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Sáb, Abr
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Política
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Javier Milei paseó sus fantasmas por el Foro de Davos, donde anunció que quiere convertir a Argentina en una factoría en la que se pueda hacer cualquier cosa a cambio de un puñado de dólares. Mientras tanto, todo indica que a fuerza de rosca, consiguió algunos diputados que se suban a su proyecto de Ley Ómnibus.

La que acaba de pasar fue una semana de gran intensidad que presidió a otra que anticipa no quedarse atrás. Javier Milei viajó hasta Davos con la expectativa de tener sesenta reuniones bilaterales con líderes mundiales, pero volvió apenas con una con Máxima Zorreguieta, algunas fotos con Kristalina Gueorguieva y otra con David Cameron en la que, tal como lo revela la oficina de prensa del ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, “ni siquiera mencionó el tema de las Islas” Malvinas.

Por su parte, tras la que sostuvo con la gerente del FMI, el ministro de Economía Luis Caputo y los representantes del Fondo anunciaron un acuerdo técnico que permite que el gobierno acceda a 4.700 millones de dólares que, en realidad, se corresponden con la séptima y octava entrega del programa firmado cuando Alberto Fernández era presidente.

Cabe recordar que este año nuestro país tiene vencimientos de capital e intereses por 7.675 millones de dólares y espera recibir desembolsos del FMI por 6.780 millones, pero también 1.300 más provenientes del Fondo de Resiliencia del mismo organismo. Todo esto, siempre y cuando cumpla con las metas de superávit fiscal,acumulación de reservas y ajuste del gasto que establece el acuerdo de renegociación y que la Presidencia Milei pretende no sólo cumplir, sino superar.

¿Pero va a poder consumar esas metas? Porque así como aparece el panorama, el camino elegido por el gobierno no puede traer otra cosa que más caída de la actividad productiva, incremento de la inflación, pero también despidos y depreciación del salario real entre los sectores medios y populares, lo que va a provocar una nueva merma en la recaudación, ya que quienes se quedan sin trabajo o ganan menos -por supuesto- adquieren menos bienes y contratan menos servicios. Y entonces lo primeroque se hace es dejar de pagar impuestos, entre otros los vinculados al consumo como el IVA, lo que conduce a más déficit y entonces la pregunta no es si va a haber o no una nueva devaluación, sino cuándo se va producir.

Con este telón de fondo, de cara a esta semana la Presidencia Milei pone sus fichas a la posibilidad de obtener un dictamen favorable al proyecto de Ley Ómnibus, aunque sea con modificaciones, antes de la jornada de paro y movilización del miércoles. Y, desde ahí y de la mano de la oposición friendly, poder aceitar el camino hacia lo quesueña sea una luz verde para el DNU 70/2023 (Ver La calle y el palacio), una herramienta que considera necesaria para satisfacer los requerimientos del FMI y de aquellos actores globales que pretende sumar al plan de negocios con el que espera desguazar el patrimonio de los argentinos. El contexto que tiene para esto no es el mejor, ya que más allá de la rosca que se produce puertas adentro del Palacio, en la calle casi todas las variables suman alarma sobre alarma.

Durante las dos primeras semanas del año el consumo en supermercados se derrumbó un doce por ciento de acuerdo a datos que surgen de un trabajo de la consultora Scentia, mientras que la Cámara de Expendedoras de Combustible da cuenta de una caída del veinte por ciento en las ventas del sector.Y aunque esto haya provocado una exigua retracción en algunos precios, está claro que de ninguna forma alcanza para atenuar el impacto que provoca la espiralización inflacionaria que perpetró el gobierno cuando apenas entrado a La Rosada decidió una devaluación del 119 por ciento. Sobre todo si se tiene en cuenta que al tarifazo que ya se hizo en rubros sensibles como el transporte público de pasajeros y el servicio de gas, se va a sumar otro aún más drástico durante el mes que viene cuando, además, se anticipan otros en las tarifas de energía eléctrica, prepagas, combustibles y los clásicos aumentos vinculados al inicio de clases, entre otros.

