A más de un año de que fueran secuestrados por el Servicio de Seguridad del gobierno que preside Volodímir Zelenski, la Federación Mundial de la Juventud Democrática volvió a manifestarse, esta vez, en Madrid.
“¡Libertad para Mikhail y Aleksander!”, es el reclamo que se multiplicó en cientos de voces cuando, el viernes pasado, se llevó a cabo una movilización hacia la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, en Madrid, convocada por la Federación Mundial de la Juventud Democrática (Fmjd) para exigir que se libere a los hermanos Kononovich.
“La juventud antiimperialista debemos mantener viva la lucha por su liberación y el fin de la persecución de nuestros camaradas”, recalcó la Fmjd y demandó que el gobierno español interceda ante el régimen instalado en Kiev, para solicitar que libere al secretario general de la Unión de la Juventud Comunista Leninista de Ucrania Mikhail Kononovich y su hermano Aleksander, que desde el 6 de marzo de 2022 permanecen secuestrados por el Servicio de Seguridad del gobierno que preside Volodímir Zelenski.
Se trató de una marcha en la que los jóvenes comunistas denunciaron el papel que juegan de España, la Unión Europea (UE) y la Organización del Atlántico Norte que, “en tanto alianzas imperialistas forman parte de la responsabilidad por la situación que padecen los hermanos Kononovich” y remarcaron que “desde el principio estuvo claro que su arresto es una farsa”, ya que “las acusaciones de ser espías al servicio de Rusia y Bielorrusia, orquestar un golpe de Estado y otras mentiras inventadas fueron sólo excusas para reprimir a los militantes comunistas a través de un juicio político que sólo se basa en publicaciones de Facebook”.
Por lo que la Fmjd, hizo hincapié en que “como juventud antiimperialista, debemos mantener viva la lucha por su liberación y el fin de la persecución de nuestros camaradas” y fue clara al advertir que “no dejaremos atrás a ningún camarada, ni en Ucrania ni en ningún otro lugar, porque sabemos que detrás de la represión se esconde el objetivo de amedrentarnos para que dejemos de luchar por la construcción de un mundo libre de explotación y de cualquier tipo de opresión”.
Los secuestros de los hermanos Kononovich, fueron perpetrados a poco de que comenzara la operación militar especial que Rusia emprendió para defender el Donbás, en un contexto en el que el régimen de Kiev profundizó su estrategia represiva.
El mismo día en que secuestraron a los hermanos Kononovich, los servicios secretos ucranianos asesinaron a Denis Kireyev, quien era miembro del equipo negociador de Ucrania que participó en la primera ronda de conversaciones de Ucrania con su contraparte rusa. Y ultimaron al alcalde de la ciudad de Kreminna, Vlodymyr Struk, tras secuestrarlo de su casa en una operación en la que también participaron bandas de ultraderecha al servicio del gobierno.
Pero nada tiene de nueva la persecución de que son víctima los comunistas ucranianos. Durante 2015, poco después de que fuera perpetrado el golpe de Estado que acabó con el gobierno de Víktor Yanukóvich, el ejecutivo encabezado por OleksandrTurchínov, prohibió toda actividad de los tres partidos comunistas que entonces existían en Ucrania.
Y pocos meses antes, el golpe de Estado que nació del pustch protagonizado por las bandas fascistas del Maidán cometía uno de sus episodios más execrables con la Masacre de Odesa, que fue perpetrada el 2 de mayo de 2014 cuando paramilitares fascistas asociados a fuerzas policiales, acorralaron a trabajadores que resistían al golpe en la Casa de los Sindicatos.
Esa vez atacaron el edificio durante varias horas con armas de grueso calibre y lo incendiaron, al tiempo que a quienes intentaban escapar del fuego los remataban con disparos, lo que dejó un de más de cincuenta personas asesinadas y alrededor de 250 heridos. Pero sobre todo esto nada dice la Corte Penal Internacional.
Esas bandas del Maidán actuaron financiadas por la UE que, además hizo lo propio con el golpe de Estado que acabó con la presidencia de Yanukóvich, entre otras cosas, porque el mandatario se negaba a abrir la economía ucraniana a los intereses multinacionales patrocinados por Bruselas.
Yanukóvich había acordado con Rusia un nuevo crédito para Ucrania por quince mil millones de dólares, así como que Moscú redujera a casi la mitad el precio del gas que le suministraba y que un fondo estatal ruso compraría bonos de deuda ucraniana. Con este paquete se hubiera podido estabilizar la economía ucraniana y por eso lo más concentrado de la clase capitalista que actúa en ese país junto a la UE apuraron el golpe.
A un mes de consumado, desembarcó el FMI para anunciar un principio de acuerdo con las nuevas autoridades de Ucrania, por el que se habilitó un crédito de hasta 18 mil millones de dólares a condición de que la Rada Suprema aprobara un paquete de ajuste y recortes, lo que incluyó un terrible tarifazo en los servicios de gas y la electricidad. Esto se complementó con la promesa de una “ayuda” por 27 mil millones de dólares provenientes de la UE y Japón.