Como Conan, Mauricio Macri tiene un clon que además es candidato a Presidente. Ondas de amor y paz que suman adhesiones inesperadas. Y el equipo de los Buitre ya está listo en las gateras.
A partir del 10 de diciembre, la República Argentina podría quedar gobernada por una alianza que surge de la directriz que emana de un perro muerto y de una nena de once años de edad. Es que tal como lo confirmaron en declaraciones públicas sus dos principales actores, esto de Juntos Avanza ratifica la voluntad que dicta Conan (el original, no confundir con sus clones) desde el más allá perruno, pero también de la profunda reflexión que el domingo a la noche apenas conocido el resultado de la primera vuelta de las Presidenciales, hizo la hija menor de Mauricio Macri, quien tomó dicho postulado como verdad canónica y por lo tanto corrió a sellar el acuerdo con Javier Milei.
Sobre esto se habló suficientemente durante toda una semana que comenzó con el discurso del domingo a la noche, en el que Milei comenzó a repetir “cambio” y “kirchnerismo” como si padeciera de síndrome obsesivo compulsivo, al tiempo que se comparaba con el Libertador José de San Martín. Este rocambolesco nivel de autopercepción se completó cuando su coequiper, Patricia Bullrich, no dudó en aseverar que el abrazo que los unió pocas horas después en un estudio de TN, fue como el que en 1972 se dieron en Gaspar Campos Juan Domingo Perón y Ricardo Balbín.
En el medio hubo radicales muy enojados que encabezados por Gerardo Morales y Martín Lousteau, plantearon que el idilio que los unió con Macri, transita la vía del no retorno. A esto se suma un estado deliberativo a cielo abierto en el que irremediablemente parece haber entrado el resto de Juntos por el Cambio lo que incluye al propio PRO, por lo que aunque todavía es temprano para aventurar dónde puede acabar todo este cambalache, queda claro que no le erramos al vizcachazo cuando desde estas mismas páginas machacábamos con que lo de Bullrich y Milei era un tándem.
Pero también lo de esta semana fue poniendo en evidencia, es que se acelera un proceso de reconfiguración del esquema de representación política, que tiene un capítulo en las semanas que restan hasta el balotaje y que va a terminar de acomodarse de acuerdo a quién sea el que entre a La Rosada el 10 de diciembre.
Es evidente que la alianza que se oficializó el lunes pasado estaba cocinada desde hacía mucho tiempo, también que cuenta con la bendición de al menos una porción importante de la clase capitalista que actúa en el país que como trascendió durante la semana, ya se repartió las áreas de gestión con las que esperan que Milei pague los servicios prestados.
Justicia es una de ellas y su cartera ya estaría comprometida para Germán Garabano, que fue ministro y garante de la mesa judicial durante la Presidencia que encabezó Macri, quien teme que una reconfiguración del esquema de representación política, podría restarle algo de la impunidad de que goza.
“Espero que el próximo gobierno sea de unidad nacional”, fue la frase que públicamente pronunció Horacio Rosatti y que, seguramente, Macri decodifica como una luz de alarma que se enciende en momentos en que desde Uruguay no le llegan buenas noticias, ya que la Suprema Corte de ese país rechazó el último recurso que Fabián Rodríguez Simón interpuso para poder evitar que lo extraditen a Argentina. Alias Pepín está prófugo desde el 8 de diciembre de 2020 y la pregunta es si va ser capaz de prender el ventilador en caso de que se le acabe el paraguas político que lo protege.
Pero también en un rápido repaso por el loteo de cargos aparecen Guido Sandleris, Federico Sturzenegger, Javier Iguacel, Guillermo Dietrich, Luis Caputo y Nicolás Dujovne que son los candidatos a administrar la entrega de Aerolíneas Argentinas e YPF con el complejo energético que tiene su núcleo en Vaca Muerta, así como el negocio de la electromovilidad que nace en los yacimientos de litio.
Entonces, es de suponer que la nueva alianza ya se había cocinado hace rato y que, en tal caso, el resultado que el domingo puso a Sergio Massa como el candidato más votado, lo único que hizo fue acelerar los tiempos de su presentación en sociedad.
¿El fin de la grieta?
Hay algunos datos claros que anticipan el ritmo que puede tener esta reconfiguración. Ernesto Tenembaum, Baby Etchecopar, Amalia Granata son algunos de los actores massmediáticos que durante los pasados días hicieron punta a la hora de reclamar “el fin de la grieta”, algo que leído por propios y extraños, se parece mucho a la “unidad nacional” que propone Massa.
La tendencia fue cobrando cuerpo vertiginosamente y arrastró a personajes de la talla de Luis Brandoni que, en consonancia con otros radicales, se expresó públicamente horrorizado por cosas que promete hacer Milei de la mano con quien hasta hace pocas horas reconocían como su jefe político.
En esta dinámica el Grupo Indalo aparece como el gran promotor de esta suerte de abrazo nacional que promete arropar a viejos contrincantes. Esto no sorprende, porque sus dueños están entre los empresarios que sufrieron en carne propia la persecución macrista. Pero lo que si puede sorprender, es el aparente guiño que proviene del Grupo Clarín que la semana pasada puso a una de sus naves insignia, Jorge Lanata, en las pantallas de C5N desde donde elogió a Massa y hasta pidió perdón a Cristina de Kirchner por haberla catalogado como “una vieja fracasada”.
¿Pero a qué responderán estas ondas de amor y paz? Sería ingenuo hablar de una reconfiguración del escenario de representación política sin tener en cuenta de que esto incluye, además y fundamentalmente, al universo del capital ya que -después de todo- es ese actor el que está en la génesis y en la médula del Estado Liberal Burgués.
