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Política
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Corridas en la previa de las Presidenciales. Evasión impositiva, fuga y lavado, un clásico de la clase capitalista. La pedagogía de la impunidad va por un nuevo capítulo. Hiperinflación: el sueño húmedo que tienen Javier Milei y Patricia Bullrich.

Durante la semana pasada, el gobierno anunció que unifica para fin de mes y en un pago de 2.586 millones, los vencimientos que estaban previstos para el viernes anterior y los tres sucesivos correspondientes a la deuda contraída por Mauricio Macri con el FMI por medio del Stand-By que ese organismo le otorgó durante 2018. De este modo, ese desembolso va a quedar muy próximo al que ya está pautado para el 1° de noviembre que corresponde a los intereses trimestrales de esa misma deuda que, en este caso, asciende a alrededor de ochocientos millones de dólares.

También la semana pasada se canceló una nueva cuota con el Club de París por 147 millones de dólares, con lo que de acuerdo a lo firmado en la capital francesa por Sergio Massa un año atrás, se destraba para Argentina la posibilidad de acceso a créditos financieros dentro de las líneas que dispone la Unión Europea, para que empresas de ese origen accedan a préstamos subsidiados para hacer inversiones directas en nuestro país. Esto es, divisas que si bien acaban liquidándose en el Banco Central, benefician directamente la posibilidad de la ronda de negocios de una parte importante de la clase capitalista que actúa en Argentina.

Y durante toda la semana inspectores de la Afip y la Dirección General de Aduanas llevaron a cabo 51 operativos en financieras, bancos y casas de cambio a raíz de la fuga de cuatrocientos millones de dólares que perpetraron 176 empresas por medio de falsas importaciones con el Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (Simi) que fue sustituido hace un año por el Sistema de Importaciones de la República Argentina (Sira).

En este contexto hubo allanamientos en veinticinco sociedades anónimas, dieciocho bancos y ocho estudios contables ubicados en la zona del microcentro de Ciudad de Buenos Aires, pero asimismo en otras oficinas de Córdoba, Rosario y Bahía Blanca. Lo que se detectó es una maniobra por la que diferentes empresarios simulan importaciones empleando Simi, sólo para fugar divisas que de acuerdo a lo que pudo establecer la pesquisa a cargo del juez en lo Penal Económico, Pablo Yadarola, y el fiscal Jorge Dahlrocha, se canalizaron a través de firmas estadounidenses radicadas principalmente en La Florida y en la cloaca fiscal ubicada en Delaware.

Pero esto no es todo. La mayoría de estas empresas que fueron allanadas no están habilitadas como importadoras o exportadoras y para perpetrar estos ilícitos se valían de casi novecientos Cuit apócrifos, esto es, de personas que carecen de capacidad financiera y contributiva para realizar este tipo de operatorias. En algunos casos se trata de personas a quienes les robaron sus datos para utilizarlos en este tipo de maniobras.

Para aclararlo mejor: básicamente lo que hicieron fue simular operaciones de importación que nunca llevaron adelante y con esa excusa giraron al exterior cuatrocientos millones de dólares.

Vale recordar que durante mayo pasado, en una causa radicada en el mismo juzgado Penal Económico, una veintena de entidades financieras fueron objeto de allanamientos en los que se detectó operaciones irregulares de comercio exterior, compras, ventas y transferencias de divisas realizadas por 46 sociedades y trece personas humanas, por más de cinco millones de dólares.

Se trata de evasión impositiva, fuga y lavado lo que permite suponer con bastante grado de certeza, que detrás de esto se esconden también otras operaciones ilícitas. Pero además de no tener nada de excepcional, este tipo de prácticas son en buena medida, las que abastecen a quienes perpetran operaciones de alto impacto político, como la que se profundizó durante los últimos días por medio de la incipiente corrida que provocó un salto del precio al que se vende el dólar ilegal (blue), pero también sobre la cotización del Contado con Liquidación (CCL) y Mercado Electrónico de Pagos (MEP).

Habrá que ver qué pasa durante las dos semanas que restan antes de las Presidenciales. Pero lo que queda claro con lo que hasta ahora fue una mini corrida, es que hay un sector de la clase capitalista que aprovecha el momento preelectoral para hacerse el veranito. Y que en esta oportunidad, cabalga sobre la incertidumbre que provoca el hecho de que dos de los tres candidatos que pican en punta prometan super devaluación y ajuste, al tiempo que uno de ellos, además, dice que su programa es destruir la moneda nacional y dolarizar.

Y también, lo que se fomenta con este combo de especulación/presión, es la idea de que después de las Presidenciales, el gobierno no va a poder sostener el tipo de cambio oficial a 350 pesos, lo que implicaría una nueva devaluación. Entonces, a lo que se asiste es a una decisión del “mercado” caracterizada por la migración hacia el dólar de carteras con las que sus actores ganaron mucho en pesos.

