Oxford y Astrazeneca, BioNTech y Pfizer, Sputnik V, Moderna y Cansino son los nombres que avanzan con el desarrollo de la vacuna contra el Coronavirus. La de Oxford es la que se desarrollará en Argentina.
El Coronavirus avanzó sin piedad a principios de 2020 y se cobró más de setecientos mil muertos en el mundo. Además de la enfermedad, el covid-19 agudizó las contradicciones del sistema capitalista que evidenció aún más su incompatibilidad con la protección de la vida humana.
EE.UU. fue el ícono de la militancia en favor de que se priorice el mercado por encima de la defensa de las personas contra el virus, lo que provocó -hasta ahora- más de cien mil muertos. Pero pese a este terrible costo en vidas, EE.UU. registrará una caída del PBI histórica.
Por su parte, la República Popular China (RPCh) realizó contundentes medidas de aislamiento social, frenó el avance del virus y en el segundo semestre es la única economía mundial que prospera, con un once por ciento de crecimiento de su Producto Interno Bruto.
Instalada la pandemia las recomendaciones de la OMS fueron en sintonía: medidas de prevención como evitar aglomeraciones, utilizar tapabocas e higienizarse las manos aparecen como la única garantía. Y hasta la aparición de una vacuna, serían la mejor forma de enfrentar el virus.
El desarrollo de la vacuna parecía -meses atrás- reflejar la disputa geopolítica que la RPCh y EE.UU. dan hace varios años, o al menos así lo reflejaba la massmedia hegemónica, que mostraba los avances chinos y estadounidenses como una “carrera”.
No obstante, otros actores como la Universidad de Oxford del Reino Unido, la firma alemana Pfizer, la estadounidense Moderna y el desarrollo de la vacuna rusa, aparecieron y se lanzaron a construir acuerdos por el mundo para que sus investigaciones sigan avanzando.
Y llegó a Argentina
La semana pasada Alberto Fernández, en una conferencia junto al ministro de Salud, Ginés González García, anunció que Argentina producirá una de las vacunas que se están desarrollando. Y que lo hará merced a un acuerdo alcanzado con la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca.
El reactivo se desarrolla en Argentina y luego se envía a México, donde se elaborarán y van a envasar las dosis que saldrían a la venta a tres dólares cada una.
La financiación del programa está a cargo de la Fundación Slim de México, y la distribución será organizada por el laboratorio de origen británico y sueco.
Así, el gobierno encabezado por Fernández concretó un acuerdo que, en esa misma semana, avanzó a partir del criterio de multilateralismo con que se piensan las relaciones multilaterales en Cancillería.
Mientras se avanza con AztraZeneca, Pfizer y BioNTech hacen ensayos para su vacuna en el país, Vladimir Putin recibe una carta por la aprobación de Sputnik V y se entablan conversaciones con Xi Zinphing para que la RPCh culmine la fase clínica de uno de sus desarrollos en suelo argentino.
La vacuna y sus protagonistas, ¿quiénes ganan?
Indudablemente, saber que la pandemia tiene un plazo de finalización es un alivio para la población mundial y también otra muestra de la importancia del trabajo de la ciencia y la tecnología.
“Es producto del trabajo de científicos de muchas partes del mundo, que han producido conocimientos sobre la Covid-19 aceleradamente, trabajando sin parar”, celebró desde la Corriente Liberación de la Universidad, Ciencia y Tecnología, Nuria Gíniger, quien además hizo hincapié en que “los científicos somos trabajadores en todo el mundo”.
No obstante, se abren los interrogantes de la participación público-privada que suele venderse como un ganar-ganar. En esa línea, Gíniger enfatizó que “en este marco es importante, de todas formas, exigirle al Estado que cualquier vacuna que se produzca tenga participación nacional”.
Tras lo que fue clara al destacar que en Argentina “hay más de una veintena de laboratorios públicos que pueden aprender y producir la nueva vacuna, si los términos del intercambio comercial se negocian en clave soberana”.
En esa línea, advirtió que “dejarle todo el poder productivo, distributivo y las ganancias a los monopolios, atenta contra la soberanía” y aclaró que “eso está en juego en nuestro país y en todo el mundo”.
Por lo que, sin dudarlo, destacó que “una discusión central es si la vacuna es un bien público, social, compartido o un negocio. Frente a la pandemia tan terrible que estamos viviendo, es imprescindible luchar porque la vacuna sea un bien social, sin patente, que todos los países la puedan producir o recibir si no tienen las capacidades productivas”.