Política
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Edificios más altos, departamentos más chicos. Un nuevo Código Urbano diseñado a medida de las inmobiliarias y las cámaras de la construcción en la ciudad donde más de doscientas mil personas tienen problemas de hábitat.

Con el nuevo Código de Planeamiento Urbano y Edificación que aprobó la Legislatura porteña el macrismo se prepara para profundizar, drásticamente, el modelo de ciudad-empresa que viene imponiendo y desarrollando -con éxito para las inmobiliarias y constructoras- en la Ciudad de Buenos Aires.

La nueva reglamentación votada por la Legislatura, permite la construcción de viviendas cada vez más pequeñas y autoriza a que en zonas determinadas de la Ciudad se iguale hacia arriba la altura de las construcciones, favoreciendo así a los empresarios de la construcción.

El nuevo Código establece que en la Ciudad, ahora para los monoambientes, la medida mínima será de 18 metros cuadrados, cuando antes era de 28. Por su parte, los consorcios ya no deberán disponer de una vivienda para los encargados de edificios, sino de un vestuario. Además, se reduce el tamaño de los baños y los sanitarios en shoppings, comercios y universidades y ya no será obligatoria la distinción por género.

El Código impulsado por el macrismo, encaja a la perfección en el marco del modelo económico y social que la derecha impone en el país desde diciembre de 2015. En realidad, es coherente con el modelo de Ciudad que Mauricio Macri inició como jefe de Gobierno y que ahora, Horacio Rodríguez Larreta, continúa y perfecciona.

Nada es azaroso. Apenas comenzado el plan de ajuste impulsado por el gobierno nacional, los medios de comunicación del establishment comenzaron a publicar notas que intentaban dar cuenta de las “nuevas tendencias” entre los porteños, entre ellas, las de vivir en monoambientes o compartir alquileres con amigos y hasta desconocidos.

Sin embargo, lo que era presentado bajo el eufemismo de “nuevas tendencias” no eran más que las consecuencias directas del ajuste que el gobierno nacional descarga contra los trabajadores y la denominada clase media.

 

Cosas del mercado

 

La inflación y la dinámica propia del mercado inmobiliario, repercutieron directamente en un encarecimiento acelerado de los precios de los alquileres sin parangón en la últimas décadas. Eso, sumado a los incrementos de los servicios públicos, erosionó sensiblemente el poder adquisitivo de los trabajadores en el país y la Ciudad.

Una decena de notas publicadas durante el último año y medio en NP diario de noticias, dan cuenta de este fenómeno. En Argentina, el déficit habitacional alcanza a más de tres millones y medio de personas; en la Ciudad de Buenos Aires, los problemas de hábitat alcanzan a más de doscientas mil personas.

Además, según datos de la Defensoría del Pueblo, el cuarenta por ciento de los porteños son inquilinos, el once por ciento vive bajo condiciones de hacinamiento.

El modelo de ciudad PRO, no sólo configura un espacio público a disposición de los negocios de los empresarios inmobiliarios y de la construcción, sino que además profundiza -como era de esperar- la desigualdad histórica entre el sur y el norte de la ciudad.

En la zona sur, más del veinte por ciento de la población vive hacinada, casi el doble del promedio en el resto de Buenos Aires.

Ante este escenario de crisis habitacional en la Ciudad, Larreta logró sancionar un nuevo Código que propone mayor hacinamiento, aceleramiento del proceso de gentrificación de los barrios porteños -el caso de Once y Barracas son paradigmáticos de la gestión macrista- y cuantiosas ganancias para el sector inmobiliario.

El nuevo Código es una normativa diseñada a medida del mercado, ya que aumenta drásticamente la capacidad constructiva de la Ciudad y reduce los estándares habitacionales al permitir la construcción de viviendas de menor tamaño.

Así las cosas, los desarrolladores aumentarán sus ganancias, al tiempo que en el marco del proceso de gentrificación, los alquileres seguirán aumentando cada vez más. De esta manera, los habitantes de las zonas afectadas se ven obligados a abandonar sus barrios por el encarecimiento del nivel de vida.