Mientras amenaza con despidos y suspensiones, Blaquier pide ATP. Cosas del capitalismo.
Privatizar ganancias y socializar pérdidas es una de las claves de la empresa capitalista que la familia Blaquier respeta a rajatablas, incluso en el contexto de las restricciones que plantea la pandemia.
Es que, en plena pandemia, esta corporación recorta salarios y lo hace aunque de acuerdo a su propia declaración jurada, durante 2019 facturó más de veinte mil millones de pesos y sus ganancias operativas crecieron alrededor del 130 por ciento para alcanzar los 1.704 millones de pesos.
La medida consiste en una reducción salarial del treinta por ciento sin aportes patronales, alcanza a los trabajadores papeleros suspendidos de la planta que este emporio empresarial posee en la localidad jujeña de Libertador General San Martín.
Asimismo, impacta sobre los operarios de las categorías más bajas que cobran entre treinta mil y cuarenta mil pesos.
Vale citar que durante 2019, Blaquier cerró la fábrica de papel encapado que poseía en la provincia de San Luis, una decisión que dejó a 85 trabajadores en la calle, que la patronal justificó en la caída de las ventas.
Pero pese a esto, ni lerdo ni perezoso, este grupo empresario consiguió que el Estado pague la mitad de los salarios de los trabajadores de Ledesma por medio del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción.
Así, como en el caso de Techint, la azucarera más grande del país, Blaquier, hizo punta de lanza a la hora de recortar derechos laborales, pero también a la de pasar la gorra al Estado.
Blaquier declara un patrimonio de 550 millones de dólares y por las características de los rubros a los que se dedica, su producción sigue sin estar afectada por las restricciones que impone la pandemia. Para ser claros: continúa facturando.
En este contexto, el ejecutivo limitó el acceso a los ATP para empresas que tiene planteles que superen los ochocientos trabajadores.
Las que acceden a este tipo de ayuda no pueden operar con Contado con Liqui ni en cloacas fiscales por dos años, tampoco repartir dividendos ni recomprar acciones propias.