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Se reanudó la Bundesliga sin público y con protocolos de salubridad más estrictos, mientras que las otras ligas de elite no ven la hora de retomar sus competiciones.

Tras dos meses de suspensión y con una preparación muy condicionada por el coronavirus, el campeonato alemán de fútbol se reanudó este sábado a puertas cerradas, bajo alta vigilancia sanitaria y con la atención del mundo entero.
La victoria del Borussia Dortmund por 4-0 ante Schalke 04 este sábado, dio inicio a la reanudación del futbol alemán, mientras que se irán sumando al debut el resto los 18 equipos que afrontan un campeonato que le queda nueve jornadas.
En el momento de la interrupción a mediados de marzo debido a la pandemia, la clasificación tras 25 jornadas estaba dominada por el Bayern Múnich, que busca su octavo título consecutivo, con cuatro puntos de ventaja sobre el Borussia Dortmund y cinco sobre el Leipzig.
Habrá que ceñirse a las exigencias del protocolo sanitario, que cambiará por completo las rutinas de los deportistas, sus comportamientos dentro y fuera de la cancha.
Las otras incertidumbres se centran en la salud de los jugadores. Incluso si el protocolo sanitario es muy riguroso, es imposible “garantizar al ciento por ciento la seguridad de todos los actores”, reconoció la Liga de Fútbol Alemana (DFL).
Obviamente, los contagios de coronavirus no se pueden excluir. Si provocaran la baja de uno o varios equipos, el proyecto de terminar el campeonato antes de finales de junio se complicaría.
Además, están las lesiones, tras lo que en función del grado de preparación, se puede pensar que los jugadores estarán más expuestos. Para limitar este riesgo, la Bundesliga ha adoptado la nueva reglamentación de la FIFA, autorizando cinco cambios por partido.

El mercado no puede dar perdida

La pandemia del coronavirus puso contra un arco a las lógicas mercantilistas que la hiperglobalizacion viene haciendo del deporte. Los dirigentes de las mayores ligas del mundo, entre ellas España e Inglaterra, no ven la hora de que la pelota empiece a rodar en sus países por las grandes pérdidas de dinero que la pandemia generó, aunque el panorama en cuanto a muertos y contagiados por el virus en esos países sea desalentador.
Vale mencionar que en febrero, antes del gran brote del Coronavirus, la liga alemana superó la barrera de los cuatro mil millones de euros en ingresos. La máxima categoría del fútbol profesional en Alemania facturó un 5,4 por ciento más que en 2018-2019 y alcanzó los 4.025 millones de euros. La Segunda división creció otro 28,5 por ciento, hasta 782 millones de euros, por lo que el negocio total ascendió a 4.800 millones de esa moneda. En concreto, los derechos de televisión aportaron un 19,1 más, hasta 1.733,5 millones de euros, gracias a los nuevos contratos domésticos y el inicio del último ciclo de la Uefa.
La segunda línea de negocio más relevante continúa siendo la publicidad gracias al fuerte apoyo que reciben los clubes de las multinacionales germanas, si bien su aportación lleva estancada dos años en torno a mil millones de euros.
La recaudación por taquilla y venta de merchandising, son dos líneas que crecieron en torno al 2,5 por ciento interanual, con 651,3 millones y 214,3 millones de euros.
La suspensión del futbol por la pandemia ya empezaba a dar perdida monetaria, así que por su parte, Chrisitian Seifert, director ejecutivo de esta liga, señaló que terminar el campeonato iba a dar una cifra de perdida de hasta 750 millones de euros, una cantidad que se compara con los pronósticos de mil millones de euros en pérdidas en la principal división de España, y un mínimo de mil millones de libras para la liga inglesa.
A su vez, Seifert y otros dirigentes del futbol alemán como el presidente del Borussia Dortmund, no se olvidaron de la canciller Merkel y su gobierno, quienes dieron luz verde al regreso de la Bundesliga a sabiendas del riesgo que existía.
“Ante todo quiero mostrar mi gratitud a la política, que fue el órgano que posibilitó la vuelta a los terrenos de juego. El mérito por ser el primer país que reanudó la competición después del parón por el coronavirus, es suyo“, subrayó Watzke.
En este sentido, estas cifras sumadas a la decisión política del retorno del futbol, dejan en claro que si el deporte está a merced de los elementos del mercado, el mismo responde por él y no por la comunidad institucional que está representado. En este contexto y bajo esta lógica, la ganancia sigue estando por encima de las vidas humanas.

