Sobre la situación del pueblo boliviano que enfrenta a la dictadura liderada por Jeanine Añez, Nuestra Propuesta dialogó con Osvaldo Chato Peredo, integrante del MAS y ex comandante de la guerrilla que fundó el Che en Bolivia.
-¿Cómo está la cosa en Bolivia tras la nueva postergación de las elecciones anunciada por Añez?
Con enorme preocupación por las respuestas de un gobierno que obedece los mandatos de Washington, y no repara en las consecuencias fatales que puede tener la represión brutal de este movimiento popular que ha ganado los caminos y las calles, para hacer respetar la fecha pactada por todos los partidos para realizar elecciones, el 6 de septiembre. La furia popular por esta nueva burla -recordemos que es la cuarta vez que posponen la fecha estipulada- ha derivado en la demanda no sólo de respetar la fecha, sino de pedir la renuncia de la presidenta de facto.
-Tras el paro que impulsó la COB, llegaron más armamentos desde EE.UU. ¿Se puede leer esto como un manotazo de ahogado por parte del gobierno?
Esto tiene que ver con las encuestas electorales, tanto propias como ajenas, ajenísimas y enemigas. Todas coinciden en dar como claro ganador de las elecciones al binomio del MAS, integrado por Luis Arce y David Choquehuanca. Para evitar el triunfo del pueblo y el retorno de la democracia, el gobierno golpista sigue las instructivas de la embajada norteamericana, que contemplan también un Plan B de un autogolpe o golpe de Estado, para entregar el poder a las Fuerzas Armadas y que éstas, al hacerse cargo de un gobierno cívico militar, posterguen indefinidamente las elecciones. Su pretexto es combatir la pandemia.
-Ante la prórroga, ¿es posible pensar en dichos comicios? ¿Cómo se encuentra el MAS y qué estrategias evalúa?
Como lo señalé anteriormente, todo es posible en estos momentos. Las elecciones aparecieron como la mejor manera de saldar en paz esta contingencia política, agravada por la expansión del Coronavirus. Sin embargo, todo indica que el gobierno actual no es de transición, ha faltado a su palabra de convocar elecciones en noventa días luego de ser posesionado ilegalmente por los militares y haber postergado sucesivamente la fecha de las elecciones. Por otro lado, ha dictado una serie de medidas en lo económico, lo social y lo político, que apuntan a restaurar la vieja república oligárquica en sustitución del Estado Plurinacional, lo que indica que su misión no es ser un gobierno transitorio, sino un gobierno que reinstale el neoliberalismo en el país.
-¿Qué circunstancias geoeconómicas y geoestratégicas intervienen en la situación que atraviesa Bolivia?
No nos cabe duda alguna que detrás de todo esto está la codicia del imperialismo yanqui de hacerse del litio, mineral estratégico del que Bolivia tiene las reservas probadas más grandes del mundo; y de las tierras raras, hoy en día producidas solo por China, y que son de enorme valor estratégico para la industria militar. El conflicto comercial entre EE.UU. y China precipitó el golpe en Bolivia, para apropiarse de esos recursos estratégicos.
-Como dice, el rol de Washington es claro en Bolivia, entonces: ¿cuál cree que debe ser la actitud de los gobiernos no alineados con EE.UU. sobre la situación que atraviesa el país?
La solidaridad entre nuestros pueblos debe ser permanente. En ese sentido, valoramos enormemente la protección que brinda Argentina a Evo Morales y destacamos sus esfuerzos por tener una política internacional independiente y no alienada. Ese es el camino que debemos seguir, particularmente para preservar los procesos revolucionarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua; y restaurar la democracia en Bolivia, en Ecuador y en otros países en los que la injerencia norteamericana es descarada y busca por todos los medios inviabilizar los proyectos nacionales. Debemos avanzar hacia un mundo multipolar que ponga en jaque los esfuerzos norteamericanos por consolidar su hegemonía y dominación en el continente que consideran su patio trasero.
-La región tiene una hegemonía de la derecha títere de EE.UU. ¿Bajo qué bases se debería reconstruir la integración regional?
Creo que hoy en día están maduras las condiciones para hablar directamente del socialismo, como la mejor manera de enfrentar la crisis que no es solamente pandémica, sino que ha afectado a la producción, la economía, la educación y las relaciones entre los Estados. Por ello, pensamos que, en el caso boliviano, debemos constituir preferiblemente por la vía democrática y electoral, un gobierno fuerte, legítimo, capaz de encarar la crisis con medidas que reviertan la debilidad de nuestros Estados nacionales ante estas contingencias. La integración regional, en ese sentido, cobra renovada importancia. Solo la solidaridad entre nuestros pueblos hará posible que enfrentemos con éxito la crisis. El Alba está llamado a cumplir una renovada función de integración, pero para ello primero debemos recuperar a nuestros gobiernos secuestrados por el imperialismo yanqui. Vemos con optimismo la conciencia del pueblo latinoamericano, que se da cuenta de la necesidad de drásticas transformaciones para sobrevivir.
-En esa importancia que remarca de recuperar los gobiernos en América Latina, ¿qué críticas le hace a la década de gobiernos progresistas?
En el caso boliviano, es indudable que el mal llamado Proceso de Cambio sufrió una lenta metamorfosis por la infiltración de derecha, que se expresó ideológicamente en el supuesto de una posibilidad de construir un “capitalismo andino”; cuando sabemos perfectamente que capitalismo es capitalismo. Sustituimos paulatinamente al sujeto histórico de nuestra Revolución Democrática y Cultural por una burocracia con concepciones desarrollistas que terminaron por empoderar a la derecha desde el gobierno de Evo para, finalmente, darle el golpe de Estado. Para muestra basta un botón: en Bolivia, nunca el sector financiero de la burguesía ganó tanto dinero; nunca en tan poco tiempo la oligarquía agroempresarial fue tan beneficiada, incluso con la permisividad del gobierno, para el uso de transgénicos y la destrucción de la Madre Tierra. Bolivia ha sido y es un país minero, paradójicamente, durante el “Proceso de Cambio”, el 92 por ciento de las posesiones mineras están en manos privadas, y reportaron muy pocos beneficios para el país. Todo ello hay que reflexionarlo para reelaborar un Programa verazmente revolucionario, como única y eficaz manera de enfrentar la crisis generalizada a la que nos ha conducido este gobierno made in USA.