Y en esto, mientras Macri viene a intentar acomodar los piojos de un candidato que nunca acabó de convencer a buena parte de lo más concentrado de ese universo, hay que reconocer que Massa viene administrando algunas herramientas que le brinda su doble estándar de ministro y candidato, para exhibir lineamientos de lo que sería su Gobierno, pero también para utilizar la vieja ecuación de palo y zanahoria con el universo corporativo-empresarial.
Un dólar subsidiado o el oportuno proceso licitatorio que ya adjudicó frecuencias para dar servicios con tecnología 5G a Claro, Movistar y Personal hablan de esa ductilidad que por estas horas muchos elogian del candidato de Unión por la Patria. Y, asimismo, lo hace la apuesta de un pez gordo como el grupo Techint que un día antes de la primara vuelta de las Presidenciales, cerró la compra del control accionario de la firma Alpha Lithium Corporation, lo que la mete de lleno en el negocio del litio, ya que esta compañía es propietaria de dos proyectos ubicados en Salta y Catamarca.
Pero Massa también exhibe algunos gestos, como el que tuvo ayer cuando advirtió a las petroleras que el abastecimiento de combustibles en las estaciones de servicio debe resolverse para la medianoche del martes, porque caso contrario “desde el miércoles no van a poder sacar un barco de exportación”, ya que “primero el petróleo de los argentinos es de los argentinos”.
De esto va, en síntesis, el camino que viene facilitando que el candidato de Unión por la Patria muestre resultados de gestión que aunque resulten insuficientes como para corregir algo tan preocupante como es el deterioro del salario frente a la inflación, permitan establecer en buena parte del imaginario social que cada medida tiene un correlato con lineamientos de un programa que viene a cambiar las cosas para bien, si se convierte en Presidente.
Una muestra de esto son la devolución del IVA y la eliminación de la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias, pero también el esquema de subsidios diferenciados en los servicios públicos, los bonos a trabajadores autónomos y jubilados, y la reconstrucción de montos en las asignaciones.
Queda claro que se trata de mecanismos paliativos que exhiben a un candidato que no tiene una posición anodina respecto a la desigual lucha que libran los trabajadores contra la inflación, al tiempo que permiten apuntalar la promesa de una resolución favorable si el resultado electoral le entrega todos los instrumentos de gobierno y la legitimidad que puede otorgar el volumen político de una victoria.
Por otra parte y al mejor estilo de los superávit gemelos de Néstor Kirchner, Massa se ocupa de mostrar un riguroso celo por el equilibrio y el superávit fiscal. Y en este terreno viene adoptando medidas que reiteradamente cuestionó el FMI por medio de su director del Departamento del Hemisferio Occidental, Rodrigo Valdez.
Básicamente, el ruido con ese organismo proviene de la idea de buscar superávit fiscal, pero evitando profundizar retoques regresivos en presupuestos de áreas vinculadas a desarrollo social e infraestructura. Y es que en ese rumbo, uno de los ejes que propone es aumentar la recaudación, pero poniendo la lupa sobre una parte de la clase capitalista que actúa en el país, con la premisa de construir un 2024 con un superávit de uno por ciento.
Pero para eso, lo que se requiere primero ganar la próxima elección y después la aprobación por parte del Congreso de un paquete que aparece en la separata de gastos tributarios, que fue enviada por el ejecutivo junto con el Proyecto de Ley de Presupuesto 2024, que ya considera la comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados.
Se trata de una adenda al Proyecto Presupuestario que presenta la eliminación de beneficios impositivos y fiscales a determinados sectores que significan alrededor de cinco puntos del PBI, entre ellos, la exención del pago al Impuesto a las Ganancias de todos los funcionarios del Poder Judicial.
Lo que se propone no es fácil: ni ganar la segunda vuelta ni conseguir consensos para un paquete de medidas que busca el objetivo de los superávit gemelos, algo que en su momento Kichner consiguió aprovechando una coyuntura en la que los precios internacionales de los commodities trepaban a dimensiones siderales, cosa que está muy lejos de lo que pasa hoy.
En aquella oportunidad, el escenario previo había sido la devaluación que propició la salida de la convertibilidad, pero también el estado de conmoción social que esa misma salida había impuesto, lo que incluía a que buena parte de la clase capitalista que estaba con las barbas en remojo, por lo que dejaba pasar algunas cosas que en otras condiciones hubiera impedido.
Pero ahora hay una clase capitalista mucho más empoderada y esto es algo que refleja el mapa electoral. Y en este contexto, si todo va bien, Massa se propone un abordaje inmediato que incluye un programa de estabilización en el que, según lo anticipado durante los últimos días, ya está trabajando junto a Roberto Lavagna.
Queda en evidencia que el escenario electoral está abierto, que tras el blanqueo de la alianza Macri-Milei tuvo otra vuelta de rosca y también que el diablo puede meter la cola en su afán por dar un golpe de efecto que sea capaz de torcer un resultado final que a priori aparece como bastante cerrado.
Y asimismo que más que Conan y la hija menor de Macri, quienes propiciaron la nueva alianza son algunos de los peores jugadores de la clase capitalista que actúa a escala global, entre quienes ni siquiera se esfuerzan en ocultarse fondos como Pimpco, Templeton y BlackRock que apañados por la Presidencia Macri fueron actores clave en el proceso de sobreendeudamiento que tuvo su puntapié inicial en la decisión de pagar a los fondos buitre más de lo que establecía el fallo de Tomas Griesa, en una maniobra que tuvo como nexo a Luis Caputo, quien también se presenta como uno de los actores estelares del eje Macri-Milei.