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Jue, Abr
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Después de doce años de que fuera derrocado Manuel Zelaya, su fuerza política vuelve a ganar las elecciones Presidenciales.

La candidata del Partido Libertad y Refundación (Libre), Xiomara Castro, se impuso por una diferencia de más de veinte puntos porcentuales sobre su más inmediato seguidor, el oficialista Nasry Asfura, y de este modo se convirtió en presidenta electa de Honduras.

La victoria de Libre acaba con doce años de gobiernos encabezados por el Partido Nacional, que estuvieron atravesados por hechos de corrupción, vínculos con el narcotráfico y una abierta sumisión a los designios de Washington.

Pero también representa la vuelta al Gobierno del espacio político que en 2006 llevó a la Presidencia a su esposo, Manuel Zelaya, quien en 2009 fue derrocado por un golpe de Estado cívico militar, auspiciado abiertamente desde EE.UU., que inauguró en América Latina el ciclo de “golpes blandos” que incluye a los que perpetrados en Paraguay, Brasil y Bolivia.

El Golpe que se cargó el Gobierno de Zelaya, fue también como una suerte de globo de ensayo que midió la reacción de los gobiernos progresistas que por entonces hegemonizaban la región.

Ese episodio se preparó desde el momento mismo en que Zelaya comenzó a salirse del molde que EE.UU. le tenía reservado y se precipitó cuando la Suprema Corte, presidida por Jorge Alberto Rivera Avilés, lo acusó de traición a la Patria, entre otros delitos.

Pero la suerte de Mel, como le dicen sus seguidores, estaba echada desde que tomó una decisión estratégica que pudo cambiar la realidad de la matriz productiva y social de Honduras. Durante su primer año de mandato, el país creció a un extraordinario ritmo del seis por ciento y, entre otras cosas, Zelaya decretó aumentos de salarios e inauguró una línea de políticas sociales que Honduras nunca había visto, algo que el FMI censuró.

Al año siguiente la Empresa Nacional de Energía Eléctrica atravesó una crisis financiera, que básicamente estuvo provocada por la dificultad que esta firma tenía para abastecer a sus centrales eléctricas, como consecuencia del alza de los precios internacionales de los combustibles fósiles que se registraban por esos días.

Y cuando Washington y la clase capitalista local le ponían las fichas a un acuerdo con la texana ConocoPhillips, sobre fines de enero de 2008, Mel cerró con Hugo Chávez el ingreso de Honduras a Petrocaribe.

Esto le garantizó a Honduras el aprovisionamiento por parte de Venezuela, del petróleo que precisaba para la generación de energía térmica, al tiempo que obturaba la posibilidad de que ConocoPhillips y buena parte de la clase capitalista hondureña, siguieran haciendo un flor de negocio a costillas del pueblo.

Es imposible analizar el golpe que destituyó a Zelaya sin tener en cuenta este episodio. Esa vez la respuesta de los gobiernos de Brasil, Venezuela, Argentina y Bolivia fue clave para salvarle la vida a Zelaya y para que seis meses después, quien fue designado por los golpistas para ejercer la primera magistratura, Roberto Micheletti, entregara la banda presidencial a Porfirio Lobo, quien se impuso en unas elecciones condicionadas por EE.UU.