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El Tribunal Oral de Santa Fe sentenció a siete años de prisión a Julio Adelaido Ramos. “Su historia habla sobre una cultura política que sigue vigente en momentos en que vemos el avance de la derecha, que viene con la peor de su propia mugre” sostuvo el titular del PC de Rosario.

“Este caso es un claro exponente de un sector que todavía defiende a la dictadura cívico-militar”, advirtió el titular del Partido Comunista de Rosario, Norberto Champa Galiotti, al referirse a la decisión del Tribunal Oral de Santa Fe (TOF) de condenar a siete años de prisión al ex agente secreto del Ejército, Julio Adelaido Ramos, quien después de 1983 se recicló como diputado provincial en Santa Fe, banca a la que accedió por el Partido Justicialista.

El TOF santafecino, encontró a Ramos penalmente responsable por la “privación ilegítima de la libertad agravada” y “tormentos agravados” que fueron perpetrados contra su ex compañero de militancia en la Juventud Peronista (JP), Luis Felipe Solé, quien durante 1977 lo reconoció en un centro clandestino de detención.

“Lo de Ramos”, reflexionó Galiotti, “es una más de las tantas historias de un tema que no esta saldado y de la que siguen vivos varios de sus protagonistas, como este energúmeno”. Tras lo que señaló que “Ramos es un traidor a quienes eran sus propios compañeros, pero su historia habla también sobre una cultura política que sigue vigente en momentos en que vemos el avance de la derecha que viene con la peor de su propia mugre”. Y, en este sentido, añadió que “el avance del fascismo es un componente esencial de la violencia que ejerce el capitalismo cuando busca derrotar a quienes proponen formas populares y, más aún, si se trata de formas revolucionarias”.

Asimismo, Galiotti, señaló lo hecho por Ramos como un caso testigo que habla sobre la actitud que tuvieron determinados sectores políticos durante la última dictadura. “Esto hay que señalarlo, sobre todo, ante las recientes e infames declaraciones públicas que hizo Luis Moreno Ocampo sobre el papel del PC respecto a la dictadura”, sostuvo y sin dudarlo indicó “lo de Ramos habla de un caso concreto de un sector político que colaboró verdaderamente con el la dictadura, de un personaje que fue agente de la Inteligencia del Ejército y que torturaba a sus propios ex compañeros de la JP”.

Pero también hubo otros sectores que aportaron abiertamente al esquema instalado tras el golpe de Estado de 1976. “Son muchos dentro del radicalismo y ni que hablar de los componentes del PRO que son la continuidad histórica de la derecha que antes intentó reciclarse con Álvaro Alsogaray”, pero también mencionó al Partido Socialista y al Partido Demócrata Progresista que “aportaron a algunos de sus principales dirigentes como embajadores que iban por el mundo a decir que ‘los argentinos somos derechos y humanos’”.

Y, al respecto, concluyó que en todos esos casos, se trata de espacios políticos que se paran desde una mirada que entiende que es posible la conciliación de clases. “Uno de los problemas que tienen es que creen en la conciliación de clases entre sectores que son absolutamente irreconciliables”, señaló y aseveró que “los problemas de fondo y estructurales en Argentina no se resuelven con conciliación, sino enfatizando la lucha de clases”, ya que “hacerlo permite reconocer claramente quienes son los verdaderos enemigos de los procesos populares con los que no hay que conciliar ni acordar nada y a los que hay que enfrentar permanentemente”.