Pero, es preciso repetirlo, los mercados no son entes objetivos, sino que constituyen una parte de la clase capitalista actuando de acuerdo a sus propios intereses y por medio de la imposición de reglas que habitualmente eluden la legislación y regulaciones estatales. Es decir, personas concretas que actúan por medio de grandes aglomerados empresariales que concentran mucho poder, favorecidas por el actual momento de la crisis de larga duración que transita el sistema capitalista, que tiene a la financierización como su principal característica.

Aunque, claro está, nada de esto es inocuo. Y en esta suerte de profecía autocumplida, los que ganan son poquitos y los mismos de siempre, lo que incluye a los que a caballo de esta incertidumbre le siguen dando sin piedad a la remarcadora de precios de la canasta.

La corrida fue festejada por el candidato presidencial de La Libertad Avanza, Javier Milei, quien sostuvo que “cuanto más alto esté el dólar, más fácil va a ser dolarizar la economía”. Sus dichos son tan brutales como pedagógicos e impunes, tanto como los actos que su ahora patrocinador perpetró cuando fue presidente.

 

Pedagogía de la impunidad

 

Todavía no se conocen los nombres de las entidades y personas que participaron de la maniobra por la que, a costillas del Estado, esta vez fugaron cuatrocientos millones de dólares. Y es muy probable que queden impunes. Pero en esta pedagogía de la impunidad, no es otro que Mauricio Macri quien se suba al tope del podio con el proceso de fuga y sobreendeudamiento que encabezó desde La Rosada entre 2015 y 2019.

De esto da cuenta el Informe Mercado de Cambios, Deuda y Formación de Activos Externos que presentó el Banco Central a poco de comenzar 2020, en el que se expone cuál fue el diseño que fomentó la fuga de 86 mil millones de dólares que perpetró el Gobierno Cambiemos.

Y esto no es todo. Ya que desde que Macri acordó el Stand-By con Christine Lagarde, la fuga de dólares ascendió a 45 mil millones (¡Sí, lo mismo que mandó el Fondo!) y esto a pesar de que la Carta Orgánica del FMI, que nuestro país refrendó, prohíbe que se utilicen los recursos del organismo para solventar la salida de divisas.

Asimismo, en los memorándum que suscribió para tomar el préstamo, la Presidencia Macri se comprometió a que los dólares que iban a ingresar serían destinados a bajar las tensiones existentes en la balanza de pagos, por lo que tenían que destinarse para incrementar las reservas. Pero durante el último año de ese mandato las reservas se desplomaron en algo más de veinte mil millones de dólares, sin que hubiera ninguna razón externa como una pandemia o sequía que lo justifique.

Es que los dólares que el Fondo le dio a Macri, fueron utilizados para garantizar la compra indiscriminada de divisas baratas que de las que unos pocos favorecidos se valieron para hacer una rápida rentabilidad y después fugar. Esto profundizó el problema de restricción externa que tiene la economía argentina, fue letal para el mercado interior y profundizó el déficit fiscal.

¿Quiénes se beneficiaron? El Informe del Central da cuenta de que el veinte por ciento de personas físicas que compraron divisas durante ese período, se quedaron con el ochenta por ciento de lo que se adquirió. En el caso de las personas jurídicas la cosa es todavía más clara, porque el diez por ciento de los que compraron se alzó con el 93 por ciento de los dólares vendidos.

Pero en un nuevo capítulo de esta pedagogía de la impunidad, aunque sobra evidencia para sentar a Macri y sus secuaces en el banquillo de los acusados, el actual Gobierno no pudo, no supo o no quiso favorecer condiciones para que se profundice la investigación que permita establecer a los bolsillos de quiénes fueron a parar los alrededor de 45 mil millones de dólares del Stand-By de 2018 que no están en el país. Y, por su parte, la jueza María Eugenia Capuchetti se encarga de dormir la causa por la que se debería investigar y sancionar este delito.

Es que esta pedagogía de la impunidad no es otra cosa que la pedagogía del capitalismo que en el actual momento del desarrollo de su crisis de larga duración tiene en el sobreendeudamiento un diseño geoestratégico, geopolítico y geoeconómico de dominación que es clave, ya que destruye soberanía política, económica y nacional en beneficio de lo peor de la clase capitalista.

 

“Híper de 45-60 días”

 

Especulación financiera y sobreendeudamiento son dos caras de una misma moneda que exhibe, en buena medida, algo de lo más criminógeno que tiene el sistema capitalista ya que fabrica escasez, destrucción del aparato productivo, inflación, pobreza y hambre. Y nada de esto es azaroso o producto de una mala praxis.

“Necesitamos que aumente el desempleo y la inflación, ver dolor en la economía, recordar a la gente que son ellos los que trabajan para el empresario y no al revés”. La frase fue dicha públicamente no hace mucho por el magnate inmobiliario australiano Tim Gurner, y explica cabalmente de qué va esto de provocar escasez como herramienta de disciplinamiento social.

Esto es algo que resulta prudente tener en claro cuando asistimos a una vuelta de rosca más del pustch que perpetran los actores del poder real que eufemísticamente sus bocas de expendio massmediáticas denominan “los mercados”, por medio de maniobras que pretenden construir un campo orégano para la aplicación de un plan de profundas reformas regresivas que -con algunos matices- vienen anunciando Javier Milei y Patricia Bullrich.

