En Perú siguen las manifestaciones populares contra el esquema de gobierno y poder que se fortaleció con la llegada de Dina Boluarte a la Casa de Pizarro.
“Ellos quieren que el saqueo, la explotación y el remate de nuestros recursos naturales, la privatización de nuestra cultura, salud y educación”, advirtió la integrante del Partido Comunista Peruano (PCP), Carmela Sifuentes y añadió que “por eso el capitalismo depredador nos estigmatiza y ha instaurado un gobierno civil, militar y empresarial de carácter fascista”.
Lo hizo en un contexto en el que se fortalece el paro nacional cívico-popular que fue convocado por la Confederación General de Trabajadores del Perú, la Asamblea Nacional de los Pueblos y otros sectores sociales, políticos y sindicales, pero también en el de la movilización que converge sobre Lima desde diferentes puntos del país.
“Expresamos nuestra indignación contra el gobierno de Dina Boluarte que, en comparsa con los intereses económicos del gran capital, se arrodilla ante el Poder Legislativo y los sectores de la corrupción neofacista, racista y clasista”, señaló el PCP y volvió a exigir la renuncia de Boluarte y que se designe una nueva mesa directiva para el Congreso que se encargue de convocar a elecciones para el presente año, al tiempo “que se consulte al pueblo en un referendo para una Asamblea Constituyente”.
Por otra parte, el PCP fue claro al denunciar la responsabilidad de Boluarte en la autoría de más de medio centenar de crímenes, que fueron perpetrados en el marco de la represión desatada tras el golpe de Estado que acabó con la Presidencia que encabezaba Pedro Castillo. Y, en este sentido, sostuvo que “deben de parar con la represión tal como se lo exige la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”.
Mientras tanto continúan llegando a Lima miles de personas, que son esperados por un fuerte operativo represivo que se extiende también por otras ciudades y rutas del país. “Centralizar las luchas populares es fortalecer la unidad popular y social para la construir una asamblea constituyente y derrotar al neofascismo”, sostuvo el PCP y rechazó la decisión gubernamental de decretar el estado de excepción en la capital, Puno, El Callao y Cusco, lo que autoriza -entre otras cosas- a que policías y militares disparen contra los manifestantes.
Así las cosas, la pregunta clave es cuánto tiempo puede sostenerse Dina Boluarte en la Casa de Pizarro. La presidenta de facto sigue contando con el apoyo de la mayoría parlamentaria de derecha que la puso en el gobierno después de cargarse a Castillo, pero también del universo del capital más concentrado que fue una pieza clave en el golpe de Estado del 7 de diciembre de 2022.
Se trata de la clase capitalista que actúa en Perú, ligada a los sectores financiero, extractivista, de telecomunicaciones, medios digitales pagos y salud prepaga que es donde aparece un crecimiento patrimonial exponencial que no condice con el de la clase trabajadora, tal como lo explica un relevamiento del Programa de la ONU para el Desarrollo que fue publicado a mediados de 2022 por Forbes.
Inestabilidad
Queda claro que amparada por la Constitución fujimorista y un sistema tributario que la beneficia, la clase capitalista que actúa en Perú es cada vez más rica, pero también cada vez más concentrada y transnacionalizada. Y aquí está otra clave para comprender por qué durante los últimos cuatro años la Casa de Pizarro vio pasar a seis presidentes.
Es que la inestabilidad político-institucional, es una buena noticia -por lo menos- para una de las facciones que disputan preeminencia hacia adentro del esquema del sistema capitalista a escala global.
Y, en este sentido, la tribalización unida a la reducción de la legitimidad y capacidad de acción del aparato propio del Estado Liberal Burgués en formaciones estatales capitalistas de segundo orden, puede ser un camino sin retorno hacia una balcanización que suena como música en los oídos de esa facción que ve en esto una puerta que se abre hacia un universo de oportunidades.
Es que hablar de Perú a esta altura del siglo 21, también lo es hablar de litio, mineral del que en su territorio hay una reserva registrada de 4,7 millones de toneladas, lo que plantea una oportunidad excelente para expandir la economía nacional a raíz de la demanda que este recurso tiene como consecuencia de la transición energética global impulsada por la electromovilidad.
Pero asimismo es hablar del puerto de aguas profundas de El Callao, que además de ser el más importante de la Cuenta Pacífico de Sudamérica, es donde pretende acabar el corredor bioceánico en el que Brasil trabaja junto a la República Popular China (RPCh).
Esta apuesta tiene enorme trascendencia geoeconómica ya que pretende articular a la región sudamericana con la Nueva Ruta de la Seda, también la tiene en la dimensión geoestratégica porque –entre otras cosas- implica la consolidación de la RPCh y el Brics como un jugadores fuertes en Latinoamérica, al tiempo que plante la apertura de una nueva ruta para el tránsito de mercancías entre los litorales Atlántico y Pacífico, autónoma de las que controla EE.UU. Y, con esta pequeña síntesis, queda claro por qué también posee un nivel profundamente geopolítico.
Si bien para comprender la génesis de toda crisis y fundamentalmente la de sus grandes estallidos es prudente evaluar la policausalidad que interviene en cada caso, es preciso comprender qué factores son los que juegan en términos geopolíticos, geoestratégicos y geoeconómicos en la situación que ahora mismo revienta en Perú.
Pero también, esta mirada, puede ayudar a advertir por qué en Santa Cruz de la Sierra vuelve a resonar el pustch secesionista, qué motiva a que la derecha brasilera militarizada pretenda derrocar a Luis Inácio Lula da Silva y cuál es la razón que tienen sus pares de Argentina para sentir tanto escozor por las presencias de mandatarios y delegaciones de Cuba, Venezuela y Nicaragua en la Cumbre de la Celac.