Política
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El juez federal de Dolores, Martín Bava, dictó el procesamiento y embargo por cien millones de pesos al ex presidente, en la causa que investiga el espionaje perpetrado contra familiares de las víctimas del ARA San Juan.

“Yo he dicho que es una persecución política que termina en esto que ya todos sabíamos”, dijo Mauricio Macri ayer, cuando una periodista lo consultó sobre el procesamiento y embargo por cien millones de pesos que le dictó el juez federal de Dolores, Martín Bava, en el marco de la causa abierta por el delito de espionaje ilegal que fue perpetrado contra familiares de las víctimas de la tragedia del ARA San Juan.

Fue en Chile donde –entre otras cosas- acababa de brindar su explícito apoyo al candidato pinochetista, Antonio Kast. Ahí, cuando se lo consultó si se sentía incómodo con su situación, Macri corrió hacia adelante: “más incómodo es para la propia justicia argentina tener jueces como el juez Bava”, advirtió.

¿Será por eso que un pilar de su estrategia de defensa consiste en llevar la causa a Comodoro Py, donde se encuentra buena parte de la corporación judicial con la que trabajó en tándem para consagrar el lawfare como método de acumulación política y construcción de poder?

La otra pata de su defensa es política, algo que quedó claro desde el mismo momento en que fue convocado a declarar en Dolores. Esa vez, mientras que desde la perspectiva judicial no aportaba nada sustancial a la causa, intentó ubicar el centro de la atención en el show massmediático que pretendía incluir una movilización de “indignados” y el acompañamiento de los principales referentes del espacio político que creó y lidera.

Esa vez consiguió muy poco de ambas cosas, sólo pusieron la cara algunos de los más gurka del PRO con Patricia Bullrich y Hernán Lombardi a la cabeza que, lejos de los cuatrocientos micros con que amenazó la ex ministra de Seguridad, debieron conformarse con un puñado de exaltados barrabravas y algunos pobres empleados municipales que el intendente de Dolores, Luis Etchevarren, obligó a asistir al acto montado en las inmediaciones del Juzgado.

También por esos días se hizo pública una carta de ex mandatarios que forman parte de la Iniciativa Democrática de España y las Américas, un grupo donde se codea algo de lo peor que tiene el liderazgo de la derecha política hispanoparlante. Entre otras joyitas, ahí estamparon sus firmas José María Aznar, Felipe Calderón, Alfredo Cristiani, Lucio Gutiérrez, Jamil Mahuad, Andrés Pastrana, Jorge Tuto Quiroga, Juan Carlos Wasmosy y Álvaro Uribe.

Con este telón de fondo su abogado, Pablo Lanusse, recusó dos veces al magistrado interviniente. El objetivo de máxima es llevar la causa a Comodoro Py, pero también se conformaría con el premio consuelo: lograr que prospere el recurso al que le dio luz verde la Cámara Federal de Mar del Plata, para que Casación trate la recusación presentada por Lanusse contra el juez Bava.

En este caso la presentación formal acusa al magistrado de ser parcial y pone en el ojo del huracán la citación a indagatoria que hizo sin haber pedido que se releve a Macri del secreto de inteligencia. Pero cuando habla ante la requisitoria massmediática, el abogado patrocinante de Macri exhibe una línea de defensa netamente política y muy agresiva, sobre todo, contra el magistrado de la causa.

Y este es el nudo de la cuestión. Porque, además de la requisitoria que tiene en esta causa, pesan sobre el ex presidente denuncias penales en la causa principal abierta en los tribunales de Caleta Olivia por el hundimiento del ARA San Juan y su ocultamiento, pero asimismo en la iniciada por el contrabando y venta ilegal de armas a Bolivia y por la toma de 45 mil millones de dólares de deuda con el FMI sin previa consulta al Congreso.

