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¿Qué escenario se abre en Venezuela tras los comicios parlamentarios de ayer? ¿Existe sólo un camino?

Tras cinco años, el oficialismo recobró el control de la Asamblea Nacional de Venezuela (AN), merced al triunfo conseguido ayer por el Gran Polo Patriótico que, según datos del Consejo Nacional Electoral, se quedó con el 67,6 por ciento de los votos, en una elección que tuvo una baja participación, ya que de acuerdo a la misma fuente, concurrió a votar el 31 por ciento de las personas habilitadas.

De todos modos, anoche se festejó en el Palacio de Miraflores “Aquí estamos ratificados y recontra ratificados por el amor, el voto y la pasión de un pueblo”, recalcó Nicolás Maduro, al aludir al planteo que hizo días atrás, cuando señaló que renunciaría a la Presidencia si la oposición se imponía en las parlamentarias.

Desde la otra vereda, Juan Guaidó dijo que “el fraude ha sido consumado”, pero sus palabras sonaron mucho a despecho, ya que su posición quedó bastante debilitada a la luz del resultado electoral. Y no sólo por eso.

Es que desde que se hizo con la AN, en las elecciones de 2015, la derecha que actúa en Venezuela fue incapaz de articular un proyecto que vaya más allá del recurrente intento de destituir a Maduro. De la mano de Henry Ramos Allup y el auto proclamado “presidente encargado”, la AN se alejó de su papel legislativo para focalizarse en la tarea de erosionar al gobierno, fomentar el golpe de Estado, la actividad de bandas terroristas y el bloqueo criminal que aporta a destruir el sistema productivo e impacta de una forma terrible en el pueblo, pero también patrocinó planes de invasión del territorio venezolano.

Todo esto para auspiciar una agenda que tiene como objetivo casi excluyente, la entrega del petróleo de Venezuela a multinacionales, principalmente para aquellas de origen estadounidense.

Y aquí vale aclara que nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de EE.UU. y la gusanera que actúa en ese país, pero también de la Unión Europea (UE).

Para recalcar su postura, esta vez la UE desechó la posibilidad de enviar veedores a los comicios, como para preparar el terreno para su profecía autorrealizada: hoy, muy temprano, el alto representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, se apresuraba a señalar que ese bloque no considera que las elecciones hayan reunido “condiciones democráticas mínimas”.

Pero lo cierto es que esta fue la vigésimo quinta elección que, con más o menos dificultades, Venezuela lleva a cabo en las últimas dos décadas. Al parecer, la preocupación europea por las “condiciones democráticas mínimas”, sólo alcanza a formaciones estatales como Venezuela, pero deja afuera a otras como EE.UU. donde a más de un mes de los comicios, el propio presidente en ejercicio sigue denunciando que el 3 de noviembre hubo fraude.

Pero tampoco a que pasa en Polonia –miembro de la UE-, donde la Fiscalía General y el ministro de Justicia, Zbigniew Ziobro, acaban de solicitar que el Tribunal Constitucional ilegalice al Partido Comunista.

Así las cosas, a riesgo de que parezca muy esquemática, la mirada inicial sobre el resultado de ayer en Venezuela, señala que lo más execrable de la oposición de derecha recibió –al menos- un cachetazo.

También muestra a un gobierno que parece decidido a alinearse con la alternativa propuesta, entre otros, por el ex presidente del Gobierno de España José Luis Rodríguez Zapatero, a la que adhieren integrantes del Grupo de Puebla.

Esta postura puede resumirse en la idea de que el gobierno debe resignar espacios de decisión, para abrirlos a la oposición del bloque de centro-derecha hacia la derecha “moderada”. Y, fundamentalmente, que abra –todavía más- la llave de la economía al capital privado.

La otra postura es la que encarna el Partido Comunista de Venezuela (PCV), que aporta a la construcción de la Alternativa Popular Revolucionaria (APR), cuando advierte sobre el viraje de la política gubernamental, hacia una mirada “liberal-reformista en beneficio del capital”.

Por lo que reivindica su posición crítica y su voluntad de avanzar en la construcción de APR, como espacio de referencia estratégica de lucha, capaz de reagrupar a las corrientes revolucionarias obreras, campesinas y comuneras, así como a expresiones culturales y núcleos populares de base chavistas, frente a lo que caracteriza como la “agudización de la crisis del capitalismo dependiente y rentista venezolano y la agresión imperialista”.