La política económica del gobierno abarató los salarios en dólares y encareció el precio de las propiedades. Ello, sumado a los tarifazos, la imposibilidad de ahorrar y las condiciones leoninas de los créditos UVA, alejó a los trabajadores de poder comprar una vivienda.
Los trabajadores en Argentina están cada vez más lejos de la casa propia. A un problema estructural del país, la política económica del macrismo volvió un imposible el sueño de la casa propia.
Según un informe de la Universidad Argentina de la Empresa (Uade), con un salario promedio cada vez se pueden comprar menos metros cuadrados. Más específicamente, el Índice de Salario Real con relación al valor del metro cuadrado se redujo en septiembre un 9,9 por ciento.
Por ejemplo, durante el gobierno de Macri el salario mínimo en dólares se redujo un 62 por ciento, mientras que el salario promedio se redujo casi un cincuenta por ciento. Esta difícil situación para los asalariados se conjuga con el déficit habitacional y el negocio inmobiliario, formando una triada de problemas que a la hora de pensar la cuestión habitacional deben ser abordados en conjunto.
En efecto, la crítica situación económico-social que atraviesa el país –debido a las políticas de ajuste y entrega del gobierno nacional– pone sobre la mesa la profundización de uno de los problemas estructurales que mayor incidencia tiene sobre la calidad de vida de las personas, como es la cuestión de la vivienda.
En Argentina hay alrededor de cuatro millones de personas con problemas habitacionales. Según la Federación Nacional de Inquilinos, en lo que va del siglo 21 la cantidad de personas que alquilan aumentó un once por ciento. Las estadísticas oficiales son muy claras al respecto. En Argentina viven actualmente 44,5 millones de personas en 13,3 millones de hogares. Según el Indec, “un hogar se define como persona o grupo de personas que viven bajo un mismo techo y comparten los gastos de alimentación”. El problema del déficit habitacional puede calibrarse en su justa medida cuando se tiene en cuenta que desde el 2000 a esta parte en Argentina se generaron alrededor de 210 mil hogares nuevos, de los cuales 35 mil no llegaron a tener un techo propio.
Dentro de este esquema, una porción cada vez mayor de asalariados tiene dificultades para ahorrar o acceder a créditos hipotecarios –en todos los casos bajo sistema UVA– para comprar vivienda, por lo que el alquiler pasa a ser la alternativa más viable para sostener un proyecto familiar. Sin embargo, según estadísticas del Indec, en la República Argentina uno de cada tres hogares tiene problemas de vivienda, es decir, o no puede independizarse de su hogar de origen o en el caso de lograrlo, lo hace en condiciones no aptas para el desarrollo de una buena calidad de vida.
Así las cosas, en momentos de profunda crisis económica el déficit habitacional crece, las condiciones de acceso al alquiler se dificultan cada vez más y la posibilidad de contar con un techo disminuyen para una porción cada vez más grande de la población.
Entonces ¿cómo alquilar en un contexto de pérdida del poder adquisitivo tanto en pesos como en dólares? En el último año los alquileres ya subieron más del 35 por ciento, mientras que la pérdida del poder adquisitivo del salario se estima entre los veinte y treinta puntos dependiendo del sector. Como reseñamos a lo largo de todos estos años de gobierno macrista, las políticas económicas del gobierno en lo que respecta a vivienda y espacio público estuvo diseñada para favorecer a especuladores inmobiliarios y constructoras en detrimento de los trabajadores, en su gran mayoría obligados a alquilar en condiciones de debilidad frente a pequeños y grandes propietarios.