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Mar, Abr
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Tuvo lugar en Bogotá la III Cumbre Nacional de Mujeres y Paz en la que se analizaron los motivos que tiene el bajo nivel de avance de la implementación del Acuerdo de La Habana, alcanzado en 2016, que puso fin a la lucha armada entre las Farc-EP y el Estado de Colombia.

Se llevó a cabo en Bogotá la III Cumbre Nacional de Mujeres y Paz en la que se analizaron los motivos que tiene el bajo nivel de avance de la implementación del Acuerdo de La Habana, alcanzado en 2016, que puso fin a la lucha armada entre las Farc-EP y el Estado de Colombia.

El lema convocante para este evento fue “En Movimiento para que avance la Paz” y ahí se dieron cita representantes de ocho organizaciones, redes y plataformas de mujeres que tienen presencia y actividad relevante en todo Colombia.

En la oportunidad, las organizaciones participantes resaltaron “la importancia de las mujeres en la protección de la vida, del planeta y de la paz”, al tiempo que hicieron hincapié en que esta Cumbre es producto de una historia de luchas y de esfuerzos que comenzó cuando se perfilaba el proceso de paz que se llevó a cabo en este país.

“Este proceso de la Cumbre nació porque veíamos que en la Mesa de Negociaciones no había mujeres y nos dijimos que necesitábamos unas plenipotenciarias tanto del gobierno como de las Farc-EP para que también hicieran propuestas y estuviera la mirada de las colombianas”, recalcó Nelly Velandia, que es vocera de la Asociación Nacional de Mujeres Campesinas, Negras e Indígenas de Colombia.

Por eso durante la primera edición de la Cumbre, que fue celebrada entre el 23 y el 25 de octubre de 2013, se acordaron tres puntos. El primero fue el respaldo al proceso de paz, y exigencia a las partes de no levantarse de la mesa hasta no llegar a un acuerdo. También se insistió en que el proceso debía contar con la presencia y participación de las mujeres en todas sus etapas, incluyendo la Mesa de Conversaciones bajo la premisa de que “las mujeres no queremos ser pactadas sino ser pactantes”. Y, asimismo, se destacó que era precisa su inclusión, en la agenda de las conversaciones, de las necesidades, intereses y afectaciones del conflicto en la vida de las mujeres.

“Fue esencial alzar nuestras voces, de esa manera fue que invitaron a algunos grupos de mujeres entre ellas la Cumbre y así presentamos nuestras propuestas”, recordó al respecto Nelly Velandia y añadió que fue una oportunidad de transformación para posicionar la agenda de las mujeres como un tema central, “por el impacto que el conflicto armado ha tenido en sus vidas y porque sin ellas se comprometía tanto la legitimidad del proceso mismo como la sostenibilidad de los acuerdos, habida cuenta de su contribución histórica en la construcción de la paz en todos los territorios del país”.