El precandidato del Partido Comunista de Uruguay para las elecciones nacionales de 2019, que disputará la interna del Frente Amplio (FA), dialogó en exclusivo con NP diario de Noticias, y participó en un acto de la militancia comunista uruguaya en Argentina, el viernes en el Comité Central.
-¿Qué importancia tienen estas elecciones en este contexto de avance de las derechas en América Latina?
Las fuerzas de izquierda en Uruguay vamos a enfrentar una elección en un panorama de extraordinaria dificultad. El proceso de los gobiernos progresistas en América Latina, tuvo una reversión muy dura en el último tiempo. Era esperable esta reacción, con EE.UU. en declive y la geopolítica imperial también, por lo que se vuelve más peligrosa.
Parte de esto que pasa en Argentina y Brasil empezó a pasar en Uruguay, con ajustes de las empresas capitalistas globales. Se está instalando una reestructuración salvaje que tensa la puja redistributiva.
-Un escenario compleo...
Sí y por eso la izquierda tiene que poner todo en la cancha. Esto no significa solo el FA como institución, sino todas las fuerzas de izquierda: el movimiento cooperativo, el de derechos humanos, el feminismo, los movimientos sociales y gremiales.
En esta línea, pensamos que la estrategia que el FA tiene que asumir para enfrentar esta situación, es una de avanzada en materia de derechos y desarrollo productivo. Pero avanzar en condiciones mucho más complejas porque es mucho lo que se juega.
-¿Qué debe aportar el PC uruguayo a esa estrategia?
El desafío que tenemos es uno de amplitud, porque la tarea que tenemos por delante es en términos de articulación social y política y de avanzar en derechos, confrontando sectores que aún tienen el poder y que son importantes. Esto es algo que no puede lograrlo solamente le PC uruguayo con sus aliados más cercanos. Por eso, precisamos un ancho espacio del pueblo para esa batalla. Históricamente, el logro que tuvo la orientación estratégica de los comunistas, es que se transformó en una orientación de toda la izquierda.
-Cuando dice que el objetivo debe ser de avanzada ¿se empiezan a ver contradicciones por los límites que pone el capitalismo?
-Hace trece años que se viene incrementando la inversión pública social, con una serie de transformaciones sociales que nunca antes se habían visto en Uruguay y eso tiene una gran valoración. Pero sí, en los factores de poder las transformaciones han tenido mucha más dificultad. Avanzamos en una ley de medios, para distribuir el poder de los medios, cuya reglamentación ha tenido enromes dificultades.
Generamos un sistema financiero alternativo, con los fondos del Banco República, para promover la economía social autogestionaria y el desarrollo de eso solo quedó en un impulso. Se ha distribuido más tierra que nunca, pero sigue habiendo una gran concentración de la tierra por parte de un sector minoritario, y las medidas que se han tomado contra ese proceso hegemónico, no han alcanzado para tener una estrategia de desarrollo alternativa.
-La clave sería crecer, con qué y para qué...
La estrategia en términos de crecimiento ha tenido una dependencia muy grande de la inversión extranjera directa y del precio de los comodities.
Mientras tanto, las demandas sociales siguen existiendo, por lo cual para avanzar en la satisfacción de esas demandas sociales, es preciso avanzar más sobre la distribución de la riqueza.
Ahora, el Congreso del FA, coloca la necesidad del impuesto a la herencia. Una herramienta fiscal nueva que busca incrementar el impuesto al patrimonio, porque en este escenario se tiene que trabajar más sobre la distribución de la riqueza pero, simultáneamente, hay que trabajar en la construcción de correlación de fuerzas que permita que no salgas cascoteado de ese planteo de distribuir la riqueza.
El neoliberalismo instaló la idea de que ser feliz es tener y sustentar. Hay que pensar patrones culturales distintos, vinculados al concepto de que la felicidad sea la solidaridad, las causas colectivas etc. En eso es lo que más dificultades tenemos, pero también toda América Latina. Se mira por lo que tengo y no por lo que se construye.
-¿O sea que hay que enfocarse a profundizar la batalla cultural?
Exactamente. Si queremos dar la batalla económica, hay que dar la batalla cultural y esto no nos va salir gratis. Cada vez que logramos mover un poquito cualquier mínima propuesta impositiva, la respuesta es que pareciera que estamos instalando la reforma agraria. Hay sectores en el poder que tienen un grado de hostilidad, inclusive, con las reformas; no hostilidad con el cambio revolucionario, sino con las reformas, con la paritaria salarial, no con el control social obrero de la producción. Con cualquier avance aunque sea mínimo, la correlación de fuerzas actual en América Latina hace que tengas una tensión muy dura.
-¿Qué opinión merece que un espacio político tan heterogéneo como el FA se mantenga tan consolidado en el tiempo, ya que está desde 1971?
La unidad social. Antes de la unidad de las fuerzas populares, después de haber sido derrotados por la dictadura de Terra -período que comienza con el golpe que dio Gabriel Terra, en marzo de 1933-, se lleva a cabo la unidad obrero estudiantil del 68 y la unidad de las tres centrales sindicales en una sola (año 1964).
Además, factores internacionales como el golpe de Estado en Brasil (año 1964), contribuyeron a la unidad de los trabajadores en Uruguay, porque antes de conformarse una sola central, las distintas corrientes decidieron ir a una huelga general por si se avecinaba un golpe de Estado.
La Dirección del Frente es elegida por delegados en cada barrio en una estructura territorial que hizo generar cultura frenteamplista, donde la base se hace valer más que las direcciones. Esto no es menor.
Esto sumado a los años de dictadura que, sin éxito, intentó romper la unidad de la izquierda, social y política. Por eso, aquel que quiera romper la unidad hoy, consciente o inconscientemente, está queriendo llevar adelante lo que la dictadura quiso.
La unidad pasó a tener un carácter de principio, ya no es solo un pacto y una forma de organizarse para luchar, es por lo que pelearon nuestros compañeros presos y por lo que muchos fueron desparecidos. Por eso, tiene una carga de peso simbólico y cultural muy especial.