Política
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

La derecha quiere que se deje de hablar rápido del intento de magnicidio perpetrado el jueves pasado y evita hacerse cargo de la construcción del clima que, al menos, propició condiciones para que Sabag Montiel disparara contra la vicepresidenta.

La multitudinaria movilización que con epicentro en Buenos Aires recorrió las principales ciudades del país, tuvo su correlato institucional el sábado pasado cuando la Cámara de Diputados repudió el ataque a Cristina Fernández, en una sesión especial en la que se dio curso a una declaración que los principales bloques consensuaron, en la que se pide el “pronto y concreto” esclarecimiento del hecho.

En este punto, vale señalar que si bien acompañaron el pronunciamiento, los diputados del PRO se fueron del recinto en el momento en que arrancaron los discursos políticos, mientras que sus socios de la Coalición Cívica y el radicalismo permanecieron en el hemiciclo.

Precisamente desde el bloque que responde a Elisa Carrió, se avivó la interna de Juntos por el Cambio cuando su titular Juan Manuel López, salió con los tapones de punta contra Patricia Bullrich. Cuando se consultó su opinión sobre la actitud adoptada por la presidenta del PRO que retaceó su condena al atentado, señaló: “Patricia es de una generación para la que la violencia es una opción. Lo lamento por ella”. Es la primera vez que un integrante de su mismo espacio político, le pasa factura públicamente a Patricia Bullrich por el papel que tuvo durante los años 70, algo que para la interna de Juntos, parece más que un carpetazo.

Por su parte, a la hora de los discursos, José Luis Espert, dijo que no comprende “por qué la Cámara de Diputados se encuentra sesionando un sábado para tratar un hecho de índole policial que tiene que ser dilucidado por la Justicia”, mientras que en el que fue su primer pronunciamiento público respecto al atentado perpetrado el jueves, Javier Milei sostuvo que “la política utilizó de manera miserable un hecho delictivo para armar un rédito político”.

También el sábado, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, llevó a cabo una sesión especial en la que votó favorablemente una declaración en la que manifiesta su “máxima preocupación y enérgico repudio por el intento de magnicidio perpetrado contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner”, tras lo que demanda el cese de las expresiones de odio y violencia.

En este caso la iniciativa tuvo el voto favorable de todos los legisladores presentes, menos los de la bancada de La Libertad Avanza que se abstuvieron, en tanto que faltaron a la cita los dos del bloque Republicanos Unidos y los tres referenciados en la presidenta del PRO, Patricia Bullrich.

Y en el mismo sentido, a su manera, se pronunciaron sectores del universo del capital como la Unión Industrial Argentina y la Mesa de Enlace que, exigiendo al máximo sus habilidades retóricas, emitió una declaración en la que gambetea mencionar algo tan concreto como el nombre de quien fue objeto del atentado.

Pero más allá de las sinuosidades discursivas que exhiben durante estos días, lo cierto es que ese universo que se puede definir como “la derecha”, desde hace muchos años viene construyendo un creciente clima de violencia simbólica y concreta hacia el sujeto social al que subalterniza, pero que también se objetiva en algunos referentes como la actual vicepresidenta.

Por eso es que sus representantes políticos pretenden “cumplir” con el protocolo liberal burgués, al votar lo más rápido posible una declaración parlamentaria y encapsular el debate que permita reflexionar sobre qué factores pudieron intervenir en el hecho que acabó con Fernando Sabag Montiel intentando desarrajar el contenido del cargador de su Bersa contra el rostro de Cristina de Kirchner, en un intento por reducir todo a un caso policial en el que “la Justicia” debe investigar a un yonqui que buscaba asesinar para encontrar significado a su vida.

Por esto también fue importante la masividad de la movilización que recorrió el país durante la jornada del sábado, ya que junto a la investigación judicial que entre otras cosas tiene que establecer si hay instigadores directos en este intento de magnicidio, debe estar presente la reflexión política sobre el significado que el hecho tiene.

Es que desde ahí se puede hacer un ejercicio de ingeniería inversa, que permita exhibir con crudeza dónde están y quiénes son los de forma indirecta pero para nada solapada, vienen fomentando conductas que indefectiblemente acabarían en un episodio de este tipo.

 

¿Quiénes mueven los hilos?

 

Así las cosas, durante las últimas horas se pudieron escuchar algunas voces que reflexionan sobre lo ocurrido el jueves en el barrio de Recoleta y, entre las más calificadas, aparecen las de Stella Calloni y Atilio Borón, quienes coinciden en que es preciso comprender este atentado como un correlato de una situación difícil que atraviesa al mundo y, en particular, a América Latina.

