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En el medio de la guerra comercial entre Beijín y Washington, EE.UU. anunció un boicot diplomático a los Juegos Olímpicos de Invierno 2022. ¿Por qué muchos países que en otro momento se hubiesen sumado sin problema hoy dudan hacerlo?

Pasaron más de cuarenta años de aquel 19 de julio de 1980 cuando se inauguraron los Juegos Olímpicos de Moscú, que estuvieron marcados por el boicot de EE.UU. y su séquito, contra a la Unión Soviética y todo el bloque socialista, en medio de la Guerra Fría.

Siete meses antes de los Juegos, la Urss había intervenido militarmente en Afganistán, respondiendo a un pedido del presidente Mohammad Najibulá, quien había sido elegido democráticamente y cuyo gobierno, era hostigado por milicias fundamentalistas islámicas, apoyadas por EE.UU.

Esa fue la excusa para que Washington perpetrara el boicot al que se plegaron más de cincuenta países, entre los que destacaron Alemania Occidental, Japón, Canadá y muchos de África y Sudamérica, entre ellos Argentina que por entonces estaba gobernada por la dictadura encabezada por Jorge Rafael Videla.

En los siguientes Juegos, que fueron en Los Ángeles, el boicot vino por el lado  del bloque socialista que así respondió a lo sucedido cuatro años antes. La Urss argumentó entonces que no estaban dadas las condiciones seguridad para su delegación. Al mismo tiempo, Irán tampoco participó para protestar contra la política intervencionista estadounidense en Medio Oriente y el apoyo de Washington a la ocupación israelí de Jerusalén.

Ahora, nuevamente, el conflicto toca a las puertas del deporte olímpico. Desde el  4 de febrero de 2022, se disputaran en la capital China, Beijing, los Juegos Olímpicos de Invierno. EE.UU. adelantó que no se enviará delegación oficial porque, alega, está preocupado por las supuestas violaciones a los derechos humanos que habría en China. De todos modos, el Comité Olímpico señaló que los deportistas estadounidenses podrán competir, pero sin su bandera.

“La presencia de la representación diplomática estadounidense en los Juegos, sería como si no hubiera pasado nada, a pesar de las flagrantes violaciones de los derechos humanos y las atrocidades de China en Xinjiang”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki quien, lamentablemente, debe padecer presbicia, porque mientras parece tener buen ojo para ver lo que supuestamente sucede a doce mil kilómetros, le cuesta ver qué está pasando muy cerca de su despacho, en el territorio que ilegalmente EE.UU. ocupa en Guantánamo.

Pero esto no es todo. Ya que pocas horas después del anuncio de la Casa Blanca, se sumaron al boicot diplomático aliados de EE.UU. como Gran Bretaña, Canadá y Australia.

Desde Beijing, el vocero del Ministerio de Exteriores, Zhao Lijian, repudió el anuncio y dijo que su país tomará “contramedidas decididas”, sin más detalles. Rusia se solidarizó con China frente al boicot y Argentina adelantó que va a estar en Beijín.

Esto resonó fuerte en la Unión Europea. El bloque está dividido entre quienes quieren ir y aquellos que anunciaron que se unen a EE.UU. que rápidamente reclutó para su causa a Australia y Reino Unido que, casualmente, son sus socios en el Acuerdo Aukus que busca una mayor coordinación militar para cercar la zona de influencia de la República Popular China en la cuenca Asia-Pacífico (Ver Juntos contra Aukus y El Aukus enciende luces de alarma). También se pronunció Canadá que decidió no enviar autoridades a los Juegos. Mientras que Francia y Países Bajos están tratando de encontrar un enfoque común de la Unión Europea sobre el boicot diplomático.

En este sentido, el presidente francés, Emmanuel Macron,  llamó a que evitar que se politice el olimpismo y señaló que no apoya medidas “pequeñas y simbólicas”, en tanto que Hungría, el aliado más cercano de China en el bloque, adelantó que nunca apoyaría un boicot diplomático. Pero pese a esto, la UE trabaja para intentar diseñar un consenso que deje contentos a todos sus 26 miembros. Y China advirtió que los países que optaron por boicotear los Juegos “pagarán un precio” por sus “actos equivocados”.

Todo esto refleja lo dificultoso que tiene el intento de la UE para encontrar una vía intermedia. "Tenemos una posición clara sobre la situación de los derechos humanos en China, pero no creo que sea útil dejar que los Juegos Olímpicos se conviertan artificialmente en un acontecimiento político", dijo el ministro de relaciones exteriores de Austria, Alexander Schallenberg.

En varios de los países europeos, velan por una posición conjunta del bloque, pero no están en condiciones de arriesgarse a llevar a cabo un boicot diplomático contra la formación estatal que es su segundo socio comercial. Muchas grandes empresas alemanas se resisten, porque advierten que una medida así puede enrarecer el clima de negocios que tienen con China. 

