Giorgia Meloni se aboca a la tarea de formar gobierno en alianza con Matteo Salvini y Silvio Berlusconi. Refundación Comunista fija postura.
Ya no visten camisas negras y, al menos en ceremonias públicas, evitan exhibir el fascio. Pero pese a estos esfuerzos estéticos y a que desde las propaladoras de la massmedia dominante se empeñen en meterle el prefijo neo, como recurso semántico para morigerar el peso histórico de lo que realmente son, en Italia el fascismo está a las puertas de formar gobierno de la mano de Giorgia Meloni.
Es que el domingo pasado, la candidata de Hermanos de Italia fue quien más votos obtuvo en la elección general y, así, quedó en condiciones de encabezar la tarea de formar gobierno con el aporte de Liga Norte y Fuerza Italia, que lideran respectivamente Matteo Salvini y Silvio Berlusconi.
Así las cosas, todo parece indicar que Meloni va a ser la primera mujer que va a gobernar Italia, pero el suyo no es un caso excepcional en el contexto europeo actual. También en Suecia la ultraderecha quedó en condiciones de formar gobierno de la mano de los Demócratas de Jimmie Åkesson y ya lo hace en Polonia con el banquero Mateusz Morawiecki y en República Checa con el Partido Democrático Cívico del premier Petr Fiala o en la Hungría de Viktor Orbán.
Volviendo a Italia y en este contexto, Refundación Comunista (RC) se pronunció respecto al resultado electoral que, sostuvo, “estuvo por debajo de las expectativas y de nuestro potencial”. Pese a esto RC hace hincapié en que “nuestras razones siguen siendo válidas”, por lo que “nuestro partido debe trabajar para que el proyecto político de Unione Popolare que sólo nació el 9 de julio crezca, se arraigue en los territorios, sea protagonista de los conflictos y consiga hacerse conocer incluso allí donde no ha llegado”.
Asimismo, señala que Italia se encamina hacia “manos de una derecha nacionalista que seguirá garantizando los intereses de los más ricos, apoyando las razones de una guerra horrenda, garantizando la lealtad a la Otan” y que se trata de “los herederos de Mussolini que, cien años después, llegan al gobierno gracias sobre todo a las opciones políticas del Partido Demócrata y sus aliados, que sólo han conducido a un empeoramiento de las condiciones de vida de los que trabajan o no tienen ingresos”.
Y añade que, “al igual que en el resto de Europa, cuando las fuerzas que se proclaman progresistas aplican políticas neoliberales despiadadas, la gente se aleja de la política (el índice de participación electoral es el más bajo desde la posguerra) o se une a un partido de derechas que hace promesas destinadas a ser desmentidas”.
Tras lo que añade que “contra ambos bandos, por un país en el que los recursos se destinen a la salud, a las escuelas, a los servicios y no a armar ejércitos o a contribuir a la destrucción del planeta, hay que construir una verdadera resistencia social y política”. Y puntualiza que “Unione Popolare es el inicio de este camino del que Rifondazione Comunista quiere ser protagonista activo”.