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Opinión
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En la segunda entrega de la sección “Lenin: un siglo, doce voces”, el secretario Sindical del Partido Comunista, Mario Alderete, reflexiona sobre la actualidad del pensamiento leninista, y su papel inspirador y orientador para la labor de los comunistas.

Por Mario Alderete

Desarrollar una idea y una acción de unidad progresista y revolucionaria en una sociedad como la nuestra, no resultaría exitoso si no nos inspiramos los militantes del Partido Comunista en las invalorables y revolucionarias ideas del camarada Vladimir Lenin de cuya partida a la eternidad conmemoramos el centésimo aniversario.

Él dejó para siempre, entre otras cosas de profundo contenido, la siguiente: “No puede haber libertad real y efectiva, en una sociedad fundada sobre el poder del dinero, en una sociedad en la que las masas trabajadoras viven en la miseria, mientras un puñado de potentados vegeta en el parasitismo”.

Veamos lo que ocurre en nuestro país: acabamos de escuchar en estos días pasados el discurso del Presidente Milei en el Congreso Nacional: volvió -con adjetivos lleno de descalificaciones- a denostar a quienes se oponen a su proyecto, a la política en general salvo la de él. Mintió nuevamente con datos falsos de la realidad y la “herencia” que recibió. “Todos los poderes del Estado están corruptos”.

Ni una palabra sobre el poder económico y concentrado que ganó y gana fortunas y fuga a los paraísos fiscales y que apunta a quedarse con las riquezas del país. Reivindicó la represión de la ministra Bullrich, la limitación a las libertades de protesta y de reclamos, enunció a sus enemigos principales, entre ellos a Baradel, Grabois y Pablo Moyano, destacados dirigentes sociales y sindicales, pero no dijo absolutamente nada sobre la tremenda crisis económica y social que desataron sus medidas y políticas, nada sobre la caída de salarios e ingresos de los trabajadores, nada sobre la comida a comedores y merenderos, sobre los jubilados y su paso a la indigencia (se les sustrajo 890 mil millones de pesos, es decir, el 45 por ciento de sus ingresos).

Al contrario, anunció la pérdida de ese derecho adquirido a más de 3,6 millones de jubilados para darles un plan social. Nada sobre las suspensiones, cierre de empresas y despidos. La inflación galopante, la gente que no cubre sus necesidades mínimas, la hambruna en los niños, los precios del transporte, aumentos de los combustibles, los precios de los medicamentos, el deterioro de la salud, la ofensiva para terminar con la educación pública y las universidades estatales, amenazas a los trabajadores del Estado y los docentes si hacen paros con descuento en los salarios.

Sobre Malvinas ni siquiera una mención, igual que con política internacional y mucho menos sobre su alineamiento absoluto con EE.UU. Sólo prometió “más sacrificios” y que es mejor “que nos acompañen”. Luego propuso una trampa con una reunión con los gobernadores y cabezas de partidos políticos para un pacto social con aprietes y chantaje claros. Los diez puntos que planteó son para imponer un capitalismo salvaje y superexplotador, con la reforma laboral y una ley de jubilaciones que implante nuevamente las Afjp.

Estos son algunos aspectos enunciados por el gobierno ultraderechista y fascista de Milei y compañía por lo cual esta situación impone la construcción de la unidad política y social del pueblo argentino, en primer lugar la clase trabajadora, a fin de evitar la aplicación de un plan que se propone acumular aún más la riqueza en pocas manos, acabar con nuestra soberanía nacional, liquidar conquistas y derechos sociales, entrega absoluta al gran capital internacional y a los diferentes gobiernos que le responden.


Tareas
En ese proceso el rol de los comunistas debe ocupar un lugar de primer orden en la construcción de la unidad de los sectores populares -en primer lugar la clase trabajadora- enriqueciendo objetiva y subjetivamente su capacidad y voluntad, inspirándose en las ideas y enseñanzas del líder mundial revolucionario Vladimir Lenin, cuyas propuestas tienen plena vigencia en momentos tan graves como los que estamos viviendo los trabajadores y el pueblo argentino.

La vinculación con el sujeto social “pueblo” con el propósito fundamental de construir poder popular, constituido en base de sustentación de una alternativa política de gobierno y de poder, debe lograrse a través de la organización y la lucha por las más diversas reivindicaciones.

El arte de un militante revolucionario reside, entre otras cosas, en vincular la lucha reivindicativa con la propuesta política, cuestionando en cada momento al poder verdadero: el capital multinacional concentrado, sus socios nativos de la ciudad y del campo y sus representaciones políticas de derecha empeñadas en garantizar la continuidad del modelo de dominación neoliberal cuya matriz de acumulación y distribución en esencia, tratarán de acentuar y prolongar.

Esa vinculación entre la lucha social y la propuesta política (construcción de alternativa) es, en términos marxistas-leninistas, la relación entre reforma y revolución. Para llevar a cabo esta línea de acción, nuestro Partido resolvió oportunamente proponerse la constitución de herramientas o corrientes que nos faciliten la posibilidad de actuar en concreto, es decir en el ámbito de la lucha de clases real.

Instrumentos que permitan acumular fuerzas para cambiar la correlación existente y evitar fundamentalmente su dispersión, pero también para los comunistas dentro del movimiento social. Y contribuir a terminar con el predominio existente en grandes sectores de un razonamiento limitado sólo a lo específico reivindicativo inmediato e igualmente, en algunos, su acción está expuesta al clientelismo practicado desde las esferas oficiales de turno.

Por lo tanto resulta justo, política e ideológicamente, reflexionar acerca de la actividad de masas del Partido, en cuya Declaración de Principios se afirma que “El Partido funda su accionar en los principios y normas leninista de organización y en la ética revolucionaria.

El Partido lucha por aportar a la unidad de la izquierda y el campo popular para la construcción de una alternativa política y de una cultura liberadora; para concretar la vanguardia unificada de la revolución, para contribuir a la creación de un Frente de Liberación Nacional y Social, por un poder popular de nuevo tipo, socialista, revolucionario, internacionalista, humanista, antiimperialista y anticapitalista”. Por todo esto, las propuestas de Lenin, en el centenario de su partida a la eternidad, continúan y continuarán inspirando la actividad de loa comunistas.