De ahí que elija la defensa política. Y, para esto, cuenta con el formidable andamiaje que le suministran las bocas de expendio de los conglomerados massmediáticos dominantes. Pero también buena parte del Poder Judicial y el espacio político que construyó a su propia imagen y semejanza. Por eso ayer, apenas se supo que el juez Bava lo había procesado, desde Juntos por el Cambio hubo un pronunciamiento que carece de fisuras.

 

Experiencia

 

Así las cosas, la experiencia le indica a Macri que cada vez que corrió hacia adelante pudo zafar. Así pasó con la causa por el contrabando de autopartes de Sevel a Uruguay, en la que se libró de ir preso merced a los oficios del entonces titular de la Corte, Julio Nazareno, así como en la que se abrió por las escuchas cuando fue jefe de Gobierno, de la que lo hizo zafar el juez federal Sebastián Casanello, a pocos días de que asumiera la Presidencia.

En todos estos casos, la clave estuvo en su capacidad para acumular poder suficiente como para cooptar, apretar y disuadir a representantes del Poder Judicial para quienes cualquier causa con su nombre en la carátula, tarde o temprano, quemaba.

Esto también explica, al menos en parte, el recorrido del empresario devenido en mandamás del Boca Juniors, jefe de Gobierno y Presidente. En cada etapa, fueron cada vez más graves los delitos por los que tuvo que responder y cuya responsabilidad logró eludir ¿Podrá zafar también esta vez?

Aunque Macri elija el terreno político para intentar gambetear su responsabilidad en el caso de algo tan aberrante como es el espionaje a familiares de las víctimas del ARA San Juan, lo que debe quedar claro es que en esta y en las otras causas que lo involucran, hay delitos que se corresponden con conductas que son reprochadas y penadas judicialmente, incluso en el contexto de la idea de justicia que tiene el Estado Liberal Burgués.

Pero también que la defensa corporativa que recibe Macri, se explica por los niveles de complicidad, que tienen quienes la realizan con las conductas que se denuncian.

Hay un hilo conductor claro entre el espionaje ilegal perpetrado contra los familiares de los tripulantes del ARA San Juan y el hundimiento del submarino que zarpó en condiciones de seguridad inadmisibles. Los espiaron para ocultar ese hecho y, en esta dinámica psicopática, necesitaron de una mentira para tapar otra.

Asimismo hay un factor común entre el hecho por el que se lo procesa ahora a Macri y el de las escuchas ilegales, por el que fue procesado cuando era jefe de Gobierno. Y también con la decisión que adoptó a poco de instalarse en La Rosada, cuando traspasó a la Corte Suprema la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado (DAJuDeCO). Esta dependencia que incluye la oficina de escuchas telefónicas, se convirtió en una herramienta medular para el establecimiento de un aparato ilegal de espionaje funcional a las prácticas que se inscriben en el lafware, que fue indispensable para generar condiciones políticas que –entre otras cosas- hicieron posible el contrabando de armas destinadas a los golpistas de Bolivia y la toma de deuda externa más ominosa que conoce la historia universal.

Mauricio Macri es uno de los ejemplos más acabados de aquello que debe construir la clase capitalista, para poder dar respuesta al actual momento que atraviesa la crisis que el sistema porta en su propia información genética.

Y como tal, es demiurgo y líder de un espacio político que en pocos años logró interpelar a un sujeto social al que su propio individualismo suele llevar a la dispersión, para convertirlo en un bloque identitario homogéneo y galvanizado con mística, estética y hasta con algo de carácter epopéyico que la insustancialidad que habitualmente tienen sus argumentos no logra opacar.

Ese sujeto social acaba de decir en las Legislativas, que le importan un pito el ARA San Juan y los familiares de sus tripulantes, las armas a Bolivia y el lafware. Pero tampoco la toma de una deuda que benefició a un puñadito muy pequeño de amigotes del que por entonces era el staff gobernante, pero que va a tener que pagar el conjunto de la sociedad, incluidos ellos mismos. Esa es la principal herramienta que tiene Macri y por eso apela a defensa política.