Todo en un contexto en el que por decisión del ejecutivo, se suspendió la convocatoria al Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil, al tiempo que son pocos los acuerdos paritarios que se pudieron ir cerrando. Y, asimismo, cuando pese a las buenas expectativas que promete la próxima cosecha de soja y maíz, desde el mercado financiero meten presión vía suba del precio de dólares paralelos, lo que consolida la idea de que se viene una nueva devaluación para marzo o abril, algo que echaría más nafta al círculo vicioso de inflación/caída de la recaudación, lo que alejaría cualquier esperanza de un próximo amesetamiento de la inflación.

Quizás por eso es que la Presidencia Milei, por medio de su cancerbero Patricia Bullrich, apueste a empiojar todo lo que pueda a la jornada del miércoles. Es que cuando nohay nada bueno que ofrecer, nada mejor que construir un enemigo cercano, peligroso e incierto que sirva de opuesto para apuntalar un discurso que busca fortalecer una imagen que a la luz de lo que viene haciendo Milei, amenaza con licuarse rápidamente.

Porque para intentar viabilizar un plan tan brutal como el que pretende imponerse, la alternativa es consenso o represión y en las actuales condiciones que atraviesan los sectores trabajadores y medios de la sociedad, no parece haber mucho para consensuar más allá de las puertas del Palacio. Quizás por eso el discurso de Davos apuntó al público doméstico y representa la jugada de una carta de alto contenido ideológico, porque aunque no sea probable que pueda haber convencido a ninguno de los peces gordos del Foro, lo que es seguro es que ayudó a consolidar su propia tropa.

Así las cosas y en medio de la profundización de una dinámica económica que va en franco deterioro e impacta de forma rápida en lo social, el gobierno todavía encuentra changüí en la dimensión política donde aún queda mucho por definir a la hora de avanzar en una construcción que sea capaz de ofrecer un horizonte de alternativa política “Ver La calle y el palacio y Un mes que parecen cien años).


¿El faro de qué?


Pese a los escasos logros que pudo exhibir a su regreso al país, Milei y su círculo íntimo se presentaron exultantes y más aún, el propio presidente vivió horas de un extraño paroxismo de las que dejó testimonio en su cuenta de la red social X. Y aunque cualquier análisis de las razones que tienen algunas conductas de Milei excede totalmente al objetivo de este artículo, vale preguntar qué es lo que fue a hacer al Foro Económico Mundial.

Un dato interesante es que a diferencia del resto de los mandatarios que lo hicieron en inglés que es el idioma oficial del Foro, Milei dio su discurso en castellano y esto pese a que sabe hablar muy bien en inglés. De esto se desprende que el principal destinatario del discurso fue el pueblo argentino y que esto sí constituyó una parte medular del mensaje.

El discurso estructurado en lógica de campaña, pretendía mostrar a un Presidente que les fue a cantar las cuarenta a una suerte de casta global, tal como desde el imaginario liberticida, ya se las habría cantado a la casta local. Por eso es que la consigna que desde las usinas del milésimo se intentó imponer apenas terminada la participación del mandatario en Davos, fue “Milei faro de occidente”.

Habrá que ver, con el correr de los días, si logró que algo de esto cale en el imaginario de una sociedad que en una buena medida, más que estar preocupada por los peligros imaginarios o reales que atraviesa occidente, lo está por conseguir llegar a fin de mes. Aunque, de todos modos, sin duda le puede servir para consolidar tropa propia.

Pero imbricado con esto, aparece el metamensaje que atraviesa su discurso que, esta vez sí, tiene como principal destinatario a lo peor de la clase capitalista global que, en una buena medida, estaba presente en el Foro. Porque cuando volvió a negar la existencia del cambio climático, atacó al feminismo, defendió la existencia de monopolios o calificó de héroes a los empresarios, lo que dijo no es otra cosa que “señores, conmigo Argentina se va a convertir en una factoría, así que no se pierdan la oportunidad para que puedan hacer aquello que no los dejan hacer en Europa ni en EE.UU., contaminación ambiental, explotación al borde de la esclavitud, todo, aprovechen que estamos de remate”.

