El dólar blue y la misma cantinela de siempre. Agentes de Bolsa, banqueros, economistas de la tele, fondos buitre y “gente de campo”: una historia de patriotas.
¿Será casualidad que el precio del dólar blue se catapulte en pocos días hasta taladrar un techo de 130 pesos? ¿Responderá todo esto a un fenómeno natural o será que alguien está metiendo la cuchara?
Aquí es preciso recalcar que hablamos de un producto tan ilegal como lo es su comercialización, pero también que si su precio “se” catapulta, es porque hay alguien o algunos que se encargan de maniobrar para que eso pase.
¿Pero será que quienes operan así lo hacen ingenuamente? La brecha entre los precios de compra de dólar oficial e ilegal, incluidos impuestos, se coloca en el rango del sesenta por ciento. Y exhibe la presión especulativa fomentada por un tándem que incluye, entre otros, a la corporación financiera que actúa en Argentina y fondos de inversión global.
La maniobra es evidente y se inscribe en el putsch que le saltó a yugular, básicamente, a tres decisiones gubernamentales: la prohibición de despedir trabajadores que se cumple relativamente, el planteo de reestructuración de deuda y el proyecto de impuesto extraordinario a las hiperiquezas.
Por eso nadie debe sorprenderse cuando con sólo rascar un poco en la superficie, detrás de la presión alcista del Blue aparecen fondos de inversión global y sus apéndices locales.
Ahí están Pacific Investment Manaagement Co y Gramercy son dos viejos conocidos porque integraron la banda de fondos buitre que operaron sobre Argentina desde 2002, pero también aparece Fidelity que tiene parte importante de los papeles de deuda bonaerense y, por supuesto BlackRock, un peso pesado que gestiona activos por más de seis billones de dólares.
Estos cuatro fondos entraron a Argentina, donde se hicieron fuerte haciéndose de títulos de deuda, de la mano de Mauricio Macri y Dante Caputo.
¿Pero por qué será que hace tanto ruido que le suban el precio a un producto ilegal que además opera en un mercado que, por su volumen, es pequeño y marginal?
La presión sobre el tipo de cambio en el mercado ilegal, tiene su correlato en las operaciones llevadas a cabo mediante la compraventa de bonos y por contado con liquidación.
Ante este escenario se espera que el ejecutivo afine la puntería del Banco Central y la Comisión Nacional de Valores, con medidas tendientes a descomprimir el globo que desde hace varios días se viene inflando con la suba del dólar financiero.
Esto lo reconoció el propio presidente Alberto Fernández que sabe que, al menos por ahora, el dólar oficial está soportando las presiones y se mantiene controlado, lo que permite señalar que todavía no debería esperarse un traslado directo a precios.
Lo dijo la TV
Acompañado por la amplificación massmediática, la escalada del Blue sirve como herramienta que aporta a la formación de masa de maniobra para presionar a que se naturalicen despidos masivos, se endulce la propuesta de reestructuración de deuda y fracase el proyecto de impuesto extraordinario a las hiperiquezas.
Todo esto, se traduce en una premisa clara: que la crisis que visibiliza y profundiza la pandemia se pague con ajuste sobre el universo del trabajo.
¿Qué quiere decir esto? Que a la vuelta de la esquina se establezca un escenario de salida en el que se avance en más reformas regresivas sobre las relaciones entre los universos de capital y trabajo, pero también sobre los sistemas jubilatorio, educativo y sanitario.
Los que años atrás caceroleaban al grito de “quiero comprar dólares”, ahora lo hacen para intentar forzar una apertura indiscriminada de la estrategia de aislamiento social y obligatorio.
Es estos “campeones de la libertad y el republicanismo”, no pueden dejar de sucumbir ante el fetiche del dólar que, si es ilegal, mejor todavía.
Mientras tanto, desde otra de las patas de esta mesa, vuelven a aparecer las “eminencias” que desde las miradas más ortodoxas de la economía, pontifican que la panacea universal está en acabar con la brecha cambiaria, llevando el precio del dólar oficial, al nivel que tiene el ilegal.
Con cara de sabelotodo, se multiplican en las pantallas de TV y en el segmento prime time para explicar que, si se avanza en tal dirección, de ninguna manera el ajuste se va a trasladar a precios de góndola.
¿Pero será empíricamente constatable esa aseveración? Cuando acababa de asumir como ministro de Hacienda y Finanzas Públicas de la Presidencia Macri, Alfonso Prat Gay, recalcó que la devaluación de alrededor del cuarenta por ciento perpetrada el 16 de diciembre de 2015, no se trasladaría a precios, porque los precios de la economía real ya habían acompañado la suba del dólar blue que presionó a casi todo el último año del período presidencial de Cristina Fernández.
La inflación se catapultó inmediatamente, sobre todo, entre los precios de primera necesidad y también lo hizo el precio del dólar, lo que benefició a muchos que –con información reservada- sabían el detalle de las medidas que se iban a tomar.
Todo lo demás es historia conocida, cuyas consecuencias todavía estamos pagando y seguiremos haciéndolos, al menos, durante cien años.
Buenos muchachos
Agentes de Bolsa y banqueros cuya actividad sigue regida por la que fue la Ley de Entidades Financiera que fue fundacional de la dictadura instalada en 1976, actúan en tándem con fondos buitre que operan desde cloacas financieras que no son alcanzadas por ninguna cuarentena.
Todos estos actores son partícipes necesarios del proceso que llevó al sobrendeudamiento, a la recesión e inflación más pronunciada de lo que va del siglo, a una balanza comercial negativa y a una situación de estrés que puso al aparato productivo al borde del colapso.
Pero también tienen responsabilidad y son beneficiarios de las medidas que hicieron que se cerrara para Argentina el acceso al mercado de crédito, entre otras cosas.
Todo esto hace que los dólares se volvieran un bien todavía más escaso.
Y, sobre llovido mojado, otro de los ganadores de ese proceso, el sector agroexportador, duerme sobre siolobolsas y retacea la liquidación de alrededor de nueve mil millones de dólares a la espera de poder contribuir a que se fuerce una devaluación.
Todo esto, en medio de las restricciones que impone la pandemia. Como se ve, todos buenos muchachos, todos patriotas.