Política
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El sistema le suelta la mano a uno de sus mejores alumnos en nuestra región ¿Deberían otros poner las barbas en remojo? Una historia de lafware, coimas y represión, todo puesto al servicio de garantizar que se sostenga y maximice la tasa de rentabilidad de la clase capitalista.

“¡Se usa, se tira y ya está!”, celebraba una publicidad televisiva que allá por los años 80 anticipaba de qué iba esto de la exaltación del consumismo y lo efímero. Y fue durante esa década cuando tras desechar la fantasía keynesiana, el sistema capitalista volvió a mostrarse tal cual es y entonces dejó en claro que, desde su perspectiva, la producción y circulación de bienes materiales y simbólicos tiene como destino excluyente a la realización en el mercado, esto es, convertir en mercancías a objetos y personas.

Desde ahí hasta aquí, el camino recorrido señaló que todo, absolutamente todo, desde la comida y los combustibles, hasta los productos derivados de la innovación científica y tecnológica, los medicamentos, la religión y el sentido común, todo parece tener como único e inexorable destino convertirse en mercancía. Pero también transformar en mercancía a todo lo que tocan.

Y, como para imponer este criterio, ahí está la renovada virulencia del Big Stick, que sintetiza la voluntad de sostener el status quo sustentada por el tándem que componen básicamente los complejos de las industrias massmediática, militar, financiera y aquello que se resume bajo el título de Silicon Valley. Pese a contradicciones secundarias existentes hacia adentro de este esquema, ahí es donde se abroquelan los actores de aquello que promueve el concepto de Doctrina de la Libre Defensa Anticipatoria y plantea como objetivos a las “amenazas” que constituirían para EE.UU. “terrorismo, armas de destrucción masiva y Estados delincuentes”.

Desde ahí, la construcción de escenarios de “guerra controlada” lo más lejos posible de las fronteras estadounidenses o de guerra híbrida, son alternativas orquestadas por Washington, cuya recurrencia se fue acelerando en lo que va del siglo 21.

Y en esto de la guerra híbrida, una de las herramientas preferidas es el lawfare que encuentra un terreno fértil a raíz del papel preasignado al Poder Judicial, de última salvaguarda de los intereses de clase que se expresan por medio del Estado Liberal Burgués (ELB).

Para decirlo con más claridad: si el Estado Liberal Burgués fue construido para proteger a la clase capitalista de aquellos que no poseen capital, no es casual que el Poder Judicial sea una pieza clave en tal tarea, en tanto administrador del Código Civil y el Código Penal. Y, por si alguien se alarma con esta aseveración, vale aclarar que en esta definición coinciden Adam Smith, el cuarto presidente de EE.UU. y uno de los que diseñaron la Constitución de ese país, James Madison, y más cerca en el tiempo el multimillonario y gurú de las finanza, Warren Buffett.

En este contexto, una vez vaciada de contenido y resignificada, conceptos tales como “lucha contra la corrupción” y “austeridad del Estado” se convirtieron en los pilares desde los que ONG’s, la industria massmediática dominante y think tanks trabajan articuladamente sobre la subjetividad de sectores sumamente permeables a internalizar un discurso que esconde otras finalidades.

Para advertir de qué va todo esto no hace falta investigar mucho. Hace poco más de un mes al hablar ante los participantes del Atlantic Council, que es un think tank ligado a la Otan, la jefa del Comando Sur de EE.UU., Laura Richardson, dejó en claro por qué América Latina le interesa a su país y para ello hizo una suerte de inventario de las reservas naturales que van desde litio a tierras raras, pasando por petróleo y agua, entre otras cosas. Y, en este sentido, tras advertir que a Washington le queda “mucho por hacer” en nuestra región, señaló que “tenemos que empezar nuestro juego”.

Y, menos sutil, la semana pasada, la congresista estadounidense María Elvira Salazar, acusó al gobierno argentino de haber hecho un “pacto con el diablo” y, tras volver a exhumar la historia de una supuesta base de la República Popular China en Neuquén, amenazó: “hay dos mundos, el mundo libre y el mundo de los esclavos, espero que los argentinos se queden en el mundo libre”.

 

Moreno, el incorruptible

 

Pero también, para esto de la guerra híbrida y el lafware, la cooptación de referentes de la otra vereda es sumamente apreciada. Y, en esto, el caso de Lenin Moreno es paradigmático ya que ni bien entró al Palacio de Carondelet, echó mano al decálogo argumental con que desde las usinas financiadas por instituciones como la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (Usaid), el Banco Mundial, el FMI o Banco Interamericano de Desarrollo se trabaja para imponer las políticas del Consenso Washington en nuestra región.

