Política
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Portazo al Grupo de Lima y defensa del Mercosur. Atenti con la Segunda Ola. Macri en la tele como en casa ¿le irá igual en los Tribunales? Asume Soria. Vuelven los buitres ¿Estaremos entre “los Estados democráticos” de Biden? Guzmán se trajo un empate de visitante…nada mal, pero seguimos en zona de descenso.

Finalmente, al promediar la semana pasada, el Gobierno dio el portazo y sacó a Argentina del Grupo de Lima (GL), ese espacio creado después de que durante 2016 fracasara el intento impulsado por EE.UU., para que la OEA activara la “Carta Democrática”, que hubiera abierto las puertas a la posibilidad de una acción directa contra Venezuela, avalada por el organismo continental.
En ese marco y a instancias de esa usina de la derecha hispanoamericana denominada Fundación Internacional para la Libertad, se creó el GL que explícitamente se propuso derrocar al gobierno que Venezuela eligió de acuerdo a la Constitución de ese país.
Y lo hizo por medio de la presión internacional que profundizó el ahogo económico-financiero de Caracas, pero también avalando a grupos terroristas que actúan sobre todo, desde la frontera colombo-venezolana.
Lejos de sorprender, el adiós al GL es un hecho coherente con la mirada del frente que llevó a La Rosada a Alberto Fernández, quien desde antes de ser Presidente hizo pública su postura sobre la situación de la República Bolivariana en sintonía con el Grupo de Puebla y la tarea que viene llevando a cabo el Grupo Internacional de Contacto sobre Venezuela.
Pero la salida de Argentina de ese espacio, también es necesaria a la hora de cimentar una política exterior que se desprenda del costoso lastre que dejó el Gobierno Cambiemos que, en apenas cuatro años, desarticuló buena parte de lo que se venía avanzando en materia de articulación y autonomía regional.
Habrá que trabajar mucho para ver qué es lo que se puede reconstruir de espacios como la Celac y la Unasur, pero también el Mercosur, bloque que acaba de cumplir tres décadas en medio de un momento cuya complejidad se reflejó en el encuentro que por ese motivo, llevaron a cabo los mandatarios de sus países miembro.
Las restricciones que impone la pandemia, imposibilitaron que la reunión prevista en Buenos Aires sea presencial y hubo chisporroteos en el encuentro de un Mercosur, donde Venezuela sigue suspendida y Bolivia continúa mirando por al ventana.
En este contexto apareció una voz disruptiva respecto a la mirada extremadamente libremercadista que Jair Bolsonaro expresó moderadamente, y con bastante más énfasis lo hizo Luis Lacalle Pou. “Si somos un lastre, que tomen otro barco”, dijo Fernández en lo más álgido del debate sobre aranceles externos, al replicar la postura de su par uruguayo quien demandó “flexibilización” comercial.
Para poner negro sobre blanco, es preciso decir que Lacalle Pou levantó la bandera del sector agroexportador transnacionalizado que actúa en toda la zona en la que, durante los últimos veinte años, se verifica una extrema valorización de la renta agraria que empujó un grave desequilibrio productivo. Y en esto es necesario recalcar que lo que se discute, no es sólo hasta donde se levantan las barreras arancelarias, tal como queda expresado con todo lo que salió a la luz con el Caso Vicentin (Ver ¿La Ruta del Dinero V o la Ruta del Dinero MV?) y lo que ahora mismo se debate alrededor del proceso de licitación de la Hidrovía (Ver Hidrovía Paraguay-Paraná ¿Por qué privatizarla otra vez?).
Lo que dijo Lacalle Pou es que el Mercosur debe tener más apertura comercial, mediante acuerdos del tipo TLC, con países de economías capitalistas de primera línea. Así a cambio de que esas formaciones estatales dejen ingresar algunos productos agropecuarios, aquí deberíamos dejar que nos inunden con manufacturas industriales.
Esto tendría consecuencias letales para una industria que con el Gobierno Cambiemos no la pasó bien. Sólo entre diciembre de 2017 y el mismo mes de 2019, la actividad industrial cayó catorce por ciento.
Con ese telón de fondo y con pandemia, de marzo a junio de 2020 acumuló una baja de 13,2 por ciento, del que para diciembre ya se había recuperado casi el noventa por ciento. Con el crecimiento del 1,6 interanual que lleva en lo que va de marzo, los datos de la industria superan a los que dejó la Presidencia Macri, que tuvo su pilar en la valorización financiera concatenada al mecanismo de deuda y fuga, así como a la reprimarización de la economía.
