En un referéndum llevado adelante en el contexto de las elecciones generales del último domingo, el pueblo berlinés apoyó masivamente el proyecto de expropiación inmobiliaria para terminar con la especulación, que encarece los precios de los alquileres. Mientras tanto, en la Ciudad de Buenos Aires el PRO avanza con las privatizaciones del espacio público.
En una jornada histórica, el supuesto “anticomunismo mudo” de Berlín quedó atrás y, en el marco de las elecciones generales al Bundestag Alemán, el pueblo de la capital alemana votó masivamente por el “sí” en el referéndum para “Expropiar a Deutsche Wohnen” y a los grandes propietarios de hasta tres mil viviendas, como propuesta alternativa para solucionar la graves crisis habitacional en la que está sumergida la ciudad, y sus trabajadores, desde que se convirtió en el centro predilecto de la construcción y la especulación inmobiliaria en la zona centro de Europa.
Tanto el referéndum como la campaña por el “sí”, fueron promovidas por Die Linke (heredero del Partido Socialista Unificado de Alemania) y el Partido Comunista Alemán (DKP), junto a organizaciones de trabajadores-inquilinos de la capital alemana.
El éxito de la iniciativa no solo radicó en la masiva participación en la denominada “sexta cruz” -las primeras cinco eran para votar los primeros y los segundos votos para el Bundestag y la Cámara de Representantes y para los respectivos consejos de distrito-, sino en la contundente victoria del “sí”, que obtuvo el 56,4 por ciento de los votos.
Si bien el resultado del referéndum expresa la voluntad mayoritaria del pueblo berlinés a favor de la expropiación inmobiliaria, lo cierto es que el camino hasta la efectivización de dicha voluntad es largo y no está asegurado.
En primer lugar, porque el referéndum no es vinculante. Y en segundo lugar, porque el resultado implica una “recomendación” al Senado para que sancione la ley de expropiación pero no establece el texto de la ley.
En el medio, se desenvuelven todas las tensiones propias de la política local alemana, y las resistencias al proyecto de expropiación manifestadas por los “partidos de la unión” (alianza democristiana que sostuvo a Merkel los últimos 16 años como Canciller) y la socialdemocracia europea representada por el SPD, como así también por la ultraderecha filonazi enrolada en torno a “Alternativa para Alemania”.
Sin embargo, más allá de las posibilidades del proyecto de expropiación en el futuro inmediato, la izquierda alemana valoró la jornada como la coronación de un proceso de lucha en el que se logró colocar en el centro de la discusión pública a la propiedad en el mercado inmobiliario, algo que no sucedía desde la época de la RDA.
Entre las variables que explican el amplio triunfo a favor de la expropiación, se encuentra el fallo reciente del Tribunal Supremo de Alemania, que anuló por “inconstitucional” una disposición municipal que establecía “precios máximos” en los valores para alquiler de vivienda, lo que generó un amplio repudio en la sociedad berlinesa.
A partir de ese momento, la campaña por la expropiación se revitalizó, superando ampliamente las trescientas mil firmas que habilitaron la convocatoria al referéndum y la posterior victoria del “sí”, el domingo último.
Asimismo, a pesar de la algarabía por los resultados, desde el DKP se señalaron algunas dificultades inherentes a los procesos de ejecución de las futuras expropiaciones. Además de la aprobación necesaria del Senado, que puede demorar años en destrabarse, las expropiaciones que podrían disponerse no suponen una “expropiación” en el sentido clásico. Más bien, tendría la forma de una orden de venta forzosa, ordenada por las autoridades locales a los grandes propietarios, quienes podrían incluso vender sus unidades a precios más altos que los del “mercado”.
Larreta no parae
Mientras tanto en la Ciudad de Buenos Aires, epicentro del negocio inmobiliario en Argentina promovido por el PRO de Macri-Larreta y las empresas constructoras, la especulación inmobiliaria no cesa y las consecuencias del déficit habitacional son cada vez mayores.
Así es como en las últimas horas la Legislatura porteña dictaminó, de forma exprés, a favor de 16 proyectos inmobiliarios que, de aprobarse luego en el recinto, contemplan excepciones al Código Urbanístico para construir torres de hasta 85 metros de alto en los barrios de Belgrano, Boedo, Palermo, San Cristóbal, Núñez, Colegiales, Villa Crespo, Almagro, Caballito, San Telmo, Barracas y San Nicolás. Al cierre de esta edición la fecha tentativa para el tratamiento en el recinto era la de mañana jueves 30.
De esta manera, una vez más se verá afectado el patrimonio histórico de la Ciudad. Como ocurre constantemente, para levantar las torres se van a demoler casas bajas y tradicionales, provocando daños irreversibles en el acervo cultural de todos los porteños. En su lugar se construirán viviendas de lujo, oficinas y comercios.
Al respecto, Javier Andrade, legislador del Frente de Todos, recordó que “entre la gestión de Macri y Larreta, pasaron a manos de privados el equivalente a un barrio de San Telmo entero, que antes eran tierras de la Ciudad de Buenos Aires”, algo que –añadió- “afecta de manera contundente la planificación de la Ciudad”.