El autor de esta columna, el sociólogo y director del Cefma, Marcelo F. Rodríguez, advierte que el ataque contra Venezuela tiene por objetivo atacar a toda Latinoamérica.
Asistimos en estos días a una renovada muestra por parte del gobierno y del pueblo de la República Bolivariana de Venezuela del compromiso y la defensa de su soberanía ante las descaradas amenazas de los EE.UU. y sus aliados de intervenir militarmente en el país hermano bajo la excusa de hacer llegar una supuesta “ayuda humanitaria”.
Para esto han profundizado a nivel mundial una campaña mediática y diplomática que busca presentar la situación en Venezuela como social y políticamente inviable, ocultando sistemáticamente que los problemas que hoy enfrenta valientemente el pueblo bolivariano, son producto del asedio con que los EE.UU. y las derechas buscan someter al gobierno de Nicolás Maduro.
El intento de golpe de Estado que está sufriendo la República Bolivariana de Venezuela por parte del gobierno de los Estados Unidos y sus aliados en América Latina y Europa, no es otra cosa que parte del plan que está llevando adelante el imperialismo para someter a toda la región según sus intereses y que hoy amenaza con la intervención militar para asegurar sus objetivos.
Intereses que tienen un eje muy importante en el control de los bienes naturales, petróleo, minerales, agua dulce, biodiversidad, etc., pero también buscan, y no es menos importante, lograr una victoria en los terrenos políticos, ideológicos y culturales, para afirmar su hegemonía derrotando toda posibilidad de concebir una alternativa al orden por ellos propuesto.
Como ya lo hacía Margaret Thatcher en Gran Bretaña en los 80, hoy sus herederos, como Mauricio Macri, quien raudamente reconoció al supuesto presidente Guaidó, y las derechas latinoamericanas repiten el mismo concepto “este es el camino, no hay alternativa” y así consolidar, imponiendo este discurso único, sus planes neocoloniales de ajuste, entrega, saqueo y represión.
Ya lo vimos en las múltiples estrategias de desestabilización que han llevado a cabo en los últimos años contra todos los gobiernos que, más allá de sus diferencias, no se alinearon automáticamente a los intereses de Washington y la derecha internacional y buscaron sostener importantes grados de autonomía y políticas soberanas.
El golpe de Estado en Honduras, la destitución de Fernando Lugo en Paraguay, el impeachment a Dilma Rousseff y el encarcelamiento de Lula en Brasil, la traición de Lenin Moreno en Ecuador y la persecución a Rafael Correa son parte -junto a los ataques judiciales y mediáticos sufridos por los gobiernos progresistas o de izquierda y hoy por las oposiciones a los gobiernos de derecha- de este reforzado intento por retomar el control de una región que, para los EEUU, es considerada su “patio trasero”.
Esto resulta de enorme importancia para los EEUU que ven como va disminuyendo su hegemonía mundial frente al avance de países como China y Rusia.
Hoy, según declaraciones del propio Donald Trump, los objetivos inmediatos pasan por derrocar a los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, mientras comenzamos a ver una nueva campaña contra el gobierno de Evo Morales en Bolivia.
En este contexto, luego de haber recuperado los gobiernos de Argentina, Paraguay, Brasil, Chile, Ecuador y El Salvador, las derechas que actúan como delegadas del proyecto neocolonialista del imperio, tienen a Venezuela en la mira.
Buscan cercarla a través del embargo de sus cuentas, el bloqueo, campañas de desprestigio, provocando actos violentos en las calles y desconociendo al gobierno de Nicolás Maduro, producto de unas elecciones consideradas ejemplares por todos los observadores internacionales que asistieron a las mismas.
Mientras la mayoría del pueblo venezolano resiste a estas medidas, pese a la difícil situación que las mismas generan, el imperialismo se prepara para usar la fuerza militar en Venezuela e intervenir en el país como lo han hecho, entre otros, en Irak, Siria, Libia, Afganistán y en su momento en Panamá para controlar el Canal.
La batalla que se está librando en Venezuela representa un verdadero parteaguas en nuestra historia y marcará a fuego nuestro futuro como pueblos. No hay forma de exagerar la importancia de lo que está en juego en Venezuela y no debe haber dudas de que los ataques que está sufriendo la Revolución Bolivariana nos afectan directamente y son parte fundamental de un plan de dominación reforzada de toda Nuestramérica.
Tampoco quedan dudas de donde está y quien es el enemigo, ya que este se muestra abiertamente, no oculta sus intenciones, las hace públicas y se regodea al exponerlas sin tapujos.
Resulta urgente articular todos los esfuerzos necesarios, reafirmar las políticas solidarias con los pueblos agredidos, oponernos activamente a una intervención militar en Venezuela y en cualquier rincón de nuestramérica.
De nuestro compromiso en esta lucha, dependerá que nuestra Patria Grande sea un territorio de paz, libre del intervencionismo imperialista, soberano en sus decisiones y constructores de nuestro propio presente y de nuestro futuro.