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Los socialdemócratas toman la delantera para formar Gobierno en la principal economía de Europa ¿Semáforo o Jamaica, cuál será la coalición que logre consolidarse? Un análisis pormenorizado por parte del integrante del DKP Günter Pohl, ayuda a desentrañar qué puede pasar en este complejo escenario.

Esta semana el Partido Socialdemócrata (SPD), anunció que va a avanzar en conversaciones con los Verdes y la agrupación de derecha Demócratas Libres (FDP), que respectivamente se ubicaron tercero y cuarto en las elecciones federales que Alemania celebró el 26 de septiembre.

Se trata de conversaciones que son los primeros pasos hacia la formación de una coalición que logre tener mayoría en el Parlamento, lo que le permitiría formar Gobierno para suceder al que durante los últimos 16 años encabezó Angela Merkel cuyo partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), todavía sigue en carrera, ya que ni Los Verdes ni el FDP, descartaron de plano la posibilidad de integrar una coalición gobernante liderada por la CDU.

Pero verdes y liberales también conversaron con los socialdemócratas que esperan que el actual ministro de Finanzas, Olaf Scholz, se convierta en el nuevo canciller, mediante la constitución de una alianza tripartita que en Alemania llaman “Semáforo”, por los colores que identifican a las tres formaciones que la integrarían.

En este sentido, desde el liderazgo de la CDU y su rama bávara, la Unión Social Cristiana (CSU), ya hubo pronunciamientos a favor de aliarse con Los Verdes y el FDP. Fue el propio presidente de la CDU, Armin Laschet, quien tras una primera reunión exploratoria con la cúpula de ambas fuerzas, señaló que una alianza que las incluya podría sumar el apoyo de una gran parte de la sociedad pero, aclaró, “ellos tienen que decidir si ese es el camino por seguir”.

Anoche, jueves 7, Laschet anunció que se dará un comienzo nuevo en la CDU, lo cual se interpreta como un anuncio de una pronta renuncia de su parte. Mientras tanto, él seguiría siendo la persona a llamar por si fracasan las negociaciones entre socialdemócratas, verdes y liberales.

Si esta propuesta consigue las adhesiones que precisa, en lugar de Semáforo, los alemanes tendrán Jamaica, que es como denominan a la posible coalición entre demócrata-cristianos, liberales y verdes, que utilizan respectivamente, los colores negro, amarillo y verde, tal como la bandera del país caribeño.

Con este telón de fondo, una encuesta elaborada por la consultora de opinión Forschungsgruppe Wahlen para la emisora ZDF, da cuenta de que el 59 por ciento de los entrevistados se pronunció a favor de una alianza gubernamental del SPD, Los Verdes y el FDP, mientras que el 76 por ciento dijo que preferiría que Scholz fuera el próximo canciller.

Günter Pohl vive en la ciudad renana de Bochum, desde hace más de tres décadas milita en el Partido Comunista Alemán (DKP), en el que ocupó diferentes responsabilidades dirigenciales y fue candidato a una banca en el Parlamento Europeo en 2014. Y, desde su mirada, ayuda a esclarecer algunas de las características del proceso que ahora mismo atraviesa Alemania.

 

¿Es Scholz el candidato más firme a suceder a Merkel al frente de la Cancillería?

 

 

Para comprender mejor todo esto, es preciso recordar que es la primera vez, desde 1949, que quien ocupa el cargo de canciller no se presenta a la reelección. Hace dos años había decidido no hacerlo y, asimismo, dejó la Presidencia de la CDU. Este proceso de buscar sucesor exhibió la crisis de ese partido, ya que demoraron casi un año en esto, hasta la elección de Annegret Kramp-Karrenbauer.

