¿Puede Japón entrar al Aukus? La versión cobra fuerza y enciende luces de alarma en la República Popular China, pero también en Rusia.
Pese a que Washington intentó relativizar la versión, durante los últimos días volvió a crecer el rumor que da cuenta de la posible incorporación, formal o informal, de Japón a la alianza militar llamada Aukus que integran EE.UU., Reino Unido y Australia.
Al respecto, desde la Casa Blanca se calificó a esta información como inexacta, pero se reconoció que EE.UU. se encuentra haciendo un esfuerzo extra para estrechar la cooperación “en materia de defensa”, entre los integrantes de Aukus y Japón.
Como era de esperar, este esfuerzo extra despierta preocupación en la República Popular China con quien Tokio sostiene una puja territorial por las islas Senkaku y el estatus de Okinotorishima, así como una abierta disputa geopolítica, geoeconómica y geofinanciera.
Pero también lo provoca en Moscú que mantiene constante vigilancia sobre la frontera marítima. Este recelo nada tiene de antojadizo: de alguna forma, desde 1945 Japón es un país ocupado por EE.UU. que posee en su territorio 122 bases militares reconocidas donde se aloja a alrededor de sesenta mil efectivos listos para actuar, a lo que debe sumarse los cerca de treinta mil que tiene en instalaciones similares ubicadas en la República de Corea. Y, encima, ahora aparece Aukus.
Por eso y en el contexto del actual pustch de la Otan que soporta Rusia, a nadie debe sorprender que Moscú haya llevado a cabo durante este mes maniobras militares en el mar de Japón, en el que de acuerdo a la información suministrada por el Ministerio de Defensa de Rusia, participaron más de quince navíos, entre ellos dos submarinos que “dispararon misiles de crucero a partir de una posición sumergida”.
En este punto cabe recordar que tras la Segunda Guerra Mundial, Japón nunca firmó un tratado de paz definitivo con Moscú debido a que ambas formaciones estatales mantienen un conflicto abierto sobre la soberanía de cuatro islas del archipiélago de las Kuriles.
Así las cosas y como para clarificar un poco más su postura, el gobierno que preside Fumio Kishida, anunció que retiró al batallón neonazi ucraniano Azov de la lista de las organizaciones que considera terroristas. De este modo, Tokio queda con las manos libres para apoyar al régimen de Kiev, de cualquier forma.
Tras la derrota de 1945, la Constitución diseñada por la ocupación estadounidense, desarticuló la estructura de las fuerzas armadas que tenía el Imperio del Sol Naciente, para transformarlas en Fuerzas de Autodefensa. Pese a esto Japón siguió teniendo una fuerte presencia militar, merced al establecimiento de bases de EE.UU.
Por esa misma Constitución, Japón renunció al derecho a declarar la guerra y utilizar la fuerza militar en disputas internacionales. Pero con el correr de los años esto se fue flexibilizando y cuatro décadas después Tokio autorizó el despliegue de tropas en Irak y Afganistán, que acompañaron la invasión estadounidense. Desde entonces fue creciendo la presencia japonesa en ejercicios militares comandados por Washington.