Ante el reverdecer de las teorías reaccionarias, volver a Lenin, Marx y Engels es “central para lograr la construcción de una fuerza revolucionaria asentada en el poder popular”, recalca Marcelo F. Rodríguez, quien es director del Cefma y secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista.
No creeríamos en la enseñanza, en la educación ni en la formación, si éstas fuesen relegadas al fondo de las escuelas y separadas de las tormentas de la vida.Lenin, Las tareas de la juventud comunista
Este 2024 se han cumplido 100 años del fallecimiento de Vladimir Ilich Lenin uno de los revolucionarios mas importantes del siglo XX
La obra de Lenin, quien como definió Gyorgy Lukács fue un “gran teórico de la práctica y gran práctico de la teoría” sigue iluminando e interpelando al pensamiento y la acción revolucionaria. Uno de los temas a los que Lenin dio gran importancia es la cuestión de la formación, sobre todo de la juventud, entendiendo a la formación como la relación dialéctica de la práctica y la teoría revolucionaria, concibiendo al comunismo, resultado de la suma de conocimientos adquiridos por la humanidad, como la guía de toda actividad práctica, teniendo en cuenta que “el antiguo divorcio entre la teoría y la práctica era el más nocivo rasgo de la vieja sociedad burguesa” (Lenin 1946).
La importancia que Lenin le dio a lo largo de su vida al estudio del marxismo fue puesta claramente de manifiesto por Nadezhda Krúpskaya en su articulo “Como Lenin estudio a Marx”. En este, señalaba que:
“Marx y Engels escribieron que su doctrina “no es un dogma, sino una guía para la acción”. Lenin repitió constantemente estas palabras. El método mediante cual estudió las obras de Marx y Engels, y la práctica revolucionaria, todo el contexto de la era de las revoluciones proletarias ayudaron a Lenin a convertir precisamente la teoría revolucionaria de Marx en una verdadera guía para la acción.” (Krúpskaya 2024)
Este convencimiento de Lenin se expresó, entre otras intervenciones, en el discurso pronunciado en la I Sesión del III Congreso de Juventudes Comunistas de Rusia, el 2 de octubre de 1920. Lenin expuso cuales debían ser las tareas de las juventudes comunistas para enfrentar los desafíos que la revolución tenía por delante.
En ese discurso, Lenin plantea que la tarea fundamental de la juventud es aprender, y para esto es fundamental tener en claro qué y cómo aprender para crear la sociedad comunista, partiendo de que:
“la enseñanza, la educación y la instrucción de la juventud deben partir de los materiales que nos ha legado la antigua sociedad. No podemos edificar el comunismo si no es a partir de la suma de conocimientos, organizaciones e instituciones, con el acervo de medios y fuerzas humanas que hemos heredado de la vieja sociedad. Sólo trasformando radicalmente la enseñanza, la organización y la educación de la juventud, conseguiremos que el resultado de los esfuerzos de la joven generación sea la creación de una sociedad que no se parezca a la antigua, es decir, de la sociedad comunista”. (Lenin 1946)
Y llamaba la atención sobre un problema que se acarreaba en la tradición de la “escuela libresca” de la antigua sociedad:
“La vieja escuela era libresca, obligaba a almacenar una masa de conocimientos inútiles, superfluos, muertos, que atiborraban la cabeza y trasformaban a la generación joven en un ejército de funcionarios cortados todos por el mismo patrón. Pero concluir de ello que se puede ser comunista sin haber asimilado los conocimientos acumulados por la humanidad, sería cometer un enorme error … El marxismo es un ejemplo de cómo el comunismo ha resultado de la suma de conocimientos adquiridos por la humanidad.” (Lenin 1946)
Teniendo en cuenta estas premisas, en 1913 Lenin había escrito un breve pero importante texto destinado a la enseñanza del marxismo. Las Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo fue publicado por primera vez en el tercer número de la revista Prosveschenie de ese mismo año. El mismo se complementa con el articulo Carlos Marx (Breve esbozo biográfico, con una exposición del marxismo), escrito en 1913 y publicado en el Diccionario enciclopédico de la Sociedad Granat Hnos. en 1914, y por el trabajo Federico Engels, que había sido escrito por Lenin en 1895, con motivo de la muerte del filósofo alemán.