¿Cómo se traduce todo esto? La idea que tienen es fácil: soja más turismo, soja más productos financieros y fuga, soja más algo –poquito- de industria y soja más narcoproducción.
Estas posturas hablan de características estructurales de los países de la región, pero sobre todo de la mirada cortoplacista de sus burguesías, y su subordinación intelectual y política a un esquema que –así lo entienden- no puede ser disonante con lo que dispone EE.UU.

Días agitados

Opacado por el debate del asunto arancelario, la pandemia fue uno de los temas que sobrevoló la reunión, que no se hizo presencial por las restricciones que esa situación impone. En Brasil y Paraguay la cosa está horrible y empeora, Uruguay registra alza en la cantidad de casos en el contexto de una segunda ola, ante la que aquí el Gobierno eximió de presencialidad a los trabajadores estatales hasta el 9 de abril, inclusive.
Por su parte, el Consejo Federal de Salud definió que la segunda dosis de la vacuna contra el Covid-19, se difiera doce semanas para facilitar que más personas puedan recibir la dosis inicial. Mientras tanto ya llegaron las vacunas AstraZeneca del fondo global Covax, que se suman a las que fueron entregadas de Sinopharm y Sputnik V que esta semana enviará una nueva partida, en un marco en el que las restricciones se profundizan (Ver Temporada de caza en el zoo).
También esta semana se espera que Mauricio Macri continúe con su agenda de relanzamiento. Desde la presentación de “Primer Tiempo”, el ex presidente viene protagonizando un raid, que lo lleva a estudios de TV para que sus amigos y empleados le tiren centros.
Sin pudor ni miedo a la repregunta, miente y tergiversa datos sobre economía, vacunas, salud pública, política internacional y todo lo que incumbe a apenas una parte del amplio espectro alcanzado por el desastre que hizo en su paso por La Rosada. Los argumentos que esgrime ahora, son tan vacíos como los que lo llevaron a convertirse en Presidente en 2015. Relativizar esto sería un error peligroso.
Pero entre set y set, es probable que mire de reojo lo que hoy lunes pase en la reunión convocada por la jueza Marta Cirulli, en la que se espera que alguna de las firmas fantasma que el Grupo Macri inscribió, acerque una propuesta de pago que convenza a los acreedores entre los que figura el Estado Nacional. Si fracasa el encuentro, quedarán apenas cinco días hábiles para que Correo Argentino vaya a la quiebra y, por lo tanto, Socma deba afrontar sus deudas junto a sus accionistas entre los que están Mauricio Macri y sus hijos. Como se ve, la cosa no volvió a foja cero.
Esta no es la única preocupación que debería tener el ex mandatario. Es que la jueza María Servini, tiene a su consideración la solicitud de una medida cautelar para evitar que Fabián Pepín Rodríguez Simón salga del país, a lo que se suma un pedido de inhibición de los bienes del operador judicial del macrismo. Todo después de que se hiciera público un entrecruzamiento de llamados, que ubica a Simón en el centro de una trama de lawfare que incluye la extorsión a accionistas del Grupo Indalo.
Y con el problema del lawfare en la agenda, hoy lunes asume como ministro de Justicia Martín Soria, quien anticipó que va a pedir una audiencia a la Corte Suprema. Entre los temas de ese encuentro estará la Ley Orgánica del Ministerio Público Fiscal que podría destrabar la designación del procurador y, por supuesto, los proyectos enviados por el ejecutivo al Congreso que configuran un intento de reforma judicial (Ver Una reforma más que judicial).
Pero asimismo la situación del titular de la Cámara Federal de Casación Penal, Gustavo Hornos, a quien hace poco más de un mes, el entonces diputado Soria pidió que el máximo tribunal investigue por mal desempeño, negligencia y arbitrariedad en el ejercicio de sus funciones. Este juez quedó en el ojo del huracán, tras la detección de seis ingresos suyos a la Casa Rosada para ver al entonces Presidente Macri, con quien reconoció que discutía sobre política judicial.

I want you

La semana pasada y en simultáneo la visita del ministro Guzmán a EE.UU., tenedores de deuda emitida por la provincia de Buenos Aires, presentaron una demanda ante los tribunales del Distrito Sur de Nueva York, por la falta pagos programados de intereses y de capital por algo más de 7.100 millones de dólares, de una deuda incluida en el programa de reestructuración que implementó en abril de 2020.
