Tras el cese de la huelga indefinida que encabezó la COB, organismos de Derechos Humanos advierten sobre un recrudecimiento del ataque a los sindicatos y movimientos sociales del país.
El paro indefinido que inició la Central Obrera Boliviana (COB), fue el foco de amenaza de mayor envergadura para la dictadura encabezada por Jeanine Añez en mucho tiempo. Las movilizaciones provocadas por el contexto social y económico, sumado a la prórroga constante de las elecciones por parte de Añez, estuvieron en el centro de los reclamos.
Tras la huelga, se estableció un acuerdo político en el que la ONU y la Unión Europea quedaron como garantes para la realización de los comicios durante 2020. Sin embargo, conforme disminuyó un poco la tensión, el gobierno de facto echó mano a una de las herramientas predilectas de su manual: la persecución a los líderes sociales.
Es así que organismos de Derechos Humanos advirtieron esta semana sobre el recrudecimiento del ataque del Estado a los sindicatos y movimientos sociales de Bolivia, con una Fiscalía que anunció 33 demandas de proceso penal contra los dirigentes.
El secretario ejecutivo de la Federación de Trabajadores Mineros, Orlando Gutiérrez, denunció que Añez “está queriendo amedrentar, queriendo callar la voz del pueblo, la voz de los dirigentes”.
Los sindicatos adelantaron que presentarán una denuncia internacional por la persecución a sus dirigentes, al tiempo que advirtieron que también van a adoptar medidas internas para defender el fuero sindical, que está protegido por la Constitución. A su vez, las centrales obreras y campesinas están declaradas en vigilia, para que las elecciones del 18 de octubre se realicen.
La respuesta a la movilización popular
Desde el Golpe de Estado de noviembre de 2019, en Bolivia se agudizó la confrontación de clase con un gobierno que quiere terminar de una vez y para siempre con el proceso de cambio que encabezó el MAS.
El incremento de la persecución parece ser una contestación al paro realizado por la COB, que contó con una gran adhesión de los opositores a la derecha. Añez va por el amedrentamiento de la protesta social, y entiende que esa chispa es la que más pone en tensión a un proyecto de gobierno que desprecia a los que menos tienen y pretende enquistarse en el poder a cualquier costo.
Así las cosas, el bloque que se articula a partir del MAS, sabe que resistir a los ataques y aumentar la organización popular, será clave para torcer el rumbo de un gobierno que -cuando el cronómetro llega a cero- se agarra del Estado para ponerlo al servicio de la burguesía, posponer las elecciones y seguir consolidando el Golpe de Estado.