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Jue, Abr
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Sindical
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También en esta provincia, las industrias alimenticia y automotriz están pasando por uno de los peores momentos de la historia. Por el desempleo, la pobreza ya es de un cuarenta por ciento.

La crisis provocada por las políticas de Cambiemos en las industrias alimenticia y automotriz, también impacta en Tucumán. En este caso, Arcor, una empresa alimenticia líder del mundo, decidió adelantar vacaciones para todo el personal de la planta que posee en esta provincia, por lo que se teme que el próximo paso sean los despidos.

La firma decidió este receso por  dos semanas, como consecuencia de la caída del consumo y la consecuente acumulación de stock.

La contracción del consumo interno es una de las claves para comprender esta determinación. En toda su historia, Arcor tuvo sólo tres balances negativos, uno en 2002 y el más inmediato en 2018.

La medida afecta a los 750 operarios que la firma tiene en la provincia y es similar a la adoptada por la firma en las plantas que posee en Colonia Caroya, Villa Mercedes y Salto.

Por su parte, las cosas no van mucho mejor en la planta de Scania, ubicada en la localidad de Colombres, Tucumán, donde la patronal decidió cerrar la planta un día por semana, lo que se suma al adelantamiento del período vacacional.

Mientras la fábrica está cerrada, los obreros van a cobrar sólo el 75 por ciento de sus haberes, suma que será no remunerativa.

Al respecto, desde el Partido Comunista de Tucumán, Héctor Manfredo, denunció que “la situación económica de la provincia está muy delicada y los índices de pobreza han aumentado producto del desempleo”.

Y, sobre la crisis que está atravesando Arcor, dejó en claro que “el conflicto sigue vigente con movilizaciones y protestas”.

Tras lo que recalcó que “esto se condice con la situación de las demás empresas multinacionales en todo el país” ya que, “cuando se agudiza el proceso de concentración, reducen el personal cierran la planta o la trasladan a partes donde les salga menos producir”.

En esta línea, se refirió a los ingenios azucareros, uno de los motores económicos de la provincia. “Están prácticamente quebrados y adeudan muchísima plata a sus trabajadores”, advirtió Manfredo.

Así las cosas, “la situación llevó a que las ollas populares empiecen a ser algo constante”, lamentó y apuntó contra la Secretaria de Trabajo de la provincia que “en las audiencias de conciliación debería presionar a los empresarios para que paguen lo que tengan que pagar y no lo hace”.

De ahí que “los debemos seguir estando al frente de los conflictos” ya que “no puede haber paz social con la situación terrible que pasan los trabajadores”.

Y, en este sentido, reflexionó de cara al momento posterior a la elecciones. “Macri ya está casi afuera, pero si no se hace una modificación estructural en la economía cobrándoles a la grandes empresas y a los Barones de la Soja los impuestos que deberían pagar, los problemas se van a ir agudizando”.

 

La Rioja

 

Por su parte, cuarenta operarios sobre un plantel de sesenta, fueron despedidos de la fábrica que la textil Colorit posee en la localidad riojana de Chamical y, además, la empresa pidió a la Secretaría de Trabajo reducción horaria de la jornada laboral.

Colorit está dedicada a la elaboración de ropa interior masculina y, desde hace tres años, comenzó a tener problemas como consecuencia de la retracción del mercado interno, ya que sólo vende el cuarenta por ciento de lo que produce.

La crisis del sector textil se profundizó desde diciembre de 2015. Así lo reconoce la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria que lo atribuye a la caída del poder adquisitivo que contrae la venta minorista de indumentaria, sumado a los costos financieros que ocasionan dificultad a este sector de fuerte presencia pyme.

Así las cosas, la caída parece no tener fin: en agosto las ventas minoristas de indumentaria siguieron retrocediendo, esta vez, 17,6 por ciento, según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa.

Los datos son lapidarios: desde que se instaló la Presidencia Macri, este sector perdió 36 mil empleos, lo que quiere decir que se achicó un treinta por ciento en cuatro años, al tiempo que fomentada por las políticas gubernamentales, la importación de ropa creció de diez a 23 toneladas. Lejos de cumplir con la Profecía Cambiemos, esto no contribuyó a bajar los precios que, lejos de eso, siguieron elevándose lo que contribuyó a la destrucción del comercio minorista y la inflación. Y esto no es todo. La capacidad ociosa de la industria textil sigue creciendo y ya se coloca en el orden del 49 por ciento.