Se trata de fondos con los que la Nación renegoció deuda durante 2020, en condiciones que se niega a aceptar en el caso de la Provincia, lo que provocó una pulseada que lleva casi un año. Como se ve, los buitres nunca se van.
Mientras tanto en la gira que la semana pasada lo llevó a entrevistarse con representantes de bonistas privados, el Banco Mundial y el FMI, Martín Guzmán salvó el empate (Ver No es personal, sólo son negocios).
“La inflación es un fenómeno multicausal”, reconoce la declaración del Fondo emitida tras la reunión con Guzmán, que firman su subdirectora del Departamento del Hemisferio Occidental, Julie Kozack, y el jefe de misión para Argentina, Luis Cubeddu.
¿Suena a poco? Sí, pero es una hendija que deja el organismo para poder tener un abordaje que no sea exclusivamente ortodoxo.
Por su parte, el vocero del Fondo, Gerry Rice, recalcó que no se puede reducir los costos ni ampliar el plazo para el repago de la deuda como pide Argentina, pero ratificó que “va a continuar el estrecho diálogo”, en el marco de las negociaciones encaradas para alcanzar un acuerdo que permita reprogramar la deuda de 45 mil millones de dólares que el organismo otorgó en 2018. Una deuda que –vale recalcarlo- fue contraída ilegalmente por la Presidencia Macri (Ver ¿Y dónde están los dólares?) y que encorseta cualquier abordaje de coyuntura, táctico e incluso estratégico que quiera emprender el actual gobierno.
Pese a todo esto, el sábado Guzmán le presentó al presidente un plan que tendría el guiño del FMI, donde se habla de plazos para empezar a pagar intereses y liquidaciones para 2026 y de que se podrían renegociar más allá de los diez años del acuerdo de Facilidades Extendidas al que se arribe. Y otro dato relevante: el programa no implicaría ajustes fiscales obligatorios con el compromiso de Argentina, de llegar al equilibrio fiscal durante los tres próximos.
Queda claro que el FMI no se hace cargo de que otorgó un monto que no estaba autorizado para favorecer a un gobierno insolvente. El Stad-By fue político y la solución al problema que provocó debería serlo, pero para eso el Fondo tendría que saltarse algunos renglones de su estatuto.
Por ahora todo parece indicar que antes de las elecciones sólo pueden esperarse idas y vueltas, y algún que otro parche. Por eso es que el Presidente vuelve a ponerle sensatez a la cosa cuando reitera que, en las actuales condiciones, los vencimientos de la deuda son impagables.
Pero La Rosada tiene otra carta y confía en que el trabajo que viene realizando Jorge Argüello, se corone en una reunión cara a cara entre los presidentes de Argentina y EE.UU. ¿Es que si Trump metió la cuchara para que el Fondo cometiera el despropósito de mayo de 2018, por qué no confiar en que Biden pueda hacer algo para favorecer la posición de un gobierno que, después de todo, lo que quiere es pagar?
¿Pero podría ser peor el remedio que la enfermedad? ¿Qué tipo de factura puede venir, sobre todo, si se tiene en cuenta la forma en que se incrementó la presencia de la presencia de la República Popular China (RPCh) en la región y particularmente en Argentina?
El viernes Joe Biden conversó telefónicamente con Boris Johnson, a quien le propuso que “los Estados democráticos” desarrollen un plan alternativo a la iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda que viene impulsando la RPCh desde 2013. Habrá que ver si en lo que piensa es en un Plan Marshall o en una versión remozada de la gasolera Alianza para el Progreso que acabó en el Plan Cóndor.
El Gobierno sabe que se mueve en un terreno fangoso y desde ahí intenta decodificar de qué va la nueva administración estadounidense que a poco de asumir hizo un par de jugadas fuertes. En el terreno geoestratégico salió con los tapones de punta contra la RPCh y Rusia, aunque todavía no queda claro cuáles van a ser los movimientos concretos que, en este sentido, va a dar en los terrenos geoeconómico y geopolítico. Y, por otro lado, emprendió una expansión del gasto público sin precedentes que entre otras cosas le pone 1.400 dólares en el bolsillo a la mitad de los estadounidenses (Ver La Rosada busca su sintonía fina).
Aquí vale recordar que incluso en EE.UU., el Gobierno es sólo una porción de todo un entramado de poder que interviene en la toma de decisiones y que buena parte del triunfo de Biden, se debe al apoyo de un segmento importante de esa trama corporativa que apostó a seguro.