Es por eso que, en su discurso, Milei salió a diferenciarse de forma tan burda y grosera del resto del liderazgo global, al que acusó de estar cooptado “por una visión queconduce al socialismo y la pobreza” y de formar parte de ese tándem de “colectivistas, comunistas, fascistas, nazis, socialistas, socialdemócratas, keynesianos, progresistas, populistas, nacionalistas y globalistas” que, en cinco minutos sin repetir ni soplar, Milei enumeró para hacer las delicias de los nostálgicos de Feliz Domingo.

Pero más allá de lo extravagante y de lo que pueda haber provocado entre el auditorio ver a ese hombrecillo parado ante el atril diciendo lo que dijo, discurso y metamensaje, tienen un objetivo común que es arrojar a Argentina, atada de pies y manos, a un escenario mundial que ahora mismo está atravesado por uno de los capítulos más feroces y despiadados de la competencia interestatal y la competencia intercapitalista que haya tenido lugar desde que, allá por el siglo 16, progresivamente todas las regiones del planeta se fueron conectando por medio de una economía-mundo capitalista.

En este escenario, la hegemonía global anglosajona está seriamente cuestionada por dos jugadores muy potentes que no pertenecen a ese bloque, la República Popular China (RPCh) y la Federación Rusa. Esto provoca una crisis geoestratégica, que se viene resolviendo por medio de guerras localizadas como las que en estos días están desatadas en Europa oriental o la franja que va desde Siria hasta Yemen. Y el crescendo de esta dinámica bélica, responde a causas estructurales de índole económico que hacen que se sienta cada vez más acorralada la potencia dominante de las últimas ocho décadas, EE.UU.

En este punto vale aclarar que, en realidad, la RPCh es el retador oficial con capacidad de destronar a Washington del papel de líder hegemónico global, ya que -junto a EE.UU.- es la única formación estatal que posee geoestrategia propia, al tiempo que avanza a paso firme en el camino de tener una capacidad geoestratégica mundial, esto es poseer una red que le otorgue capacidad para funcionar operacionalmente en todo el planeta y casi al mismo tiempo. Y no sólo esto, ya que tal como lo viene demostrando, posee una geoestrategia práctica que hace que pueda anticipar escenarios para el próximo medio siglo y actuar en consecuencia.

El otro retador es Rusia que está saliendo airosa de una guerra de dos años impuesta por la Otan, con victorias en el campo militar pero también con una vigorosa recuperación de su economía merced, paradójicamente, al aislamiento que trajo las sanciones que le impuso occidente. En este contexto y sentada sobre las formidables reservas energéticas y de materiales que posee, Rusia está reencontrando la posición geoestratégica que perdió con la caída de la Unión Soviética.

Lo de Milei en Davos fue fijar de una manera original, una postura geoeconómica y la geopolítica que cambia radicalmente el rumbo que Argentina venía construyendo desde principios de este siglo y que sobrevivió, incluso, a la Presidencia Macri. Y esto es grave, sobre todo, si se tiene en cuenta que América Latina volvió a ser uno de los terrenos de disputa geoeconómica que prioriza EE.UU., una potencia que técnicamente está quebrada económicamente pero que sostiene su hegemonía apretando cada vez más el puño militar que impone al dólar como moneda internacional de reserva y cambio. Y también por medio de la cooptación de liderazgos de formaciones estatales para que favorezcan el soreendeudamiento que, como en el caso de Argentina, reciben a cambio dólares que tienen cada vez menos apoyo, pero que sirve para mantener la ficción de que la economía del sistema capitalista continúa funcionando de forma eficiente.


¿Quién salva al mundo?


El capitalismo vive una crisis sistémica que, como tal, lo afecta en todos sus niveles: es a ese berenjenal al que Milei nos arrojó, hay que insistir con esto, atados de pies y manos. Y esto es lo que fue a presentar en sociedad en el Foro de Davos ¿Pero de qué va todo esto? Se trata de un escenario en el que se sacan chispas corporaciones transnacionales del capitalismo global que se manifiestan, con más o menos claridad en dos facciones: una de tipo imperialista más tradicional que necesita más del Estado y otra que basa su dominio global por medio de redes del capitalismo parasitario financiero.