Merkel tuvo un papel interesante. En 2005 pocos pensaban que iba a estar 16 años en la Cancillería, ya que entre otras cosas tenía muchos enemigos en su propio Partido, sobre todo desde el ala derecha, por lo que tuvo que soportar varios embates que enfrentó con tenacidad. Y esto pese a que es una canciller que debió lidiar con varias crisis, como la de los refugiados 2015, el Covid, la de la económica mundial que estalló en 2008 y la derivada del cambio climático. Y casi siempre tuvo el instinto de saber en qué momento hablar y cuándo callar. Nada espectacular, pero nada que temer, ahí estuvo una de las claves de su éxito. Porque como a la gente en Alemania no le gusta arriesgarse, valora positivamente esto. El éxito de Scholz reside, en gran medida, en que de todos los candidatos es que se parece más se parece a Merkel. Es el actual ministro de finanzas y vicecanciller, lo que le da una reputación superior a la del postulante de la CDU, Armin Laschet, que tiene una participación mayormente acortada al estado de Renania del Norte-Westfalia y, más aún, respecto a la candidata de Los Verdes, Annalena Baerbock, que nunca tuvo un papel político con responsabilidad de administración estatal.

 

¿Esta situación influyó en la pérdida de votos de la CDU?

 

Scholz resultó ganador con casi dos por ciento más de votos que la CDU que perdió votos respecto a la elección anterior. La cuenta es clara, lo que perdieron los democristianos respecto a la elección de 2017, lo ganan los socialdemócratas.

En este sentido, es muy interesante que la extrema derecha representada por Alternativa para Alemania (AfD), que había pensado en quedarse con los votos que se cayeran de la CDU no sólo no logró ganar nada de esto, sino que perdió casi el dos por ciento respecto a la elección anterior. Y, por su parte, los liberales del FDP, que es un partido netamente neoliberal y muy afín al gran capital concentrado, tampoco ganó mucho, apenas un 0,5 por ciento respecto a las elecciones de 2017.

 

Todo esto volvió muy complejo el escenario…

 

Ahora el panorama es que todavía se está sin gobierno y la situación es algo cómica, porque los que salieron tercero y cuarto tieenen más seguridad de formar Gobierno que los primeros dos de la elección, ya que los democristianos o los socialdemócratas precisan de dos partidos más para formar coalición de gobierno. Por un lado se descartaría -a priori- a Die Linke porque por el anticomunismo que hay aquí en Alemania, una coalición con una fuerza de izquierda adentro estaría descartada. Y también es improbable que quien deba formar Gobierno, hable con la extrema derecha. Por lo que quedan los que se ubicaron tercero y cuarto, el FDP y Los Verdes que, de esta manera, tendrían garantizada su entrada al Gobierno.

 

¿A un Gobierno encabezado por quién?

 

Esa es la cuestión, con quién van a hacer Gobierno. Los votantes del Partido Verde, mayoritariamente, prefieren la coalición con el PSD, mientras que los liberales prefieren a la CDU. Es posible que los liberales no puedan llegar a hacer acuerdos con los socialdemócratas, que llevan al Parlamento una buena porción de jóvenes entre quienes prevalece la idea de no hacer coalición con ellos.

Por eso es muy complicado formar un Gobierno entre esas posiciones, creo que el problema entre socialdemócratas y liberales va a ser más dificultoso que el que tendrían con Los Verdes. De ahí que es probable que los liberales se inclinen a esperar la posibilidad de formar coalición con los democristianos y, en ese caso, todo dependería de que Los Verdes aboguen por esa coalición con los democristianos. Esto es lo que aquí se llama la Coalición Jamaica en contraposición a la otra posibilidad que sería la Semáforo.

 

¿Dónde estaría la principal controversia?

Ahí aparece el tema del cambio climático. El FDP es el partido de los ricos, de la gente con la idea de la absoluta libertad para la movilidad del capital y de sus automóviles sin pagar impuestos, mientras que Los Verdes tienen fama de ser los defensores del medioambiente y los que se oponen a lo que lo afecte, como el cambio climático ¿Cómo se hace entonces para formar una coalición de Gobierno, entre dos posiciones con visiones muy distintas? Porque mientras que Los Verdes abogan por gravar impositivamente y de forma drástica cosas como el uso de combustibles fósiles, los liberales dicen que es el propio capitalismo quien tiene capacidad de solucionar las consecuencias del cambio climático, por medio de la “modernización” del propio capitalismo que garantizaría una transición hacia nuevas energías. Pero sabemos que eso demoraría medio siglo, que es un tiempo que la humanidad ya no tiene al ritmo que lleva el deterioro ambiental.

