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Jue, Abr
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Política
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Vidal dice que van por más. “Estos años nos enseñan que la clase trabajadora es una y como tal, debemos pelear como clase y dejar mezquindades para pensar en el colectivo, porque debemos tener capacidad de construir en hechos lo que decimos con las palabras”, señaló Gustavo Muñoz a 36 meses de la asunción del Gobierno Cambiemos.

“Para que se vea lo enorme de este cambio son poco 1095 días”, señaló la gobernadora María Eugenia Vidal, ayer, durante la convención que celebró el Consejo Nacional del PRO en el complejo Parque Norte, con la presencia de funcionarios y legisladores, para hacer balance de la gestión que acaba de cumplir tres años y proyectar la campaña de cara a 2019.

Ahí reafirmó la línea discursiva Cambiemos, cuando anticipó que van por la reelección. “Tenemos mucho camino por recorrer, la única manera es persistiendo”, dijo la gobernadora que –desde lo más profundo de su subconsciente- tres años atrás anticipara que “cambiamos futuro por pasado”, algo que ahora sin ambages ratifica cuando recalca que el “cambio cultural” que pregona el Gobierno Cambiemos, pretende retrotraer al país a algo más de setenta años atrás, es decir, a la Década Infame.

Mientras tanto, casi en coincidencia se conoció el informe de Unicef, que da cuenta de que casi la mitad de los niños de Argentina no puede satisfacer las necesidades básicas que debe garantizar el Estado.

Ante este informe, desde el Foro por los Derechos de la Niñez, fueron duros con las políticas que lleva a cabo el Gobierno Cambiemos y advirtieron que el avance de la pobreza entre la niñez de la provincia de Buenos Aires, “es más grande y más desigual” que en el resto del país, lo que lleva a que más de la mitad de los pibes estén por debajo de la línea de la pobreza.

 

Cifras

 

En este punto vale exhibir algunas de las cifras que dejan los primeros tres años de Gobierno Cambiemos. La inflación que acumuló desde que asumió es de 160 por ciento, tan altísima como injustificable con el argumento de la “pesada herencia”.

Es que durante los tres años anteriores a la llegada de Mauricio Macri a La Rosada, la inflación medida por fuentes afines al actual staff gobernante, acumuló un 43 por ciento menos que la que –hasta ahora- el Gobierno Cambiemos cargó sobre los hombros de los argentinos, especialmente sobre los de los más pobres.

Si para muestra alcanza con un botón, con un aumento del 7,5 por ciento, en octubre, la canasta básica de pobreza volvió a superar a la inflación, con lo que acumuló 54,6 por ciento interanual, esto es, se colocó por encima del promedio.

Y esto no es todo: de acuerdo a  la consultora Focus Market, de enero a noviembre los precios que más aumentaron en las góndolas son las harinas con un 129,9 por ciento, los pañales con 108,8, las pastas secas con 94,8 y el aceite con 71,2. Hay que ser algo más que miserable para perpetrar esos aumentos que castigan a los que menos tienen, mientras bajan el impuesto a la importación de autos de alta gama y champagne.

Pero, como decía el slogan de campaña, nada de esto fue casual. A partir de la decisión de desregular el mercado de cambio y propiciar la timba financiera, el precio del dólar se catapultó -de diciembre de 2015 a la actualidad- un 291 por ciento.

Eso sí, desde que el Central flexibilizó todavía más la compra y venta de moneda extranjera, en menos de un año abrieron 140 casas de cambio, con lo que de 36 compañías dedicadas a esta actividad, se saltó a 176 a las que sólo se les exige una garantía de quinientos mil pesos para empezar a operar.

¿Pero qué pasó con las tarifas? Aquí también hubo desregulación y, conforme se retiraron subsidios a los usuarios, se mantuvo e incrementó los que reciben las empresas entre cuyos ceos se destacan integrantes y amigos del staff gobernante.

La consecuencia de todo esto es de manual: el tarifazo registrado en el caso del gas asciende a 3.808 por ciento, para la electricidad 2.136, transporte público va de 450 a 875 y el servicio de agua 515.

Todo esto en un escenario en el que, en promedio, el salario de los trabajadores registrados del sector privado perdió casi un 25 por ciento respecto de la inflación y la jubilación mínima tuvo una caída real de alrededor del veinte por ciento.

Esto, en medio de destrucción de empleo que presiona sobre el salario, condiciones laborales y convenios favoreciendo fácticamente una reforma laboral regresiva.