 

Manotazo de ahogado

 

¿Provocar y apostar al conflicto es una suerte de manotazo de ahogado de EE.UU. ante la constante toma de posiciones geopolíticas, geoestratégicas y geoeconómicas  la República Popular China?

Luego de anunciar el boicot olímpico, Joe Biden firmó una ley que prohíbe importaciones desde la Región Autónoma Uigur de Xinjiang y estipula imponer sanciones contra los responsables de la organización del "trabajo forzoso" en ese territorio chino.

Es curioso cuando Biden se habla de trabajo forzoso en China, pero evita poner la lupa sobre lo que pasa en su propio país. Hace poco, trabajadores de Amazon murieron porque quedaron atrapados adentro de un edificio en el medio de un tornado en la ciudad de Edwardsville. La empresa instó a que los operarios no abandonaran sus puestos de trabajo. Ante esto el gobierno no tomó ninguna medida. Y ni que hablar de las maquilas que, desde Centroaméérica, abastecen a la industria estadounidense a partir de mano de obra casi esclava.

Sin embargo, las autoridades estadounidenses afirmaron que el proceder chino con respecto a los uigures, población musulmana de esa región autónoma, podría calificarse como “genocidio”.

Desde la Cancilleria China aseguran que EE.UU. usza a Xinjiang para fabricar rumores y provocar incidentes y -bajo el pretexto de velar por los derechos humanos- se dedica a manipulaciones políticas y la persecución económica, intentando minar la estabilidad y la prosperidad de Xinjiang y detener el desarrollo de China. 

Pero lo cierto es que Washington se ve, cada vez más, en desventaja respecto a China en la carrera por la innovación tecnológica. Por eso es que el Departamento de Comercio norteamericano incluyó en su lista negra a compañías chinas de biotecnología señaladas por violaciones a los derechos humanos y, por eso, inventa el argumento que señala que China creó un sistema de vigilancia de alta tecnología en todo Xinjiang, que utiliza el reconocimiento facial biométrico y recogió muestras de ADN de todos los residentes, de entre doce y 65 años, como parte de un esfuerzo sistemático para reprimir a los uigures.

Esto lo dice EE.UU., que es el país que más interfiere en asuntos internos de otras formaciones estatales, mediante el espionaje que perpetra por medio de las más de veinte agencias de Inteligencia que reconoced tener. Y lo hace en un contexto en el que desde algunas de esas agencias, se reconoce que se está brindando apoyo a grupos fundamentalistas islámicos para que hostiguen a China en Xinjiang, que es una región autónoma en la que hay población musulmana. Se trata de lo mismo que hacía en Afganistán, cuando decidió boicotear los Juegos de Moscú.

 

¿Qué sucede en Xinjiang? 

 

Los conflictos en Xinjiang no son recientes. Esta es una provincia autónoma de China en la que conviven varias etnias y grupos de musulmanes, que predican la religión islámica. Entre 1990 y 2016, ataques de extremistas islámicos que se lanzaron en Xinjiang, dejaron un saldo de de miles de personas asesinadas. Sobre estos ataques, los principales conglomerados massmediáticos de EE.UU. y Europa, poco o nada dijeron.

Quienes los perpetraron son extremistas islámicos que pretenden horadar el poder el Estado chino, para instaurar un esquema similar al del Califato que pretendió emplazar Estado Islámico en Siria e Irak.

Queda claro que estas bandas, luchan contra el desarrollo y progreso de China bajo el lema de una sola nación unificada, pero también que cuentan con apoyo encubierto de EE.UU. Y que las autoridades chinas, desde hace mucho tiempo ponen particular cuidado en la lucha contra el terrorismo y el separatismo.

En Xinjiang se establecieron centros de educación desde donde se fomenta la participación de integrantes de estos colectivos y desde 2016 no se hubo ataques terroristas en esta región que es clave para el ambicioso proyecto puesto en marcha por Beijín, denominado Nueva Ruta de la Seda.

Se trata del proyecto económico, social y político que tiene como propósito crear una red de intercambio comercial, económico y cultural que abarque Asia, Europa y América. Algo que, por supuesto, EE.UU. y sus aliados quieren destruir.

Así las cosas, Washington no deja pasar la oportunidad para tergiversar hechos y hablar de “genocidio”, con todo lo que eso implica, pero al mismo tiempo, es cómplice del sufrimiento del pueblo palestino a manos de su socio Israel. Y mientras que desde los conglomerados massmediáticos de occidente se habla de Derechos Humanos en China, se ignora lo que cotidianamente sucede dentro de EE.UU. donde, entre otras cosas, ser negro, integrante de un pueblo originario o simplemente pobre, alcanza para ganar un pasador a la cárcel o a muerte en manos de la policía.