 

¿Qué postura tiene el DKP respecto a esta problemática?

 

Desde el DKP estamos en contra de ese tipo de gravámenes, porque sabemos que van a perjudicar a los más pobres, porque los ricos van a poder seguir permitiéndose el lujo de viajar en avión y usar sus automóviles, aunque les cueste el doble por la carga impositiva a los combustibles, que impactaría en subas al transporte de pasajeros y el costo de la logística de productos de primera necesidad.

 

¿Volviendo a la elección federal, qué pasó con Die Linke?

 

Hay algo paradójico en Die Linke, y es que mientras que por su nombre se arroga ser “la izquierda”, dejó de ser un partido de los pobres. Hoy en lo que era la República Democrática Alemana (RDA), mucha gente vota por la AfD que es una suerte de neofascismo, pero que se atribuye tener la representación del proletariado en el este alemán.

Está claro que AfD no representa al proletariado, pero con ese discurso logra ganar bastantes votos y, ahora, tiene muchos más votos en el este que Die Linke, que hoy tiene un debate interno sobre qué rumbo debe seguir: si abogar por los derechos sociales de la gente pobre o ser una especie de partido de la semántica, que se preocupe por cómo se habla sobre medioambiente, cómo se discute sobre la igualdad de género y el LGTB.

Se trata de temas importantes, pero nosotros seguimos pensando que para un partido de izquierda, el tema social tiene que ser lo principal y no sólo la problemática vinculada a la ampliación de derechos de ciudadanía.

 

¿Qué problemas tienen los pobres en Alemania?

 

La gente paga cada vez más por sus alquileres, por el transporte público y privado. La carga impositiva que deben pagar los pobres va en aumento.

Y hay otros temas que son principales para esta agenda, como lo es el militarismo, ya que Alemania tiene mucho dinero para enviar soldados al exterior, pero parece que no lo tiene para los hospitales, por lo que la gente no encuentra una adecuada asistencia sanitaria como tradicionalmente fue en este país.

Estas son algunas de las cuestiones sobre las que Die Linke no tiene respuesta, por lo que está perdiendo cada vez más votos, inclusive, en un lugar como Turingia donde gobierna en coalición con los socialdemócratas y Los Verdes. Ahí, el 26 de septiembre, tuvieron una caída de su caudal electoral muy considerable.

Por otra parte, ellos expresaron su voluntad de armar una coalición con Los Verdes y socialdemócratas, pero el electorado de Die Linke no quiere cogestionar el capitalismo, sino que el capitalismo desaparezca. Y está claro que el capitalismo no va a desaparece por medio de un cogobierno.

 

¿Y qué pasó el 26 de septiembre con el DKP?

 

El resultado que tuvimos es insignificante en cuanto a caudal de votos porque, entre otras cosas, el problema es que pescamos en el mismo lago que Die Linke. Y, en Alemania, lo del voto útil es algo muy extendido, por lo que la gente que quiere votar izquierda, lo viene haciendo por Die Linke para ayudar a que, al menos, se tenga una representación parlamentaria. Esto tiene su lado positivo porque permite que haya algunos diputados muy buenos, que los tienen. Pero por otra parte hace que se vea que el voto al DKP puede ser un voto perdido, pero creo que el verdadero voto perdido es el que se le otorga a un partido que, después, hace una cosa diferente a la que prometió y no cuando se le da a un partido pequeño. Y, además, con ese criterio, nunca cambiarían las cosas. Nosotros ganamos algo así como cuatro mil votos respecto a 2017, pero sigue siendo una votación muy baja.

 

¿Y qué se puede hacer al respecto?

 

Aquí hubo una campaña en la que casi todos se presentaron como variantes del centro político, porque en Alemania se impone la idea de que los extremos son la catástrofe y sólo llevan a la inestabilidad y eso es algo que no les gusta a los alemanes, por eso buscan un gobierno que brinde tranquilidad. El éxito de Scholz es que es quien logró dar esa imagen mejor que el resto.