También cabe resaltar que cualquier programa de reestructuración o quita de deuda atenta contra el capital financiero y su búsqueda de constante maximización de la tasa de rentabilidad ¿Alguien puede imaginar al Presidente de EE.UU. operando en esa dirección?
Pero asimismo es verdad que, por lo grosero, el Caso Argentino es de alguna manera, testigo de alrededor de cuarenta casos que podrían estar en una situación similar, de acuerdo a lo dicho por el economista estadounidense Jeffrey Sachs. Por eso su resolución puede ser paradigmática.
Es que cualquier alternativa opuesta a una reestructuración que vaya más o menos en la línea que propone La Rosada, necesariamente tiene que llevar a un proceso de desmantelamiento de lo que queda del sector público como los sistemas de Salud, Educación y Jubilatorio. Pero también a un hiperajuste que acabe con los derechos sociales, lo que dejaría la puerta abierta a otra vuelta de rosca de la crisis, ya que algo así redundaría en una terrible caída de la actividad económica a raíz de la pronunciada merma de la demanda efectiva.
Asimismo, en la medida en que avance la vacunación, es de esperar que las formaciones estatales de primera línea vayan dejando de lado la expansión monetaria que, en mayor o menor medida, implementaron durante el último año. Y esto puede darle más volatilidad a un escenario global en el que el inicio de la recuperación ni su velocidad va a ser igual para todos los países, pero tampoco para todas las actividades.
Con este telón de fondo, el caso Argentino puede avanzar hacia un modelo de salida relativamente razonable o hacia un ejemplo más de la pedagogía del garrote.
Sin ganas de amargar a nadie, en este punto es preciso recordar que el capitalismo es sistema económico e ideológico, creado por y para beneficio de la clase capitalista. Y que detrás sellos como Blackrock y Templeton, así como de las instancias que toman decisiones en el FMI y el gobierno de EE.UU., hay personas concretas que pertenecen a esa clase, que también la integran los que implementaron los mecanismos que permitieron la toma de la deuda que arrasa a la Argentina, y que después se llevaron los dólares como si nada.
Pero además de la codicia de estos tipos que escapa a cualquier parámetro que pueda tener un trabajador como para mensurarla, el proceso de sobrendeudamiento es clave en el diseño económico-político propio de la actual fase de la Crisis de Larga Duración Capitalista. Es imposible comprender el uno sin el otro.
Porque la crisis es el estado natural del capitalismo y, aunque beneficia a personas concretas, lejos está de ser consecuencia de financistas que se pasan de piola o son muy corruptos como para aprovechar la ultra liberalización de la industria del crédito a costillas de la economía real y productiva.
Es que como explicó Carlos Marx, todo esto responde a la dinámica propia del capitalismo, porque surge de las contradicciones del propio proceso de acumulación capitalista. Entonces, en la actual etapa de su desarrollo, este sistema está encorsetado por límites inscriptos dentro de su propio ADN, entre los que se destaca el que plantea la propia lógica de acumulación del capital.
Y en esta dinámica uno de sus principales productos es la deuda y, por lo tanto, el ciclo de constante sobrendeudamiento, porque para un sistema que encuentra un horizonte para su propia crisis en la extrema financierización, lo importante es fabricar dinero (y fiduciario) antes que capital. Y eso hay que vendérselo a alguien.
La salida del GL fue un acto necesario de autonomía, que tuvo lugar en un momento en el que en el país y la región hay algunas señales que permiten albergar un moderado optimismo, pero asimismo otras que advierten que hay que estar movilizados y alerta.
Y también en la semana del aniversario del golpe de Estado de 1976, que tuvo como finalidad fundamental, empujar a Argentina hacia un modelo de valorización financiera apuntalado por dos herramientas clave, la Ley de Inversiones Extranjeras que facilita la tarea de los capitales especulativos que cíclicamente ingresan para aprovechar condiciones coyunturales. Y la Ley de Entidades Financieras que mediante beneficios que le otorgan mecanismos como el del sistema de reserva fraccionaria, ponen a la deuda en el centro de la actividad económica.
Así las cosas, como si fuera el castigo de Sísifo, esta mecánica es tan perversa que cada vez que parece que se encuentra una solución, todo rueda cuesta abajo y hay que comenzar a subir otra vez cargando una roca cada vez más grande. Pero como esto no es la mitología griega, aquí puede haber soluciones y, para comenzar, salir de la dinámica en la que nos meten esas dos herramientas es fundamental. Y para hacerlo la respuesta es política.