Preparan un proyecto para buscar que un impuesto a los bancos, financie la creación de un fondo específico para la lucha contra el Covid-19. La juntaron con pala ¿Y ahora qué?
El presidente de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, Federico Otermin, adelantó que se prepara un proyecto destinado a financiar la creación de un fondo específico para la lucha contra el Covid-19, que si prospera permitirá establecer un impuesto a los bancos.
La iniciativa prevé una suba al impuesto a los Ingresos Brutos, para las actividades financieras que actúan dentro del territorio bonaerense que ahora es de alrededor del siete por ciento.
La idea avanza por el mismo recorrido que en el contexto de la pandemia ya hizo La Pampa, donde a instancias de su gobernador, Sergio Ziliotto, la Legislatura aprobó el aumento de la carga tributaria sobre las entidades bancarias con sucursales en la provincia, que pasaron de un nueve al catorce por ciento de tributo por Ingresos Brutos.
A la hora de explicar los motivos de la Ley, Zilotto fue claro cuando dijo que los bancos privados no ayudaron en medio de las condiciones de aislamiento que impuso la pandemia y recordó las trabas que pusieron para viabilizar las líneas crediticias dispuestas por el ejecutivo nacional.
Por su lado, en el municipio bonaerense Hurlingham, Juan Zabaleta, impulsó el incremento del cincuenta por ciento de la tasa municipal a bancos y entidades financieras, algo que fue replicado por Jorge Macri en Vicente López y Martin Piaggio en Gualeguaychú, entre otros.
La afirmación de Zilotto está justificada. De los informes remitidos a la Bolsa de la Ciudad de Buenos Aires, una decena de las principales entidades financieras y bancarias que cotizan en esa organización privada, sumaron durante el trimestre inicial de 2020, 26.500 millones de pesos en concepto de ganancias operativas.
Pero pese a esto, sistemáticamente retacearon los mecanismos que dispuso –desde abril- el ejecutivo nacional para que se facilite el acceso a crédito blando, especialmente, a las pymes.
Vale citar que para paliar algunas de las consecuencias de las restricciones que impuso la pandemia, una de las cosas en las que el ejecutivo se focalizó, fue en ayudar a que los bancos tuvieran liquidez para prestar.
Aquí también hay que señalar que a raíz de la caída de la actividad económica, la banca privada mejoró su liquidez que ya era buena.
Por eso el Estado dispuso 350 mil millones para que las empresas captaran créditos al 24 por ciento anual para pagar salarios. Pero este mecanismo fue ralentizado por la banca privada y hasta hubo casos en los que cobraba comisiones para que las pocas empresas pudieran acceder.
Pero además, sobre todo desde el sector pyme, se denuncia el endurecimiento de la banca en casos de cheques rechazados en un contexto en el que caída de la actividad productiva y comercial hace estragos en la cadena de pagos.
Junto con las energéticas, el sector agroexportador y la megaminería, el sistema financiero está entre los pocos y concentrados actores que ganaron durante la Presidencia Cambiemos.
De acuerdo al Informe sobre Bancos elaborado por el Central, correspondiente a noviembre de 2019, en conjunto la banca privada creció 566,7 por ciento, mientras que la ganancia de los bancos públicos disminuyó un 37,9 por ciento.
¿Pero puede ser casual todo esto? La devaluación respecto al dólar, la política de altísima tasas de interés y sobreendeudamiento fueron herramientas derivadas de decisiones gubernamentales determinantes para diseñar este escenario en el que el sector financiero privado concentrado tuvo su campo orégano. Pero, aun así, siguen mirando para otro lado.
Debate
Queda claro que con este telón de fondo, vuelve a ser preciso reflexionar acerca de la soberanía financiera y monetaria, así como sobre el papel del sistema bancario y, en este sentido, sobre la capacidad de intervención del Banco Central.
Todo esto habilita la apertura hacia una mirada sobre la nacionalización de la banca, tal como lo reclama por estos días una campaña en la que participan diferentes movimientos sociales que propone algunas “medidas mínimas de emergencia”, al tiempo que recalca que “hay que construir un gran debate nacional hacia la nacionalización de la banca”.
Lo cierto es que mientras se resuelve un debate de fondo como ese, es prudente reflexionar sobre la necesidad de rediseñar la arquitectura económica y financiera, para dotarla de funcionalidad a un abordaje en el que, como pocas veces, la inversión social y la asistencia al sector productivo se vuelven urgentes.
Pero es difícil que esto sea posible si el Estado no avanza en la implementación de medidas que garanticen una fuerte regulación para impulsar la producción, proteger el ahorro y evitar que la industria financiera controle el mercado de cambio y de movimientos de capitales.
Ya que la dinámica actual fomenta la ronda de concentración y maximización de tasa de rentabilidad del capital, algo que se potencia incluso en tiempos de pandemia.