 

Un escenario complejo, sin dudas…

 

En Alemania el KPD, el viejo Partido Comunista de Alemnia, es ilegal desde 1956. Nuestro partido fue legalizado recién desde 1968. Y el KPD sigue ilegalizado en Alemania, merced a que los jueces constitucionales alegaron contra el KPD. Desde ahí todas las organizaciones de izquierda estamos en la mira de los Servicios Secretos y salimos en sus informes, porque podríamos ser sucesores abiertos o camuflados del KPD.

Entonces esa es la base política y jurídica de la persecución y de la investigación ilegal que se nos hace. Están en mi teléfono, en mi computadora y tienen derecho de hacerlo según la legislación a partir de la jurisprudencia que sentó la ilegalización del KPD. Esta persecución hace que, incluso, sea legal la prohibición de ejercer la propia profesión por razones políticas a personas como profesores, simplemente por ser comunistas.

 

Eso pasa en Alemania, un país que se jacta de ser una de las principales democracias del mundo…

 

Lo que habría que volver a discutir es el concepto de democracia. Aquí esa idea está unida a la de mercado libre. La RDA era democrática, porque garantizaba a la gente la posibilidad de ejercer dominio sobre los medios de producción que eran de todos. Eso era democrático. Si lo veo desde el punto de vista de los derechos políticos, es verdad, faltaron en la RDA y hoy creo que el socialismo sería distinto y también hay que tener en cuenta que aquello tuvo lugar en un contexto de Guerra Fría, con las dificultades que eso implicaba, ya que Alemania era la primera línea del enfrentamiento entre la Otan y el Pacto de Varsovia.

Lo que está claro es que el capitalismo, en sí, nunca puede ser democrático ni lo quiere ser. Y, aunque se permite un sistema en el que se pueden elegir partidos, al capital le da igual quién gobierna debajo de él. Y, en ese sentido, aunque sean socialdemócratas, liberales, verdes o democratacristianos no importa quien forme Gobierno, porque el capital va a ser quien siga gobernando.

Se trata de un sistema que es fuerte y hasta se puede permitir que haya un Partido Comunista. Cuando ilegalizaron el KPD, no podían permitir su existencia, porque el KPD era el único partido que hizo frente al ingreso de Alemania Federal a la Otan y tenía mucha militancia y poder.

Hoy en día, el DKP es relativamente débil, pero parece que no todos concuerdan con esta idea y por eso quisieron proscribirnos para esta elección (Ver Presiones contra el DKP). Y esto refleja un poco el miedo que tienen. No tienen miedo de que seamos un partido fuerte, pero sí lo tienen de que, algún día, la gente se harte del sistema que no les da respuestas para los problemas sociales, los ambientales ni para la situación de los refugiados que crea el mismo sistema cuando lleva sus guerras a todas partes del mundo.

 

La crisis del capitalismo está su propio ADN…

 

Ninguno de estos problemas tiene solución en el capitalismo, porque el capitalismo siempre necesita crecimiento económico y la gente en Alemania, al menos ahora, se va preguntando si existe un límite ecológico para ese tipo de crecimiento asociado a la maximización constante de tasa de rentabilidad. Pero todavía no se acaban de preguntar si ese crecimiento o si sus consecuencias negativas, están ligadas necesariamente al capitalismo.

Muchos dicen que hay que superar al capitalismo, pero no dicen qué es lo que viene después, porque para ellos este concepto sería sólo aquello que va más allá del mercado libre. Entonces sería como que está bien la economía social del mercado, una especie de “capitalismo bueno”. Es interesante esa forma de pensar que asegura que el capitalismo es algo malo, pero que la economía social del mercado sería algo positivo. No sé de donde viene esta idea, pero esta muy internalizada socialmente.

 

Esto plantea una ardua tarea…

 

Por eso tenemos la tarea, muy marxista, de explicar que hay otro camino y que ese otro camino, es el socialismo. Una tarea de concientización, acerca de que hay que socializar los medios de producción.

La tarea del DKP pasa por esto, agrupando fuerzas, recuperándonos del golpe terrible de hace más de treinta años. Yo ya estaba en el Partido cuando, en 1990, un veterano camarada me dijo “necesitamos al menos veinte años para recuperar fuerzas” y los que éramos más jóvenes pensamos “veinte años….una eternidad”. Ya pasaron treinta años y seguimos en esa tarea.