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Vie, Abr
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Política
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Alberto Fernández va a entrevistarse con Vladímir Putin y Xi Jiping. En Moscú y Beijín, lo espera una agenda bilateral que abre importantes posibilidades para Argentina en lo coyuntural, táctico y estratégico.

Seguramente miente o especula con bastante ligereza, alguien que asegure que hay una relación directa entre la elección de la fecha de la gira que Alberto Fernández comienza la semana que viene y el momento de tensa negociación que, en simultáneo, el gobierno que encabeza lleva a cabo con el FMI. Pero es verdad que esa gira oficial no pudo llegar en mejor momento.

El recorrido que comienza con la vista a Barbados, donde como titular de la Celac, Fernández se va a entrevistar con la premier, Mia Mottley. Pero el plato fuerte empieza después, con las vistas a Moscú y Beijín donde el Presidente se va a reunir con Vladímir Putin y Xi Jiping, respectivamente.

Esta parte del periplo tiene componentes simbólicos y concretos muy fuertes: Fernández va a estar en Rusia, en momentos en que ese país resiste uno de los picos más elevados del terrible pustch que EE.UU. perpetra sobre sus fronteras con el ariete de la Otan y, más tarde, asistirá a la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Invierno que son boicoteados por un movimiento que lidera Washington.

Pero también, en ambas capitales, se le va a poner la firma a acuerdos bilaterales que implican importante inversión para Argentina y la puesta en marcha de un paquete fuerte de obra pública, cosas que La Rosada espera que se traduzcan rápidamente en puestos de trabajo que aporten a la reactivación del mercado interno, pero también en la llegada de divisas.

Nada de esto debe pasar desapercibido, ya que cada acuerdo que se firme es aire fresco para la coyuntura que atraviesa Argentina, acorralada entre la sangría que implica la deuda que dejó la Presidencia Macri y el esfuerzo fiscal que provocó la atención de los desafíos que impone la pandemia.

La República Popular China (RPCh) es el segundo socio comercial de Argentina y entre ambos países rige, todavía, el swap negociado durante 2014 y que le sacó las papas de las brasas al Gobierno Cambiemos, que durante la campaña electoral lo había tildado de ser “papelitos de colores”.

Con este telón de fondo, la agenda que se lleva a Beijín presenta capítulos importantes en la búsqueda de financiamiento productivo y de que se destraben inversiones que fueron frenadas por la Presidencia Macri. Y, asimismo, busca que se intente avanzar en otras entre los que se priorizan 17 proyectos de infraestructura, como la construcción de la que sería la cuarta central nuclear del país, una iniciativa que se acordó en 2014 y que congeló la gestión de Juan José Aranguren.

Otra obra que aparece ahí, es la de las represas Presidente Néstor Carlos Kirchner y Gobernador Jorge Cepernic, que se prevé emplazar sobre el Río Santa Cruz, como así otras vinculadas a la rehabilitación del sistema de ferroviario y las energías renovables y programas para favorecer la conectividad y fibra óptica, vivienda y hábitat, corredores viales y mejoramientos, y distribución de energía eléctrica.

Pero sin dudas, en materia estratégica, el dato más relevante es la firma de la adhesión de Argentina a la iniciativa denominada Nueva Ruta de la Seda o Un cinturón, una Ruta que representa el proyecto estratégico de desarrollo que se impulsa a escala global, a partir de inversiones en infraestructura (Ver ¿La hora del Big Stick?).

 

La amenaza verde

 

Por su parte, en Rusia y tras la inversión que en materia ferroviaria se plasmó el 29 de diciembre con la adjudicación de la licitación -por 864 millones de dólares- de setenta trenes eléctricos a la empresa privada rusa TMH, la parte estelar de la agenda se vincula con iniciativas que resultan vitales para el proyecto de desarrollo que pretende implementar el Gobierno (Ver Ya pasó lo peor…se vienen lo más difícil).

Básicamente se trata de inversión en la industria hidrocarburífera en la que aparece la empresa Lukoil interesada en Vaca Muerta, lo que abre la puerta al ingreso de capitales para la explotación inshore y offshore.

Mientras que otro de los memorándum que se va a firmar, tiene que ver con la exploración minera. Vale recordar que Rusia es el mayor exportador de gas natural del mundo y el segundo de petróleo.

Pero sin dudas, donde cobra más importancia el periplo presidencial, es a la hora del análisis estratégico sobre todo cuando, una vez más, el dólar vuelve a ratificar su condición de principal factor desestabilizador de la economía argentina (Ver ¿Viejo trayecto o Nueva Ruta?).