Si bien sus jugadores aparecen imbricados con intereses de uno y otro tipo, coinciden en el carácter criminógeno que ambas líneas poseen. Y al respecto hay que decir que aunque públicamente exprese su admiración por líderes encuadrados en la primera de las facciones, como Donald Trump o Margaret Thatcher, el discurso de Milei en Davos fue dirigido a ensalzar a la segunda que es la que imagina un mundo gobernado por la gran banca financiera transnacional, sus principales agencias como el FMI y empresas del tipo de BlackRock.

Esto es, un escenario global descentralizado donde los dueños del capital especulativo hagan lo que quieran, reduciendo la institucionalidad liberal burguesa sólo al aparato necesario para mantener una mínima administración, que permita el sostenimiento de un Estado Policial que garantice un orden social amigable a su ronda de negocios y la constante maximización de su tasa de rentabilidad.

Este es el Estado-factoría que Milei fue a ofrecer a Davos. Y para eso, para sumirnos en esta fase de barbarie superlativa hacia la que el sistema capitalista amenaza arrojar a formaciones estatales como Argentina, es que durante el primer mes de su mandato deshizo un esquema que como política de Estado, venía sosteniendo nuestro país con sus dos principales socios comerciales, Brasil y la RPCh, que debía coronarse en diciembre pasado con el ingreso al Brics+.

Amparado por la temeridad que expresan sus propios postulados, en Davos Milei volvió a cargar contra el “colectivismo” y a homologar socialismo con pobreza, al tiempo que defendió férreamente la concentración de la riqueza en manos de “benefactores sociales”, esto es, de lo más concentrado de la clase capitalista global a quien zalameramente calificó como “héroes”.

¿Pero será tan así la cosa? Un aporte revelador en tal sentido es el que brinda el trabajo al que, desde hace varios años, se viene dedicando el equipo que encabeza el ex jefe de investigación del Banco Mundial, el economista Branko Milanovic, quien lo pone en negro sobre blanco con su Gráfica del Elefante.

¿Qué dice ese trabajo? Sencillo, da cuenta que desde que la facción globalista viene ganando la pulseada, a escala mundial la más beneficiada es el 0,1 por ciento de la población más rica que percibe tantos ingresos como la mitad más pobre de los seres humanos. Pero también indica que pese a esto, se verifica un aumento en el nivel de ingresos (y de la calidad de vida) en los distintos grupos sociales a escala planetaria.

Por lo que concluye que aunque los datos de casi todos los indicadores señalan que en el mundo capitalista las cosas vienen yendo cada vez peor, cuando se mete todo en la licuadora, lo que sale es que en lo que va del siglo son más las personas que mejoraron su nivel de vida en el planeta. Y es entonces aparece que, para horrorizar a Milei, el gran responsable de esto no es otro que un Estado Socialista.

Porque la respuesta está en el crecimiento sostenido que viene teniendo la RPCh, merced al diseño del Partido Comunista y al impulso que le dan sus más de cien millones de militantes y cuadros políticos que ocupan lugares claves en cada estamento de la administración estatal, pero también en el de las empresas estratégicas donde el Estado de la República Popular mantiene la mayoría accionaria y la acción dorada.

Es por esto que durante las últimas tres décadas, la RPCh consiguió que novecientas millones de personas salieran de la pobreza para acceder a estándares de vida homologables a los que desde la segunda mitad del siglo 20 tuvieron las clases medias europeas y estadounidenses. Y, como para que le quede claro a Milei, novecientas millones de personas representa algo así como veinte veces la población de Argentina.

Son esas novecientas millones de personas las que sostienen la curva ascendente que exhibe la Gráfica del Elefante, ya que el crecimiento y la movilidad social ascendente que existe en la RPCh es de tal magnitud, que permite equilibrar la caída del nivel de vida que se verifica sobre todo entre las capas medias y trabajadores del occidente capitalista.

Y estos son datos duros, contrastables empíricamente, que exhiben con claridad que el peligro para occidente no está en el colectivismo ni en el socialismo, sino en el propio sistema capitalista del que se vanagloria este occidente tan proclive a escuchar a cualquier encantador de serpientes abismado en sus propios fantasmas y fantasías más rocambolescas.