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Los demócratas ganaron el Congreso pero perdieron el Senado, mientras que la mayoría de los gobernadores demócratas y republicanos reeligieron, en un marco donde en varios estados hubo cuestionamientos a la forma de voto.

Los gobernadores lograron renovar sus mandatos -o los retuvieron sus partidos- en comicios simultáneos a los presidenciales, con excepción del mandatario de Montana, demócrata, que perdió la oportunidad de ser reelecto a manos de su adversario republicano, según los resultados finales.
Aunque el foco estuvo puesto en las elecciones presidenciales, la importancia de las elecciones de los gobernadores radica en las amplias competencias que se desarrollan y en la influencia para definir políticas que afecten directamente al debate político a nivel federal.
Los gobernadores pueden nombrar a senadores cuando un escaño queda vacante, lo que puede hacer variar la configuración del Senado, una cámara legislativa con amplio poder a nivel federal.
Entre los demócratas que han conseguido la reelección figuran John Carney en Delaware, con un 84,4 por ciento de los apoyos; Roy Cooper en Carolina del Norte, con un 51,5 por ciento, y Jay Inslee en Washington, con el 59,3 por ciento de los votos.
Entre los gobernadores republicanos que han logrado ser reelegidos están Eric Holcomb en Indiana, con el 61,8 por ciento de las papeletas; Mike Parson en Misuri, con el 57,2 por ciento; Chris Sununu en New Hampshire, con el 64,6 por ciento de los votos; Doug Burgum en Dakota del Norte, Con un 65,8 por ciento de apoyos; Jim Justice en Virginia Occidental, con el 64,8 por ciento; y Phil Scott en Vermont, con el 68,8 por ciento de las papeletas.
El caso de Scott es significativo porque el martes contó a la prensa estadounidense que votó por el candidato demócrata en las elecciones presidenciales, Joe Biden.
En Utah, el candidato republicano Spencer Cox se ha hecho con la victoria con el 63,7 por ciento de las papeletas, después de que el gobernador anterior, el también republicano Gary Herbert, decidiera no presentarse a la reelección.
Estos aspirantes a la jefatura de las 11 gubernaturas en juego, lidian además con la grave crisis sanitaria del país debido a la pandemia de la Covid-19, que ocasionó la muerte a unos 236 mil 470 personas y provocó más de nueve millones 473 mil 910 contagios, según el portal digital Worldometer.
En este caso, sobre los hombros de los candidatos republicanos pesan las críticas que amplios sectores de la ciencia y la sociedad norteamericana en general echan en cara al presidente Trump como máximo responsable del desastre sanitario y económico ocasionado por la Covid-19.
Según el pronóstico del portal digital FiveThirtyEight, los demócratas tienen a nivel del país un 72 por ciento de posibilidades de lograr el control total de las tres ramas del gobierno federal, es decir, de la presidencia, el Senado y la Cámara, pero las elecciones de 2020 también podrían marcar el comienzo de una serie de nuevas situaciones similares a nivel estatal.
El dominio por parte de un solo partido de la oficina del gobernador, el Senado y la Cámara de un territorio, a lo que expertos denominan trifecta, puede permitir que esa agrupación política lleve adelante su agenda sin trabas, como demostraron los demócratas tras las elecciones intermedias de 2018.
Comparado con la cantidad de población, aproximadamente el 40 por ciento de los estadounidenses viven en estados bajo control completo del GOP; mientras 37 por ciento residen en territorios en los que los demócratas poseen esa misma ventaja, de acuerdo con datos recientes de la Asociación Nacional de la Conferencia de Legislaturas Estaduales y Gobernadores.

