Política
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Se concretó en Buenos Aires la séptima cumbre de la Celac, entre otros, con la presencia de los presidentes de Cuba, Miguel Díaz Canel, y de Brasil, Lula Da Silva. Importantes coincidencias, algunos matices al interior del cónclave y diferencias que se pudieron palpar afuera. El PC, el MTL y la Conat se movilizaron y participaron en la Cumbre de los Pueblos realizada en simultáneo en las afueras del Sheraton.

La séptima cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) celebrada en el Sheraton Hotel de Buenos Aires fue una ocasión fundamental para avanzar, tal como lo enfatizaron los distintos mandatarios, entre ellos el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, en la unidad de América Latina.

En este sentido, los Jefes y Jefas de Estado y de Gobierno de la Celac firmaron al culminar la cumbre un documento titulado “Declaración de Buenos Aires” en la que coincidieron, entre otros puntos, en la defensa de los recursos naturales, exigieron el fin del bloqueo contra Cuba y con relación a Venezuela reafirmaron el principio de no intervención e injerencia en las democracias populares.

No obstante, las tensiones latentes en torno a la situación política de Perú -tras el golpe de Dina Boluarte- y las intenciones de Lacalle Pou de “salirse” del Mercosur mediante la implementación de tratados de libre comercio con países como China, expusieron diferencias que se remontan a cuestiones mucho más profundas que las suscitadas por cuestiones puntuales.

Como en múltiples ocasiones, para situar estas diferencias hay que ampliar la mirada. Para ello basta con observar las maniobras de la derecha los días previos. Por ejemplo, la implementación de una campaña ofensiva contra los gobiernos de Cuba, Nicaragua y en especial Venezuela por parte de la derecha local, dispuesta a desestabilizar la reunión con amenazas fascistas sobre las delegaciones de estos países.

Al respecto, fue altamente preocupante que el Estado argentino no haya podido dar garantías de seguridad a un presidente latinoamericano, en este caso Nicolás Maduro, que debido a las informaciones recabadas por la seguridad presidencial del país bolivariano se vio impedido de participar de tan importante cónclave. En contraste, el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, recibió a representantes de la derecha venezolana y de este modo le dio aire a las amenazas proferidas por los sectores reaccionarios.

El contrapunto tuvo lugar a las afueras del Sheraton Hotel donde se reunieron las delegaciones participantes. En las calles, afincada en la tradición de la gesta marplatense de 2005, se llevó a cabo una Cumbre de los Pueblos, que reunió a organizaciones políticas, sociales y sindicales del campo popular, entre ellas el Partido Comunista, el MTL y la Conat, quienes participaron en la elaboración de un documento que fue entregado a el flamante titular de la Celac y primer ministro de San Vicente y Las Granadinas, Ralph Gonsalves, y el presidente de Brasil, Lula Da Silva. Mediante este importante documento, las fuerzas políticas ratificaron la declaración presentada en el Museo Malvinas previo a la reunión.

 

Un encuentro necesario

 

Sobre las repercusiones de la Cumbre, Norberto Champa Galiotti, dirigente del Partido Comunista e integrante del Movimiento Argentino de Solidaridad con Cuba, destacó que “era muy necesaria esta Cumbre, especialmente por la reincorporación de Brasil luego de que Bolsonaro retirara al país de la Celac”.

Con la reincorporación de Brasil, analizó que es una etapa de relanzamiento ya que “es un espacio que tiene mucho terreno por recuperar luego de años de parate mientras la derecha fascista avanzaba sobre el continente” y señaló la importancia de otras instancias como la Unasur.

En ese sentido y luego de una mirada retrospectiva, balanceó que la región “atraviesa un proceso histórico de carácter cíclico” en referencia los doce años en los que florecieron no solo la Unasur, sino también el Alba y la aspiración de rediseñar el Mercosur con el ingreso de Venezuela.

Por otra parte, el dirigente del PC puntualizó sobre “un dato altamente significativo”. De acuerdo a la interpretación de Galiotti, el traspaso de la presidencia pro tempore de la Celac al primer ministro de San Vicente y Las Granadinas -isla que forma parte de la corona británica y cuyo jefe de Estado es el Rey de Gran Bretaña- “pone en evidencia la actualidad colonial que todavía permanece en América Latina, especialmente en el Caribe anglófono y francófono” y recordó también que “Puerto Rico es una colonia de Estados Unidos”. De algún modo, “esta elección pone sobre la mesa el problema colonial en la región y es una oportunidad para profundizar en el reclamo por la soberanía de América Latina”.