Antonella Bianco es secretaria de Igualdad de Oportunidades y Géneros de UTE y María Clara Albisu integra la Comisión Directiva del SiPreBa. Ambas forman parte del Comité del PC de Ciudad y suman sus voces a esta sección dedicada a reclamar justicia por Florencia Gómez.
“Si este sistema sigue así, todo femicidio es político”. Escribimos estas líneas faltando poco más de diez días para el Día Internacional para erradicar la Violencia contra las mujeres, en el que se conmemora el femicidio político de las hermanas Mirabal por la dictadura de Trujillo en República Dominicana.
No parece casual que para hablar de Florencia Gómez, se nos venga a la mente la historia de las Mariposas. Sus historias tienen varios puntos de contacto: no solo su asesinato en manos del poder patriarcal, sino, principalmente su militancia activa en la transformación de nuestra sociedad.
Al igual que Patria, Minerva y María Teresa, Florencia era una militante y dirigente política que todos los días organizaba, construía y armaba redes para la construcción de un país sin violencias por motivos de género, con igualdad y vida digna para todos, y sobre todo para todas. Unas, resistiendo una dictadura sangrienta; Florencia enfrentándose a un fuerte entramado de corrupción, redes de trata con fines de explotación sexual y narcotráfico en su ciudad y en su provincia.
Para nosotras y nosotres, pensar la militancia de Florencia es parte de una gran tradición feminista en nuestra organización y también de la militancia política de las mujeres y diversidades en toda América Latina.
Para este sistema capitalista-patriarcal, la violencia contra nosotras y contra nuestras dirigentas es constitutiva para el sostenimiento de las desigualdades en todos los aspectos. Esta violencia busca disciplinar nuestros cuerpos, nuestras ideas y nuestras vidas a través del miedo. Que nos quedemos quietas, aisladas y, por lo tanto, sin fuerzas para enfrentarnos al poder patriarcal que nos oprime como mujeres y diversidades trabajadoras, al destino al cual deberíamos someternos.
Hoy en Argentina nos levantamos y organizamos en un contexto de cada vez más violencia contra nosotras. En todo el país se desarrolla una verdadera campaña de terror contra los derechos que las mujeres y disidencias conquistamos y queremos defender. Y también, para que no reclamemos todo lo que nos falta conseguir.
En las redes y los medios, los personeros del Gobierno festejan la desigualdad consagrada en el Boletín Oficial cada día, con medidas que apuntan a reforzar las cadenas que nos someten, desfinanciando programas que apuntan a nuestro cuidado, a la consecución de igualdad o a la simple equidad.
En las calles y en los hogares, nuestros verdugos íntimos se regocijan porque el contexto político les brinda la posibilidad de ejercer más impunemente su violencia.
Para esto es necesaria la unidad y el debate para tener la claridad política que nos permita desarrollar estrategias de resistencia y contraataque. Porque la agresión contra nuestras vidas mediante los distintos tipos de violencia ejercidos contra nosotras no son latigazos de locura: son herramientas propagandistas de un sistema de dominación que no podemos cambiar hasta que cambiemos todo. Con Flor como bandera, hasta que todo sea como lo soñamos.