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Política
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Un nuevo pustch que busca una megadevaluación se perpetra ahora mismo en un escenario en al Gobierno le cobran muy caros sus propios errores. Mientras en Argentina se rinde culto al dólar, Lula Da Silva deja flotando una pregunta clave.

Toda corrida es política y esta corrida cambiaria que tiene lugar aquí y ahora también lo es. Y la cosa se vuelve más densa cuando este tipo de maniobras, tiene lugar en medio de un escenario económico que presenta su flanco más vulnerable en lo financiero por la escasez de dólares que tiene el Banco Central, y cambiario porque a raíz de esa situación le cuesta cada vez más resistir las presiones que -en principio- con fines devaluatorios se perpetran en este frente.

Se trata de presiones que se ve favorecidas por la fragilidad política del frente gobernante y que, a su vez, son alimentadas por rumores y operaciones que desestabilizan y que se generan desde usinas de la oposición y paradójicamente también desde el propio oficialismo.

Es cierto que no se puede explicar la actual corrida sólo con el episodio que esta semana acabó sacando a Antonio Aracre del Gobierno, pero también lo es que esa -al menos- exhibición de torpeza a cielo abierto, ayudó a que al cierre de esta edición el dólar blue se esté comercializando a 432 pesos promedio, lo que ensancha la brecha cambiaria y le mete más presión a buena parte del resto de los precios de la economía.

Hoy la estrategia de supervivencia del Gobierno se basa en las múltiples gestiones que viene llevando a cabo Sergio Massa, fundamentalmente ante funcionarios de alto rango de EE.UU. y el propio FMI, porque ese es el callejón sin salida en el que se metió una gestión que desde sus inicios sabía que estaba encorsetada por el Stand-By que durante 2018 firmo Mauricio Macri y, pese a eso, eligió buscar puntos de acuerdo con el Fondo.

En este contexto, durante las últimas dos semanas y por medio de off the record’s que a poco de rodar se hicieron públicos, se supo de la existencia de un plan económico que Aracre le habría hecho llegar a Alberto Fernández, en el que se destacaba la idea de desdoblar el mercado cambiario, para que se establezca un dólar comercial y otro financiero ¿Qué quiere decir esto? Devaluación. Con esa expectativa, el miércoles y el jueves, la liquidación correspondiente al Dólar Soja III fue de cero.

La devaluación es el objetivo táctico, básicamente, del bloque agroexportador pero que asimismo tiene sus adherentes en el resto del núcleo de la clase capitalista que actúa en Argentina y, por supuesto, también lo es para su brazo ejecutor dentro del esquema de representación política encarnado en el tándem que integran el macrismo y los seguidores de Javier Milei.

Ese objetivo táctico conlleva un costo social terrible, por lo que este nuevo pustch también persigue el objetivo de empujar a que sea el actual gobierno quien perpetre una devaluación de fondo que convertiría a la que actualmente se realiza por goteo en un juego de chicos. Y si para muestra alcanza con un botón, sólo basta con prestar atención al “dólar a diez mil pesos” que anticipó Milei durante la reciente edición del Foro Llao Llao.

Y precisamente fue ahí donde a la hora de rendir examen, el candidato de La Libertad Avanza, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal y Gerardo Morales coincidieron -palabras más palabras menos- en que pretenden instalarse en La Rosada para devaluar, eliminar retenciones, pero también subsidios aunque en este caso está claro que se referían sólo a los que se objetivan sobre el universo del trabajo y no a aquellos que disfrutan los organizadores del Foro.

Por supuesto que también se escuchó la frase “quemar el Banco Central”, así como que los postulantes a La Rosada se proponen eliminar transferencias del Estado Nacional hacia las provincias y hacer todos los deberes (y más aún) con el FMI. Y por supuesto las dos vedettes del encuentro: represión hacia cualquier atisbo de resistencia popular y dolarización.

Todo esto sonó como música en los oídos de un auditorio que, entre otros, sumó a Agustín Otero Monsegur, Carlos Miguens, Carolina Castro, Federico Braun, Guibert Englebienne, Karina Román, Luciano Nicora, Marcos Galperin, Martín Migoya y Verónica Andreani.