Demócratas en el Congreso

La oposición demócrata ya se aseguró conservar el control de la Cámara baja del Congreso, y hasta ampliar su mayoría, mientras que por ahora está lejos de ganar el Senado.
Estoy muy orgullosa de poder decir que esta noche -relativamente temprano- que conservamos la Cámara", dijo la demócrata y presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que se impuso en la contienda electoral por el Distrito 12 de San Francisco, mantuvo su escaño y continuará como líder de este hemiciclo de 435 escaños dos años más.
La popular representante del ala izquierda del Partido Demócrata, Alexandria Ocasio-Cortez, de 31 años, en tanto, fue reelecta cómodamente en Nueva York y confirmó su escaño después de dos años en los que marcó con fuerza la actualidad con sus intervenciones en el Congreso y también con su manejo de las redes sociales.
Durante los últimos dos años, el oficialismo republicano tuvo una mayoría de 53-47 en el Senado y este martes se pusieron en juego 35 bancas, 23 en manos de ellos y 12, de los demócratas.
Catorce bancas fueron proyectas por los principales medios de comunicación y casi todas ellas las ganó el candidato a la reelección, incluso el titular de la bancada oficialista, Mitch McConnell.
Con más del 55 por ciento, el principal negociador de Donald Trump en el Congreso retuvo su banca, tras enfrentar a la demócrata Amy McGrath.
Otro crucial aliado de Trump que ganó la reelección fue el senador de Carolina del Sur Lindsey Graham, el actual titular de la Comisión de Justicia que hizo posible uno de los mayores legados del mandatario: la confirmación de más de 200 jueces, entre ellos tres en la Corte Suprema.
Las únicas dos bancas que cambiaron de color político en el Senado por ahora fueron la de Colorado y Alabama. En la primera, el candidato demócrata John Hickenlooper le ganó al senador republicano Cory Gardner; mientras que en la segunda, el republicano Tommy Tuberville derrotó al senador demócrata Doug Jones.

¿Qué se aprobó en cada estado?

Los votantes en Luisiana aprobaron una medida que afirma que no hay un derecho constitucional en el estado al aborto, algo que pudiera tener especial importancia si la Corte Suprema anula la decisión que autoriza el aborto nacionalmente.
En Colorado, en contraste, los votantes derrotaron una propuesta para prohibir los abortos después de 22 semanas a menos que la vida de la mujer embarazada esté en peligro. Propuestas similares fracasaron en el estado en 2008, 2010 y 2014.
Por otra parte, varios estados tuvieron en las boletas propuestas sobre derecho al voto. En Virginia, los votantes aprobaron una enmienda constitucional que retira el poder de los miembros de la legislatura, bajo control demócrata, para trazar distritos electorales a su favor sobre la base del censo.
En lugar de ello, el estado creará una comisión bipartidista de legisladores y ciudadanos para desarrollar un plan de trazado de distritos que la legislatura puede aprobar o rechazar, pero no cambiar.
Virginia es el sexto estado en las dos últimas elecciones generales en aprobar medidas diseñadas para prevenir la manipulación de las circunscripciones electorales por políticos para beneficiarse a sí mismos o a sus partidos.
En Missouri, una propuesta colocada en las boletas por la legislatura controlada por los republicanos para revocar un modelo único nacionalmente que habría usado a un demógrafo no partidista para trazar los distritos electorales para conseguir “justicia partidista” y “competitividad”. La medida devuelve esas tareas a comisiones bipartidistas y mueve los términos “justicia partidista” y “competitividad” al final de la lista.
A su vez, Florida aprobó para aumentar gradualmente el salario mínimo a 15 dólares por hora para el año 2026. La medida coloca a Florida junto con al menos otros siete estados — California, Connecticut, Illinois, Maryland, Massachusetts, Nueva Jersey y Nueva York— y Washington, D.C., que ya han implementado medidas para elevar gradualmente el salario mínimo a 15 dólares por hora.
Hubo propuestas fiscales en la boleta electoral en más de una docena de estados. Se aprobaron aumentos de los impuestos al tabaco en Colorado y Oregón. Los votantes de Colorado también aprobaron un ligero recorte de impuestos sobre la renta.
En California, Uber, Lyft y otros servicios de transporte y entrega basados en aplicaciones prevalecieron en su costosa lucha por mantener a los conductores clasificados como contratistas independientes.
La iniciativa electoral enfrentó a las potencias de la llamada economía colaborativa, incluidos DoorDash, Postmates e Instacart, contra los sindicatos. Fue la medida electoral de California más cara de la historia: se gastaron más de 220 millones de dólares, la mayoría por parte de las compañías que funcionan a través de apps.
La medida crea una exención a una ley estatal que hubiera hecho que los conductores fueran elegibles para los beneficios que conlleva ser empleados de la empresa. Uber y Lyft, con sede en San Francisco, habían amenazado con retirarse de California si perdían.