Mario Simpson es artista plástico, delegado por Córdoba de la Unión Nacional de Artistas Visuales e integrante de la Biblioteca Popular del Bicentenario. En esta nota para Nuestra Propuesta reflexiona sobre el ataque a la cultura popular que lleva a cabo el gobierno de Javier Milei y su correltato en la provincia de Córdoba. En este contexto rescata fundamentalmente el papel que juegan “los colectivos artísticos, organismos de DD.HH. y del movimiento LGTBQ+”, como también “los espacios culturales autogestionados y otras instituciones barriales en la construcción de una cultura comunitaria basada en la diversidad cultural con inclusión social”.
En apretada síntesis y en términos generales el escenario cultural de Córdoba no difiere demasiado de la realidad cultural del país, especialmente en lo que hace a recortes presupuestarios.
Las particularidades en cambio son significativas, fundamentalmente por el papel de la Universidad Nacional de Córdoba en la cultura local, su influencia desde la enseñanza superior y, sobre todo, por ser uno de los principales espacios de disputa en la construcción de subjetividad.
Un aspecto destacado de la vida cultural es el enorme caudal de artistas, escritores, comunicadores sociales e intelectuales en general, colectivos artísticos, espacios culturales autogestionados y de asociación disciplinaria que conforman un campo nutrido, complejo y de importantes proporciones en relación a la población de la provincia.
Un dato a tener en cuenta es el gran número de grupos de teatro y la cantidad de salas independientes agrupadas en una asociación que alienta y defiende los intereses del teatro local. Podemos afirmar que el teatro en Córdoba ocupa un lugar destacado en el escenario cultural de Córdoba.
En todo caso, teniendo en cuenta que en la ciudad capital residen alrededor un millón y medio de habitantes, debemos considerar que las actividades culturales y artísticas superan cuantitativamente a muchas otras ciudades. Ya sea por la programación oficial de la Agencia Córdoba Cultura y la Dirección Municipal de Cultura, como por las iniciativas de diversos actores culturales independientes. Hay que decir que la agenda de estos últimos es cuantitativamente mayor que la de los órganos oficiales.
Para entender mejor el papel de la Agencia Córdoba Cultura, órgano oficial de la provincia, debemos saber en primer lugar que el gobierno provincial no posee un plan preciso en materia de políticas culturales. Lo cual se inscribe en el marco de los paradigmas culturales de los gobiernos de tendencia neo liberal.
Por otro lado pareciera que no hay suficientes recursos económicos para cultura, sin embargo se preferencia la inversión en actividades masivas de entretenimiento para la obtención de réditos políticos cubriendo las demandas de diversos públicos y actores culturales.
Existe además una heterogeneidad de criterios entre les integrantes del staf oficial de cultura, estos se debe principalmente a los acuerdos políticos propios del “cordobesismo” por arriba, lo cual y en muchos casos, genera marcadas diferencias programáticas. En el plano administrativo además, y desde hace años, la provincia ha optado por el formato Agencia en lugar de Secretaría como lo fuera en algún momento. El necesario cuestionamiento de ese tipo de administración es un tema pendiente que se debería resolver políticamente con la participación activa de todas y todos los actores culturales y el pueblo organizado.
Sin embargo Raúl Sansica, actual Presidente de la Agencia, proveniente del mundo del teatro, está desarrollando un programa superador de la anterior gestión, evidenciando su pertenencia al mundo de la cultura y diferenciándose de la actual gestión municipal sin rumbo y presa de internas políticas inaceptables.
Por último, y más allá de la lógica de lo que llamamos la necesaria gestión de gobierno, debemos señalar que quienes están llevando adelante múltiples y diversas propuestas de carácter popular son los actores culturales que se empeñan en la construcción de sentidos por fuera de la agenda oficial.
Estos actores sociales, ya sean colectivos artísticos, espacios culturales autogestionados, organismos de DD.HH. y del movimiento LGTBQ+, instituciones populares barriales, entre otros, empeñados en la construcción de cultura comunitaria, aun con el escaso apoyo del estado provincial y municipal, vienen bregando afanosamente por sus propios derechos como pueblo a ser constructores de cultura y defendiendo los espacios conquistados con la lucha por una cultura basada en la diversidad cultural con inclusión social.
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