El encarcelamiento de quien era su vicepresidente, Jorge Glas, fue apenas el primero de los pasos de una vertiginosa carrera que generó condiciones para un juicio -bastante flojo de papeles- que llevó a una condena a ocho años de prisión para Rafael Correa. Cabe recordar que Moreno fue vicepresidente de Correa durante sus dos mandatos.

Pero a la hora de hacer el resumen de por qué Moreno compitió denodadamente por convertirse en el Empleado del Mes de EE.UU., alcanza con mencionar que después de que la Comisión de Ética de Alianza País lo echara de esa fuerza por incumplir el plan de gobierno que lo llevó a la Presidencia, a instancias de Washington, expulsó a Julian Assange de la embajada ecuatoriana en Londres, lo que representó entregarlo a la policía británica y a la posibilidad de que el fundador de Wikileaks sea extraditado a EE.UU.

Asimismo, retomó la mirada neoliberal que caracterizó a la política económica de su país antes del ciclo inaugurado por las presidencias de Correa. Con la excusa de la reducción del gasto público y el déficit fiscal, se avanzó drásticamente en la liberalización del comercio exterior y se flexibilizó el Código Laboral, al tiempo que se ajustó significativamente todo lo inherente a políticas de desarrollo y redistribución de la riqueza, mientras que en simultáneo se favorecía a evasores fiscales con el blanqueo de capitales justificado bajo el eufemismo de “fomento al retorno de los inversores”, al tiempo que se recortaron impuestos a las grandes empresas. Pero siguiendo el decálogo del lafware, la principal bandera que blandió Moreno a la hora de generar consenso social, fue la de la “lucha contra la corrupción”.

Pero el viernes pasado, la Fiscalía de Ecuador solicitó el arresto domiciliario de Moreno, a quien acusa junto con otras 36 personas, de corrupción por recibir sobornos de la empresa Sinohydro a la que habría favorecido para otorgarle la construcción del proyecto hidroeléctrico Coca-Codo Sinclair, por la que el Estado ecuatoriano pagó 2.345 millones de dólares.

Entre los involucrados aparecen familiares cercanos del ex presidente que, de acuerdo al parte que difundió la Fiscalía, “habrían recibido cerca de 76 millones de dólares en coimas”, lo que representa “el monto más alto judicializado por actos de corrupción en Ecuador”.

El pedido de detención domiciliaria de Moreno, llega casi en coincidencia con el momento en el que el actual presidente, Guillermo Lasso, está contra las cuerdas  después de que la Asamblea Nacional aprobara el informe de la Comisión que investigó el caso “El Gran Padrino”, por el que se recomienda que se lo someta a juicio político ya que, prima facie, lo encontró responsable de haber participado en una red de corrupción que actuó alrededor de empresas públicas y que posee nexos con la mafia albanesa.

Vale citar que el 19 de febrero de 2017, Lasso quedó a menos de tres puntos porcentuales de quedarse con la Presidencia de Ecuador. Fue en la segunda vuelta electoral y su contrincante no era otro que Moreno. Pero al parecer, ninguno de los dos aprendió que los gobernantes de los estados, sobre todo de la periferia capitalista, no son otra cosa que cuadros intermedios al servicio del capital. Pero tampoco que en la defensa de sus intereses, hay grupos enfrentados, sanciones y conflictos, y que en estos casos, el Pato de la B      oda suelen ser ellos.

Por eso, el caso de Ecuador debería ser leído desde una perspectiva pedagógica por la política liberal burguesa y, especialmente, por aquellos que confían en convertirse en el próximo que reciba la bendición imperial, ya que la lógica del “se usa, se tira y ya está” afecta, si es necesario, a los mejores alumnos que el sistema tiene en sus formaciones estatales periféricas.

Pero también vuelve a exhibir con toda crudeza que la función del ELB es garantizar el proceso de acumulación de capital y legitimar al capitalismo, así como que en esa tarea tiene la misión de mantener el orden de las cosas, por lo que ante cualquier amenaza -por mínima que sea- sobre la constante maximización de la tasa de rentabilidad de la clase capitalista, el ELB no va a dudar en reprimir.

Como se ve, el correlato local del Big Stick, es el Estado Policial garante de la acumulación capitalista, pero también es una suerte de antesala de la fase de extrema barbarie y el peligro concreto de una escalada bélica a dimensión global que reserva la actual etapa de la crisis de larga duración del sistema capitalista.

Es que una vez expuesto el fracaso de la dinámica productiva keynesiana, al sistema no le queda otra que correr aceleradamente hacia la dimensión financiera y, en esto, la corrupción es un epifenómeno que expone la dinámica de acumulación de saqueo de las facciones dominantes del propio sistema capitalista.