proyecto político-militar de Estados Unidos en su “patio trasero”.  Sabemos que al gobierno de Trump y a la derecha venezolana no les importa ni el pueblo venezolano ni ningún otro pueblo, sino las reservas de oro, coltán y especialmente el petróleo para llevar adelante el saqueo de estos bienes a favor de sus intereses a la vez que levanta el discurso de acabar con el socialismo en la región atacando también a Cuba y Nicaragua.

Los comunistas rechazamos, con nuestra solidaridad activa y militante este avasallamiento al pueblo venezolano y a su presidente Maduro elegido democráticamente en elecciones.

 

¿Hoy la paz vuelve a ser un tema central en continente entonces?

 

La paz es por excelencia una de las consignas de los comunistas a lo largo de la historia. Por eso todo el tema de la agenda antimperialista y de solidaridad está en el centro de la acción política de nuestro Partido y la Fede. En la actualidad, esta agenda se nutre de decenas de actividades que impulsamos de solidaridad con Venezuela, de solidaridad con Cuba y con todos los pueblos del mundo que sufren las agresiones del imperialismo yanqui.

 

¿Cómo se vincula la agenda internacional de Estados Unidos con la realidad política de la Argentina?

 

Hay una correlación directa entre la agenda internacional que ensaya el capitalismo en el mundo frente a sus crisis y la agenda política del macrismo en nuestro país. Las políticas que aplica el gobierno de Macri, son políticas que tienen que ver con la acción del capitalismo en el contexto de su crisis mundial.

La agenda del imperialismo en la región se proyecta a la política nacional a través del gobierno de Mauricio Macri. Este es un gobierno amanuense de las políticas del imperio. Macri es quizás uno de los alumnos más aplicados y obsecuentes de Estados Unidos. Por eso, la agenda antimperialista y de solidaridad de nuestro Partido no es una agenda parcial, sino que es una agenda que se traslada a la política nacional porque el proyecto de Macri es un proyecto que combina las políticas de genuflexión al imperialismo con políticas de ajuste que están a la vista. Una de las consecuencias de estas políticas, que quedó a la vista la semana pasada, es el aumento de la pobreza y la indigencia en todo el país.

 

Y la represión crece…

 

Las políticas de ajuste y entrega del macrismo tienen como correlato un proceso de militarización de la vida de nuestro país. Hay un aumento, sigiloso, en la instalación de bases militares de la Otan y Estados Unidos; hay un intento de disciplinar la protesta social y de naturalizar la existencia de mecanismos de represión múltiples que están vinculados a la aplicación de las nuevas tecnologías.

Estas nuevas tecnologías de represión no resignan los métodos anteriores, pero le incorporan las persecuciones judiciales, la guerra mediática y la acción psicológica. La derecha no escatima esfuerzos para derrotar a su enemigo de clase. Miente, manipula, tergiversa los hechos. Usa todo el arsenal de herramientas disponibles: medios de comunicación masiva, manipulación en el uso de datos y perfiles recolectados por las llamadas redes digitales en manos de grandes megaempresas que los venden al mejor postor, en especial a los Estados; especialistas en imagen y manejo de masas, psicología publicitaria, iglesias fundamentalistas, en una guerra de quinta generación, de redes, dirigida a las percepciones y no al raciocinio de la ciudadanía.

 

 

Y allí se ve la mano de Estados Unidos…

 

Claramente. La creciente militarización que el imperialismo impulsa en la región encuentra un aliado dócil en el gobierno de Macri que ha dispuesto para este año la realización de más de 30 ejercicios militares con fuerzas de otros países, obviamente impulsadas y coordinadas por los EEUU.

Recordemos que el gobierno de Macri buscó utilizar el G20 para reforzar su discurso de “regreso al mundo” y enunciando acuerdos y respaldos para su política de ajuste, entrega, saqueo y represión, como quedó claro con el perfeccionamiento de un aparato represivo dotado de algunos de los más modernos adelantos en la materia y los acuerdos militares con EEUU, como la compra de armas anunciada por Trump, en línea con lo firmado hace unos años con Barak Obama.

 

¿Cómo se enfrentan estás políticas de ajuste y represión?

 

Nuestra política es la de hacer crecer la conflictividad social. Creemos que la conflictividad está en ascenso, pero advertimos y somos conscientes que estas luchas están dispersas. Todavía hay sectores en el campo popular que no han tomado dimensión del nivel de deterioro que atraviesa el país. Por otro lado, tenemos un sector que apuesta a que todo se resuelva en las elecciones de octubre. Al respecto, nosotros tenemos una posición contundente: no hay solución única, acá hay que destruir estas políticas mediante el conflicto social y desde el conflicto social crear los espacios frentistas, amplios y patrióticos que vayan unificando todas estas luchas y construyan una amplia unidad antimacrista para ganar las elecciones. 

 

 

¿Qué le falta a la conflictividad social para poner en jaque realmente al gobierno de Macri?

 

Le falta unidad y programa. Crece la conflictividad social, pero la dispersión de las luchas y la apuesta excesiva a que todo se resuelva en las elecciones de octubre representan un problema para la conformación de un espacio frentista que vaya unificando las luchas a la vez que construye la más amplia unidad para las elecciones.

Si no se logra esta articulación, la alternativa electoral que surja seguirá demostrando la debilidad en la que nace y debemos prepararnos para la posibilidad de que surjan algunas sorpresas desagradables en este sentido.

Por ello tiene una enorme importancia que el camino de la unidad se construya desde las propias bases y con una organización basada en un programa común que nos permita marchar hacia la formación de un Centro Único Coordinador de todas las acciones. Entre los temas cruciales en este trabajo pasa por enfrentar los avances del gobierno contra los derechos laborales, por imponer de hecho la flexibilización laboral y desarticular la organización sindical impulsando los sindicatos por empresa y los avances contra el sistema jubilatorio.

 

¿Entonces la estrategia de lucha va más allá de las elecciones?

 

Definitivamente y para saberlo alcanza con leer los pasos que prepara el gobierno. El gobierno de  acuerdo con las directivas del FMI  y de las cámaras empresariales  pretende avanzar sobre dos ejes que consideran fundamentales a fin de asegurar “el desarrollo económico, las inversiones y la apertura al mundo desarrollado”. Esos ejes, que garantizarían el tan mentado “desarrollo”  bajando  “costos”,  asegurarían la competitividad, todo en beneficio no del país sino del capital financiero altamente concentrado. Se trata ni más ni menos que de la reforma laboral y la liquidación del sistema estatal de jubilaciones y seguridad social.

Nunca vimos una coherencia mayor entre la clase dominante, el gran empresariado y sus aliados, que luchan a diario por sus intereses, destruir el trabajo, desmantelar la voluntad de lucha del pueblo organizado, lo cual contagia a importantes sectores del campo popular, sin detener sus empeños por ajustarse al calendario electoral.