Queda claro que el dólar y el sobreendeudamiento son dos factores clave, a los que la principal facción de la clase capitalista echa mano para provocar escasez como elemento medular para la imposición de un esquema de relaciones perversas, que lleva a que seis de cada siete miembros de la humanidad no pueda vivir en condiciones de dignidad.

Este dato explica buena parte de lo que pasa, ahora mismo, en la frontera occidental de Rusia, donde se desarrolla un episodio que tiene un hilo conductor que va del derrocamiento de Aleksandr Lukashenko, a la Masacre de la Casa de los Sindicatos de Odesa que llevó a que, horrorizado, el pueblo de Crimea aprobara en referéndum el ingreso de este territorio a la Federación Rusa, tal como lo hicieron sus pares de la República Popular de Lugansk y la República Popular de Donetsk (Ver La Nato…con N de nazis).

Pero fundamentalmente, la decisión de avanzar sobre Rusia, responde a la determinación de Moscú de distanciarse del patrón dólar e intentar fortalecer un espacio alternativo junto a la RPCh. En este rumbo un paso importante fue la construcción del Brics, su Nuevo Banco de Desarrollo y el Acuerdo de Reservas de Contingencia, herramientas que pretenden conformar un esquema que pueda alternativizar con otras como el Banco Mundial y el FMI.

Aunque con varios tropiezos, el camino de la desdolarización de su economía, fue emprendido por Moscú hace casi una década, en coincidencia con el feroz ataque que por esos días recibió el rublo y en el contexto de sanciones y amenazas que recibía después de que Crimea se uniera a la Federación Rusa con un estatus de autonomía.

¿Qué comenzó a hacer desde entonces Moscú? Transfirió varias de sus cuentas en dólares y activos que estaban radicadas en países integrantes de la Otan hacia bancos de países formaciones estatales neutrales, al tiempo que se fue desprendiendo paulatinamente de bonos de países de la Alianza Atlántica y montó una férrea estrategia de control sobre los movimientos de capital que esos países pudieran realizar por medio de empresas y agentes.

También redujo drásticamente las reservas en monedas que poseía en países del bloque Atlántico y de otros que habitualmente apoyan a la política estadounidense contra Rusia, al tiempo que acotó el volumen de las operaciones que bancos rusos pueden efectuar en divisas, principalmente, cuando se trata de negocios financieros especulativos.

Otro puto importante el traspaso a monedas nacionales de las cuentas y acuerdos comerciales de la Unión Aduanera Euroasiática, bloque que integra junto a Bielorrusia y Kazajistán ¡Oh casualidad, estos dos países sufrieron durante los últimos dos años, violentos intentos de implantar versiones locales de esas “revoluciones de colores” que con tanto esmero diseña la CIA!

Así las cosas, este camino de la desdolarización, también lo está recorriendo de forma más sólida la RPCh que, además, durante los últimos dos años junto a una desvinculación estratégica de la divisa estadounidense, viene modificando su modelo productivo para centrar el impulso de su economía en el mercado interno más que en las exportaciones, lo que vuelve necesario que acapare más bienes intermedios y materias primas que antes iban a parar a la economía internacional. Todo esto en un escenario global donde las tensiones están a la vuelta de la esquina (Ver ¡Aguante Corelandia!).

“Se ha prestado especial atención a la necesidad de intensificar los esfuerzos para formar una infraestructura financiera independiente que dé servicio a las operaciones comerciales entre Rusia y China”, recalcó hace poco más de un mes el asesor del presidente ruso, Yuri Ushakov, al explicar el sentido de la videoconferencia que acababan de tener Putin y Xi Jinping, tras lo que añadió que ambos mandatarios coincidieron en que la clave está en “crear una estructura que no pueda ser influenciada por terceros países”.

Este esquema de desdolarización constituye hoy la principal amenaza que tiene el esquema unipolar surgido de la resolución que tuvo la Guerra Fría, pero también la preeminencia estadounidense como potencia excluyente en los terrenos geoestratégico, geoeconómico y geopolítico que detenta en base a sus reservas en oro que son tres veces superiores a las que oficialmente declaran la RPCh y Rusia, pero sobre todo al poder de fuego que posee Washington.

Y ese poder se fundamenta básicamente en la imbricación de los aparatos militar-industrial y financiero que necesita de un dólar fuerte y creíble a escala global, por lo que el cuestionamiento a la preeminencia de la divisa estadounidense adelanta un escenario novedoso, pero también atravesado por el conflicto.