Asimismo, se perpetró un brutal ataque a la industria, sobre todo, al sector pyme donde de 560 mil empresas de hasta cien trabajadores que había cuando asumió Macri, ahora quedan 549 mil. Por eso, nadie puede sorprenderse cuando se ve que 107 mil trabajadores industriales quedaron en la calle.

Ni tampoco porque el PBI per cápita en dólares haya caído un 41 por ciento en lo que lleva el Staff Cambiemos en La Rosada.

Así, el Gobierno Cambiemos está perpetrando su “cambio cultural” que lleva a cabo una feroz transferencia regresiva de riqueza, modifica drásticamente la matriz productiva, reprimarizándola para volverla funcional al lugar que el rediseño capitalista tiene reservado para formaciones estatales como Argentina.

Esto es, un sitio donde burguesías locales en el gobierno, administren el Estado acotado a poco más del comando de fuerzas policiales represivas, que garanticen el control social necesario para la libre circulación de capital financiero, el establecimiento de empresas deslocalizadas que paguen salarios subsaharianos y a las que nadie les pregunte qué es eso con lo que están contaminando el medioambiente.

 

¿Quién paga?

  

¿Pero quién paga la festichola que para Vidal recién comienza? En el territorio bonaerense conocen muy bien la respuesta a esta pregunta.

“Este gobierno no tiene cara ni escrúpulos, están hace tres años y lo que han logrado es meter al pueblo más en el hambre y la entrega, sacarle la educación, salud y otros derechos básicos para la supervivencia”, recalca desde la Conat y el MTL de Moreno, Gustavo Muñoz.

Quien también es adjunto de la CTA de esa localidad, hace hincapié en que “acá en el conurbano bonaerense, en Moreno concretamente, hay barrios en los que cuando llueve tenés que caminar sesenta cuadras para poder salir a un acceso que te permita llegar a una sala o a un hospital”.

Tras lo que denuncia que los nosocomios “están totalmente destruidos en la provincia” y que “desde ayer (lunes 10) el hospital de Moreno atiende sólo a las personas que entran en guardia por ambulancia, o sea que el ciudadano de Moreno no puede ir a atenderse a la guardia si no lo hace entrando por ambulancia”.

Por lo que, sin dudarlo, señala que “esto es lo que están haciendo estos muchachos empresarios que decían, cuando estaban de campaña, que iba a desaparecer la pobreza” pero, advierte, “si seguimos así los que vamos a desaparecer somos los pobres porque nos van a matar a todos”.

Todo esto configura lo que el propio Muñoz caracteriza como “una situación angustiante en la que vivimos”, de ahí que insista en que “a estos tipos no les podemos permitir que sigan en el gobierno: si se puede que se vayan antes de la fecha electoral de 2019, pero si no, habrá que buscar el mayor marco de unidad para que se vayan al carajo en ese momento porque, en el pueblo, lo que hemos recibido de ellos es hambre y represión, desocupación y desatención que nos lleva a los sectores más complicados a estar en una situación todavía peor”.

Y como si esto fuera poco, los que se siguen escudando en eso de “la pesada herencia” dejarán una que realmente es terrible.

La deuda pública per cápita en 2015 llegaba a 54 mil pesos, la Presidencia Macri la hizo aumentar 420 por ciento, por lo que usted que está leyendo este artículo ya debe 283 mil pesos y la cifra se incrementa minuto a minuto.

“La deuda la tiene que pagar quien la contrajo y, en este caso, la deuda no la contrajo el pueblo” reclama Muñoz y recuerda que “hablamos de que el pueblo no tiene ni para comer, mal podría pagar una deuda que -está claro- fue contraída como un negociado propio de los que integran el gobierno y sus amigos quienes, si logramos que se vayan en 2019, se irán con los bolsillos llenos, dejando al pueblo sumergido en la miseria”.

Por eso, insistió “nos va a costar mucho más de lo pensado sacar adelante el país que dejen estos tipos, porque la deuda que dejan es terrible, muy difícil de levantar y ya la estamos sufriendo en cosas concretas como la que conté del hospital”.

Y es aquí donde cobra relevancia la reflexión que, desde una perspectiva de clase, se puede hacer sobre estos tres años de Gobierno Cambiemos.

“Estos años de macrismo, Vidal y el FMI, nos tienen que enseñar que la clase trabajadora es una, más allá de diversidad y diferentes propuestas”, remarca Muñoz y sin dudarlo añade: “como somos una, debemos pelear como clase, dejar mezquindades de lado, dejar el yo para pensar en el colectivo, algo sobre lo que es difícil hablar y que es difícil construir”, pero “debemos tener esa capacidad de construir en hechos lo que decimos con las palabras”.