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Vie, Abr
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Romina Álvarez y Carlos Arrue, miembros del Comité Central del PC de Chile, dialogaron con NP y dejaron en claro que “el pueblo chileno se está planteando la refundación del país”.

Toda Latinoamérica tiene la mirada puesta en la crisis política y económica que atraviesa Chile, que ya dejó el saldo de más de veinte muertos, producto de la violencia estatal que desató el gobierno de Sebastián Piñera, que sólo encuentra antecedentes en la dictadura que encabezó Augusto Pinochet.

El detonante: la suba del boleto del metro a setenta pesos. La razón: la aplicación de la recetas económicas neoliberales durante más de cuarenta años profundizaron la desigualdad. La consecuencia: un pueblo que se manifiesta para exigir que esto cambie.

Todo esto, en un contexto en el que el estado de movilización que atraviesa Chile, más la reacción popular que no hace mucho tuvo lugar en Ecuador, se presentan como un capítulo más de lucha contra una de las facetas más duras del capitalismo en América Latina.

Así las cosas, para Carlos Arrue, miembro del CC del PC de Chile, lo que viene para el pueblo trasandino es “plantearse la refundación del país, no una mejora cosmética, sino empezar de cero, porque es insostenible el pacto sobre el que está constituido el país que es la Constitución de Pinochet”.

Las imágenes de las últimas movilizaciones son impactantes. Cuadras y cuadras colmadas de ciudadanos chilenos, que se plantan contra el gobierno de Piñera. Por eso, Arrue no duda cuando indica que “el chileno recuperó su dignidad tras años de soportar injusticia y abusos”, por lo que remarcó que el estallido social significa “volver al sentido que señala que la autoridad no me puede pasar por encima y, por eso, la gente no ha dejado de  salir a la calle, pese a la represión”.

 

La violencia del Estado chileno no solo se vio durante estos días con uniformados reprimiendo en las calles. También se verifica en las consecuencias de un esquema de poder que niega a las grandes mayorías el acceso a sistemas público, gratuito y universal de Salud y Educación.

 

Chile fue la prueba piloto de la aplicación del neoliberalismo en la región, desde el mismo momento en que la dictadura encabezada por Pinochet compró las recetas de la Escuela de Chicago y Milton Friedman.

“En Chile existen altos niveles de violencia desde el Estado y, por eso, los chilenos no solamente estamos reclamando por las condiciones básicas de salud, educación y vivienda, sino que cuestionamos este modelo que hemos conocido durante décadas”, reflexionó Romina Álvarez y, sin dudarlo, destacó que “por eso, la crisis política”.

También criticó con dureza la cobertura que los medios de información de ese país hacen sobre la represión en curso y los identificó como “cómplices de los gobiernos, ya que venden que Chile es un modelo a seguir”.

“Los medios le han dado una cobertura desigual a las manifestaciones más pacíficas respecto de los hechos de mayor connotación de violencia”, sostuvo Álvarez.

Siguiendo esta línea, explicó que “hubo una manifestaciones más radicalizadas porque hay quienes apuntan contra ciertas instituciones que son simbólicas de poder como la banca y grandes cadenas de comercio que son de los grupos económicos más fuertes que actúan en Chile” que, además, “han sido corruptas en cuanto a su articulación con el gobierno a la hora de subir los precios”.

El  Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile (Indh) detectó mil 574 heridos en hospitales en los 16 días de protestas y cuatro mil 316 personas detenidas, unas 120 más el viernes. Asimismo, suman 179 las acciones judiciales por torturas, tratos inhumanos degradantes,  menores y violencia sexual, perpetrados por militares y carabineros.

Todos estos datos son terribles, pero se actualizan cada día.

 

Profundizar las demandas 

 

Desde hace tres semanas Chile está atravesado por un permanente estado de movilización que, más allá del desenlace inmediato, marca un camino hacia adentro de sus fronteras, pero también para la región.

“A raíz de las movilizaciones, se abre una puerta importante para poder impulsar reformar la Constitución y poder profundizar las demandas de los pueblos en Chile y a la región”, recalcó Álvarez mientras que Arrue trazó un correlato entre la movilización chilena y los resultados de Bolivia y Argentina.

Y fue contundente cuando dijo que “estos hechos fueron golpes duros para el neoliberalismo en el continente”.

¿Pero cómo seguirá desarrollándose el conflicto en Chile? “Este estallido social se tiene que traducir en un código político que encauce lo que está demandando el pueblo” destacó Álvarez y con claridad señaló que “la gente espera refundar el Estado en Chile, porque el modelo hizo agua por todos lados”.

Al cierre de esta edición, una multitudinaria movilización convocada por organizaciones sociales y sindicales se dirigió hacia la sede del Parlamento para impedir que se aprueben las propuestas que “profundizan el modelo neoliberal”, además de denunciar que siguen las violaciones a los derechos humanos y reclamar por una Asamblea Constituyente. Otra vez, los asistentes fueron brutalmente reprimidos.

“Debemos cambiar la constitución y, desde ahí, apostar a la integración latinoamericana”, señaló  Álvarez, pero advirtió que el poder real que sostiene al gobierno “va a recurrir a cualquier cosa para resguardar el orden pinochetista”, por lo que “debemos asumir la unidad para la refundación del país y esto tiene que ser un camino irreversible”.

De ahí que –coincidieron- los comunistas, “debamos seguir militando por la integración de los pueblos de América Latina sin perder la inserción en el movimiento social, en las organizaciones, juntas de vecinos, sindicatos, centros culturales y en todos los lugares donde esté el pueblo”.