Así las cosas, ayer el presidente recibió a Massa en lo que se interpreta como un acto destinado a volver a desmentir cualquier rumor sobre la renuncia del ministro de Economía. Y mientras encendía velas a que alguna señal de las enviadas pueda descomprimir el frente cambiario, celebraba pírricamente que en sus variantes MEP y Contado con Liquidación el precio del dólar no acompañara el salto del Blue.

Pero, de todos modos, pensar que el boicot al Dólar Soja III responde sólo una decisión guiada por la codicia cortoplacista de quienes especulan con llevarse alguna moneda más, sería no comprender con qué bueyes se ara y asimismo desconocer de qué va esta historia de la Doctrina del Shock: maceran a los gobiernos, pero también a porciones de una sociedad bastante permeable a aceptar salidas mágicas, como pasó con las hiperinflaciones que le abrieron la puerta al Plan de Convertibilidad. Y, entonces, los que sonríen en el Llao Llao son los que vuelven a ganar, mientras que quienes se joroban, son siempre los mismos.

Porque lo que está en juego es el presente de los argentinos que no estaban en el Llao LLao, pero que van a estar mucho peor si el escenario que prevalece es que se diseñó en el Foro. Asimismo, está en juego quién se va a quedar con la riqueza que se viene.

Para esto vale citar dos ejemplos. Controlada por el Estado, YPF mejoró sus indicadores de producción, inversión, reservas y eficiencia operativa con Vaca Muerta como nave insignia. Y también cabe mencionar el potencial que plantea del litio, sus derivados e industrialización como recurso estratégico.

Sin imaginar recetas mágicas, en un futuro mediato, estos dos recursos pueden ser herramientas claves para cambiar buena parte de la ecuación productiva de Argentina y superar la restricción externa que somete a cualquier gobierno a la extorsión de la clase capitalista que posee el agronegocio.

 

Teléfono desde Shanghái

 

“¿Por qué no podemos comerciar con nuestras propias monedas?”. La pregunta fue formulada por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, al dirigirse a los presentes en la ceremonia que se convocó en Shanghái para la toma de posesión de Dilma Rousseff como titular del Nuevo Banco de Desarrollo del Brics.

Con este telón de fondo, el presidente de Brasil, fue todavía más punzante cuando advirtió que “no le corresponde a un banco asfixiar la economía de una nación como lo está haciendo ahora el FMI con Argentina, como lo hizo con Brasil durante tanto tiempo y como lo hizo con los países del tercer mundo”, tras lo que hizo hincapié en que “ningún gobernante puede trabajar con un cuchillo en la garganta porque tenga deudas”.

Y también rechazó el papel estadounidense y de la Organización del Atlántico Norte en el conflicto del Donbás. “EE.UU. necesita dejar de incentivar la guerra en Ucrania y empezar a hablar de paz”, destacó. Ante esto y para salir al cruce, desde Washington, significativamente la Casa Blanca eligió a su portavoz de Seguridad Nacional, John Kirby, quien descalificó al mandatario que, señaló, está “repitiendo como un loro la propaganda rusa y china”.

Como se ve, nada de todo esto es fácil ni lo será, pero lo cierto es que se está intentando construir un escenario multipolar y esto plantea una disputa, cada vez menos solapada, por parte del tándem EE.UU.-UE para defender su mirada imperial y neocolonial. Y que para ello, estos actores, intentan aislar a la República Popular China y Rusia.

Dentro de este escenario que tiene dimensiones geopolíticas, geoestratégicas y geoeconómicas, va quedando cada vez más en evidencia qué papel juega el FMI, en tanto instrumento de dominación. Pero también que no es verdad que haya una sola vía.

Lejos de esto resulta factible avanzar hacia una drástica reforma del sistema monetario financiero internacional, basada en mecanismos e instituciones de carácter multilaeral que defiendan el ahorro social y dirijan la inversión hacia la satisfacción de las necesidades de los pueblos, algo que necesariamente tiene que alejarlo del actual esquema que fue diseñado e instrumentado para favorecer a la especulación y la concentración.