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Emilio Jorge Parodi fue procesado por el secuestro y desaparición de tres trabajadores de Molinos Río de la Plata durante la última dictadura.

El juez federal, Ernesto Kreplak, procesó a Emilio Jorge Parodi, porque considera que en primera instancia está probado que cuando era jefe de Personal de Molinos Río de la Plata, conocía que en la planta ubicada en Avellaneda se llevaban a cabo secuestros que eran perpetrados por el aparato dispuesto por el terrorismo de Estado en connivencia con los directivos de la empresa.

La causa se focaliza en los casos de Francisco Fernández, Santos Ojeda y Roberto José Rivolta quienes fueron secuestrados por un grupo de tareas durante la madrugada del 7 de julio de 1976, cuando entraban a la fábrica. Se trata de trabajadores sindicalizados que integraban la Lista Blanca, que en las elecciones que se celebraron durante 1973 había desplazado de la conducción de la comisión interna a la vinculada a la burocracia sindical.

Al día siguiente de que fuera secuestrado Fernández, le dijeron a su esposa que debía hablar con el jefe de Personal de la planta que no era otro que Parodi, quien también aparece mencionado en el informe elaborado por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, donde se lo sitúa señalando a Ojeda y Rivolta para que la patota que actuaba en la fábrica se los llevaran.

El juez hizo hincapié en que la actuación de Parodi, respondía a la funcionalidad que la represión y la supresión física de trabajadores sindicalizados, tenía con el recorte de derechos a los obreros que la empresa perpetraba en pos de maximizar su tasa rentabilidad (Ver Y el tiempo no para).

Esto se corrobora con datos que fueron aportados por la Oficina de Investigación Económica y Análisis Financiero, que dan cuenta de que conforme avanzaba la represión en sus plantas, los beneficios de la firma crecieron en un 358 por ciento. Para 1975, trabajaban en Molinos Río de la Plata 4540 operarios, mientras que durante 1983 sólo quedaban 3851, todo pese a que durante esos años la empresa adquirió más plantas.

Así las cosas, a la hora de dictar el procesamiento, el magistrado fue contundente al sostener que “teniendo en consideración el rol que cumplía Parodi, resulta imposible que los secuestros de los trabajadores efectuados en la planta hayan pasado desapercibidos para el encartado” y añade que “tales sucesos fueron conocidos por él a través de sus propios sentidos o por intermedio de los agentes que ejercían labores de seguridad en la zona de ingreso y egreso de los trabajadores a la planta”.

Por lo que concluye que “los eventos investigados no se podrían haber ejecutado sin la colaboración del imputado, quien facilitó la consumación de las detenciones de las víctimas poniendo a disposición de los captores las instalaciones de la fábrica” ubicada en la localidad bonaerense de Avellaneda.