En este sentido Borón recuerda que durante las últimas semanas se perpetraron dos hechos graves en nuestra región como son el ataque contra Simón Boric, el hermano del presidente chileno, que el jueves pasado fue víctima de una golpiza que le provocó lesiones por las que debió ser hospitalizado. Y, más atrás, el asesinato del referente del Partido de los Trabajadores en Foz de Iguaçu, Marcelo Arruda, hecho que cometió un comisario que se metió en una fiesta de cumpleaños y al grito de “Bolsonaro presidente, hijos de puta”, ultimó a Arruda.

“Este reverdecer de la derecha más agresiva es un fenómeno mundial que se ve también en lugares como España y EE.UU. con hechos como el del 6 de enero 2021 en el Capitolio”, sostuvo Borón y advirtió que aparece “una derecha que ha renunciado a todas sus mascaradas democráticas y está dispuesta a volver a gobernar apelando a cualquier método, inclusive al asesinato político”.

Y, en esta dirección, destacó que “buscan eliminar por cualquier medio a cualquier personaje o movimiento político o social que se interponga en su camino”, algo que “se vio en España con la campaña de difamación que se montó contra Fernando Iglesias, con acusaciones que poco después se descubrió que fueron sólo un montaje”.

Por su parte y en la misma sintonía, Stella Calloni, fue clara cuando enmarcó el ataque sufrido por la vicepresidenta, como parte de “una guerra de baja intensidad que se está aplicando en toda América Latina” en la que “también hay responsabilidad de un tipo de periodismo”.

Al respecto reflexionó que el hecho del pasado jueves forma parte “de un proceso en el que hubo sucesivas amenazas que ahora pasaron todos los límites”, tras lo que lamentó “la terrible siembra de odio que hay en el país”, por lo que “era de esperar que algo así sucediera”.

Y recordó “el ataque con piedras en el despacho de la vicepresidenta, las bolsas mortuorias que identificaron con referentes políticos y sociales, las amenazas de muerte ante el Instituto Patria, la horca frente al Congreso, la guillotina y las antorchas arrojadas hacia la Casa Rosada”, a lo que debe sumarse “la represión de la Policía de la Ciudad contra manifestantes, que tuvo lugar en el mismo sitio donde cinco días después se consumó el atentado contra la vida de Cristina Fernández”.

Después de esta elocuente reseña, Calloni alertó que “el odio es tan brutal que cada vez que hablan esos periodistas de Clarín y La Nación, es como dispararle a la vicepresidenta” y definió que de esto va “lo que se llama guerra de cuarta generación que, en su primer mandamiento, dice que ya no hacen falta balas ya que se puede agredir y matar moralmente a una persona”.

Con este telón de fondo, tras recordar el papel que en esto tiene el lawfare, la periodista lamentó que “todo este mundo confuso de mentiras llevó a una situación así que se pudo haber evitado, pero de alguna manera ya estaba marcado que iba a suceder un ataque así, porque se dejaron pasar muchas cosas sin que nadie hiciera nada”.

Por eso es que desde la massmedia dominante, cuando todavía no habían pasado doce horas desde el atentado, ya se estaban haciendo esfuerzos para circunscribir el hecho en la decisión individual de un border que buscó -y consiguió- vivir su cuarto de hora de fama. Y todo cuando, en simultáneo, la imagen de la vicepresidenta apuntada por una pistola era tapa de los principales diarios y portales del mundo.

“Evidentemente no se trata de un profesional porque un sicario difícil que falle a esa distancia”, sostuvo Borón y evaluó que se trata de “una persona intoxicada por el odio que puede haber sido facilitado por alguien”, por lo que “habrá que investigar si hubo una organización que le haya encargado la tarea a Sabag Montiel”, pero recalcó que “independientemente de esto, la tentativa de magnicidio es el último acto de un largo proceso de preparación y creación de un clima del que hay que identificar a los autores intelectuales e instigadores”.

Y añadió que aunque tras ese proceso “aparezca un desquiciado (que apriete el gatillo) no quita responsabilidad a los que crearon este clima tan especial que prácticamente le puso el arma en la mano”.

Por lo que hizo hincapié en que “hay que insistir en Sabag Montiel, pero sobre todo en quienes son responsables de la organización de este clima, de toda la campaña de la prensa que sataniza a Cristina”, ya que “esa es la precondición para que aparezca un personaje como el que empuña el arma y dispara”.