El formato del futbol alemán: disparador para pensar qué rol deben tener los clubes

En general, los clubes alemanes no han traído tantos grandes inversionistas como la Premier League, en la cual multimillonarios extranjeros y jeques acaudalados por el petróleo inyectaron dinero a los clubes. Eso es, en gran medida, debido a un modelo que evita que los intereses comerciales sean propietarios de más del 49 por ciento de un club.
La regla 50+1 hace que todos los equipos de la Bundesliga deben ceder la mayoría de los derechos en manos del club y de sus socios. La norma, en vigor desde 1998, fue diseñada para que los clubes se mantuvieran bajo control de los aficionados en vez de depender de una sola persona física o jurídica.
Antes de que se aplicara esta norma, todos los equipos de fútbol de Alemania eran clubes de socios y no se permitía la inversión externa bajo ninguna circunstancia. Sin embargo, los problemas financieros de varias entidades llevaron a que la Federación Alemana de Futbol aprobase, en 1998, la conversión de los equipos en sociedades limitadas deportivas.
Con el fin de evitar que un solo inversor pudiera ostentar todo el poder, así como garantizar la protección de los socios, el club profesional debe ser propietario de al menos el cincuenta por ciento más una acción de los derechos de la sociedad. No obstante, está permitido que la mayoría del capital pertenezca a inversores privados. Todos los equipos que participan en la Bundesliga y en la segunda división deben acogerse a esta regla.
La crisis ha llevado a algunos a sugerir que la regulación podría ser eliminada, pese a que es defendida ferozmente por los hinchas. Sin embargo, Seifert dijo que no aprobaría esto menos en este contexto.
"La regla del 50+1 protege el valor socio-político del fútbol. Hablamos del deporte de la gente como un activo cultural. Tenemos que dejar de glorificar la idea del dinero de los inversores", recalcó Andreas Rettig, director ejecutivo del club St Pauli, ahora en la 2. Bundesliga.
En este sentido, se abre una disyuntiva para repensar el rol social de los clubes, en un mundo donde el capitalismo todo lo consume y reflexionar si es viable a futuro un rol tan activo del mercado en el deporte significado como un bien social.
En referencia a los dichos del director ejecutivo de St Pauli, es importante poner en valor lo social y lo comunitario que representa a una institución deportiva, considerando que la organización comunitaria en relación a un bien social como debería ser el deporte, es el ADN fundacional de muchos clubes alrededor del mundo que pensaron estas instituciones como un patrimonio de la comunidad por fuera de los intereses mercantilistas.
En una entrevista a New York Time, a comienzos de abril, Seifert había dicho que “por el momento, todos estamos luchando para sobrevivir”, y predijo que el cincuenta por ciento de los equipos de la segunda división, “están en gran peligro de declararse en quiebra” si la temporada es cancelada y que cinco equipos de la categoría principal también enfrentarían graves problemas.
Mientras que en febrero se celebraban cifras exorbitantemente positivas para el futbol alemán por los ingresos privados, dos meses después, los clubes quedan al borde de la quiebra. Esto demuestra que a la inversión privada no le interesa el bienestar de los clubes, y que no tiene ningún problema exponer vidas humanas al Covid-19, para maximizar su inversión. En este caso, las vidas de los futbolistas.
Asimismo, también deja en claro que si las instituciones que están inmersas en sus dominios no ceden ante la presión del mercado, éste no tiene ningún problema en empujarlas a la quiebra.
En Argentina, los clubes tienen un formato de asociaciones civiles sin fines de lucro, algo que los diferentes gobiernos neoliberales han querido modificar cambiándolo a Sociedades Anónimas Deportivas. Esto fracasó durante los años 90 y, recientemente, con el gobierno de Mauricio Macri.
El motivo del fracaso fue el repudio de sus socios y la tradición Argentina en cuanto a los clubes. Aunque no están exentos de la mercantilización del deporte, ningún capital extranjero los domina, ya que muchos clubes tienen estatutos que sostienen que bajo ningún motivo el club puede pasar a ser una sociedad anónima.
Pero su rol social no termina ahí, considerando que en que en este contexto de pandemia han dado más señales de solidaridad y compromiso social que los agentes económicos del mercado que explotan el deporte. Esto se pudo observar en diferentes actos de solidaridad como la junta de donaciones para los sectores más pobres afectados por el coronavirus. La mano invisible del mercado de la que habla Adam Smith, todavía no se vio por ningún lado.
En el futbol de Alemania, la regla 50+1 se ha querido cambiar en función de intereses económicos ajenos a los de los socios. Sin embargo, se basa en una puja de poder contextualizada en una especie de keynesianismo deportivo.
Un sistema capitalista en crisis que no puede dar respuesta a los problemas de la humanidad, solo busca mercantilizar aquello que todavía no fue mercantilizado. La reflexión debe enfocarse en cómo proteger a los clubes como bienes sociales y que el mercado no los consuma por completo, y demostrar como la organización comunitaria de un bien social es la salida ante las crisis que el mismo capitalismo genera, y que después se cobra contra los intereses de las mayorías.