Las recurrentes corridas cambiarias como la que tuvo lugar durante los últimos días son una jugada a muchas bandas. Por un lado ayudan a macerar a buena parte de una sociedad que suele ser bastante permeable a la simbología del dólar, al tiempo que brinda argumentos (¡cómo si los necesitaran!) a los remarcadores de precios de la canasta y, por otra parte, amenazan con arrastrar el tipo de cambio oficial que es el que rige a la economía productiva.

La idea de que estas maniobras sean capaces de desatar una hiperinflación es el sueño húmedo que tienen Milei y Bullrich. El candidato de La Libertad Avanza postula abiertamente que ese escenario sería propiciatorio para sus intentos de dolarización, ya que podría dejar sin herramientas de regulación monetaria a un Banco Central cuyas reservas ya están exhaustas y, encima, de cara a vencimientos de deuda que a esta altura queda claro que son impagables.

Esta tormenta perfecta tendría elementos de todas las crisis a las que la clase capitalista que actúa en Argentina, sometió al país durante el último medio siglo. Y eso también incluye una suerte de reedición del Plan Bonex, que fue el anticipo menemista del corralito de Domingo Felipe Cavallo.

Es que, de alguna manera, tal como pasó a principios de la última década del siglo 20, una hiperinflación ahora, licuaría buena parte de la deuda en pesos que tiene el Banco Central y haría per se el ajuste que Bullrich y Milei postulan como una condición necesaria para avanzar en su programa. Si alguien tiene alguna duda, sólo recuerde qué pasó durante períodos hiperinflacionarios, cuando los salarios se diluían en pocas horas, tal como lo hacía la capacidad estatal para responder adecuadamente a prestaciones elementales como educación, salud, obra pública, seguridad y jubilaciones.

Y lo que debe quedar claro es que la hiperinflación es un escenario deseado, al menos por La Libertad Avanza, tal como queda establecido en la hoja de ruta que se hizo pública la semana pasada por medio del canal que Ramiro Marra tiene en Youtube, bajo la denominación “detalles operativos del plan Milei/Ocampo” para dolarizar. Ahí se habla de liberalización del mercado cambiario y del precio de las tarifas de servicios con “reacomodamiento rápido de precios relativos”. Y uno de los puntos lleva por título “Híper de 45-60 días”.

¿Cómo se traduce todo esto? La agenda que traen debajo del poncho es el caos: arrastrar a la sociedad argentina y en especial a los trabajadores y sectores medios, a una situación de presión tal que ya nada importe. Y, entonces, ya será demasiado tarde.

Hay que tener en claro que la amenaza es concreta, está a la vuelta de la esquina, por no decir de las elecciones. Pero también que estos tipos no son unos loquitos sueltos. Lejos de eso, representan lo que en nuestro país actúa de los ganadores del actual momento de desarrollo de la Segunda Crisis de Larga Duración Capitalista, que está caracterizada por una criminal financierización.

Para graficarlo mejor basta con señalar que, de acuerdo a datos del Banco Mundial, el PIB conjunto de todos los países del planeta fue durante 2022, 176 veces menor que el volumen de transacciones financieras, lo que significa que la mayor parte de las transacciones financieras no tuvieron nada que ver con la actividad productiva, sino que fueron meros movimientos especulativos. Esta economía casino sólo se sustenta con burbujas, crisis de derivados y sobreendeudamiento que afecta sobre todo a las formaciones estatales de la periferia capitalista. Y, sobre todo, desestabilización política y social.

Ahora, lo que pretenden, es legitimar por la vía electoral quién es el más apto para garantizar el blindaje de la propiedad privada individual en nuestro país, algo que en el actual momento del desarrollo de la crisis del sistema, es vital para la dinámica de reproducción del capitalismo y el Estado Liberal Burgués. Pero también y como pocas veces en el pasado reciente, aparece una concepción de la política que se planta desde la idea de un dirigismo elitista, que sostiene que habría una suerte de tutela natural que impone que el rico posee superioridad moral para ordenar la vida del empobrecido que, significativamente, lo está por el propio sistema que la clase capitalista pretende relegitimar.

“La principal responsabilidad del gobierno es proteger a la minoría de los opulentos frente a la mayoría”, porque el sistema constitucional -según quien dijo esto- debe construirse para que asegurar “los intereses permanentes del país como el derecho de propiedad”. La frase es de James Madison, el cuarto presidente de EE.UU. y uno de los que diseñaron la Constitución de ese país, pero sintetiza con claridad cuál es el espíritu que rige al programa que en estas Presidenciales propone el bloque que integran las candidaturas de Miley y Bullrich.

Uno de los apotegmas que con particular soberbia el sistema suele repetir como una suerte de verdad canónica, es que “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”, por lo que ante las evidencias que abundan, vale la pena preguntar quién va a poder salvarse en ese sálvese quién pueda.