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Vie, Abr
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Política
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Mañana se comienza a vacunar en Argentina con la Sputnik V. La desarrollada por el Instituto Finlay de Cuba pasó a Fase II. ¡Piedra libre para Larry Fink!

La vacuna Soberana 02 va a estar disponible durante el semestre inicial de 2021, según se desprende de lo anunciado por el Instituto Finlay que desarrolla este medicamento en su planta ubicada en las afueras de La Habana, desde donde se recalcó que esto va a evitar que Cuba tenga “limitaciones de acceso a las vacunas que se verán en el mundo durante 2021”.
La Soberana 02 es una de las tres vacunas para combatir el Covid-19 en que trabaja Cuba, pero asimismo es la primera en avanzar a la Fase II entre las desarrolladas en América Latina.
Cabe recordar que existen 47 vacunas registradas a nivel mundial, dos de ellas cubanas, de acuerdo a la lista informativa de medicamentos, que publica la Organización Mundial de la Salud.
En este contexto y con una pandemia que sigue golpeando duro, es imposible de ocultar la actitud agresiva de las multinacionales farmacéuticas para acaparar patentes de la vacuna contra el Covid-19.
Pero también la que tienen a la hora de presionar para acaparar lo que -para estas corporaciones- es un mercado de 7.500 millones de personas que, cada año, deberán vacunarse contra un virus que vino para quedarse.
Así las cosas, las multinacionales farmacéuticas luchan por imponer sus productos en la actual coyuntura, pero también para asegurar su preeminencia durante los próximos años.
Mientras la Unión Europea y EE.UU. se alinean junto a estas multinacionales, ya se escuchan voces como la del gobierno de India que, desde la periferia del sistema capitalista reclaman poder producir la vacuna contra el Covid-19 sin patentes.
Lo paradójico de todo esto es que el motor que permitió el desarrollo de las vacunas en tiempo récord, no fueron las multinacionales, sino los estados que para ello se valieron de dinero público.
En esto poco hay de nuevo. Desde hace muchos años, la propiedad de las patentes es una forma que las multinacionales utilizan para presionar e interferir en decisiones soberanas, sobre todo, de formaciones estatales de la periferia capitalista. Pero también para maximizar su tasa de rentabilidad, mientras ponen en peligro sanitario a gran parte de la humanidad.

Intereses

De forma obscena, los principales conglomerados massmediáticos globales apadrinan a las vacunas de laboratorios multinacionales de origen estadounidense como las de Pfizer y BioNtech, Moderna, Johnson & Johnson y Novavax, mientras que maltratan a otras como las desarrolladas en la República Popular China, la Sputnik V y la Soberana 02.
De esto va lo que pasa en estos días en Argentina, donde el lobby en contra de la Sputnik V, refleja intereses geopolíticos globales, mezquindades corporativas locales y un interés concreto por favorecer a la vacuna desarrollada por Pfizer y BioNTech.
Todo cierra en esta historia. Entre los accionistas de Pfizer aparece BlackRock, que es uno de los principales fondos de inversión acreedores de la deuda Argentina, que creció desorbitadamente durante el Gobierno Cambiemos.
Durante esos años también se fortaleció la relación entre el CEO de BlackRock, Laurence Fink, y Mauricio Macri, quien como presidente del país lo recibió en dos oportunidades.
Apropiarse de fondos de pensión es una de las obsesiones que tiene este fondo de inversión, que declara ser copropietario de 17 mil empresas en todo el mundo y gestiona activos por más de seis billones de dólares.
Para que algo así pueda suceder en Argentina, antes debería llevarse a cabo una reforma regresiva del sistema previsional, algo que necesariamente tendría que ir asociado a otra del sistema que rige las relaciones laborales.
Con estos datos sobre la mesa, es más fácil comprender por qué tanta vehemencia a la hora de hacer lobby en favor de la vacuna de Pfizer, por parte de actores de la derecha con representación política y sectores corporativos, principalmente los conglomerados massmediáticos que actúan en el país.
Es que el capitalismo transforma todo en mercancía, principalmente a las personas, por lo que su salud no escapa a esta lógica. La cosa es clara: la vacuna es un producto que define vida o muerte, pero también va a marcar el ritmo y el momento en que las economías de cada formación estatal va a salir de los condicionamientos que impuso la pandemia.
Esto tiene un impacto profundo, por eso puede ser letal que la producción de la vacuna quede en pocas manos de multinacionales. Es que el problema excede lo sanitario y ya se convirtió en una cuestión donde se juegan cartas fuertes en lo geopolítico, geoestratégico y geoeconómico.