El texto fue pensado para dar a conocer, en la forma más sencilla posible y con un fuerte tono pedagógico destinado a la formación del proletariado ruso, las tres fuentes en las que se basaron Marx y Engels para postular el socialismo científico.
Estas fuentes representaban, como resalta Lenin, lo más avanzado del pensamiento y el conocimiento de su época, la filosofía clásica alemana, la economía política inglesa, y el socialismo francés.
¿Por qué estas fuentes? En El Manifiesto del Partido Comunista, Marx y Engels señalan que toda lucha de clases en una lucha política, una lucha que se desarrolla en el terreno político a partir de la confluencia de las luchas económicas, políticas e ideológicas que van cimentando el nivel de conciencia del proletariado. En este sentido, en el siglo XIX, en el terreno filosófico el pensamiento más avanzado era la filosofía clásica alemana, en el económico la economía política inglesa y en el político el socialismo francés.
Estos campos del conocimiento no son producto de un desarrollo científico “imparcial”, ya que como bien plantea Lenin, es imposible que en una sociedad basada en la lucha de clases exista un desarrollo científico que no sea oficial y que tenga como fin defender el sistema de explotación vigente. Estos son analizados por Marx y Engels desde el método y la filosofía del materialismo dialéctico, partiendo de la base que la dialéctica es la ciencia de las leyes generales del movimiento, tanto del mundo exterior como del pensamiento humano.
Partiendo de la base de que la filosofía del marxismo es el materialismo, la primera fuente que menciona Lenin, es la filosofía clásica alemana, filosofía en la cual era hegemónico el idealismo filosófico hegeliano para el cual toda explicación del mundo se basaba en la divinidad, teniendo como base la explicación de la materia por el espíritu y sosteniendo en sus principios que: el espíritu crea la materia; que el mundo no existe fuera de nuestro pensamiento y que son nuestras ideas las que crean las cosas.
Basado en estas ideas, el idealismo filosófico brinda una concepción no científica para la explicación del mundo, fuertemente arraigada en el pensamiento religioso.
Marx y Engels ejercen una fuerte crítica sobre estas concepciones, y se diferencian marcadamente de las explicaciones idealistas o metafísicas para darle cientificidad a la historia. Para esto se reivindica el trabajo de Feuerbach que tiene el merito según Marx de haber dejado atrás el idealismo hegeliano para abrazar el materialismo, que en el siglo XVIII en Francia representaba la lucha contra las instituciones políticas existentes y al mismo tiempo contra la religión, la teología y la metafísica en general.
Engels resalta en su libro Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, que, si bien la famosa tesis de Hegel sobre que “Todo lo real es racional y todo lo racional es real”, fue utilizado para canonizar todo lo existente por el gobierno de Federico Guillermo III, en realidad para Hegel “no todo lo que existe, ni mucho menos, es real por el solo hecho de existir. En su doctrina (la de Hegel), el atributo de la realidad solo corresponde a lo que, además de existir, se revela como necesidad”. Por lo tanto, todo lo que en algún momento fue real, se torna irreal en el momento que pierde su necesidad, su razón de ser. Al no ser más necesario, pierde su racionalidad, su razón de ser y es reemplazado por una nueva realidad. Así, plantea Engels: “La tesis de que todo lo real es racional se resuelve, siguiendo todas las reglas del método discursivo hegeliano, en esta otra: todo lo que existe, merece perecer”. (Engels 1963)
Y es en esto donde Marx y Engels encuentran el verdadero contenido revolucionario de la filosofía hegeliana, ya que:
“Daba al traste para siempre con el carácter definitivo de todos los resultados del pensamiento y de la acción del hombre. En Hegel, la verdad que trataba de conocer la filosofía no era ya una colección de tesis dogmáticas fijas que, una vez encontradas, sólo había que aprenderse de memoria; ahora, la verdad residía en el proceso mismo del conocer, en la larga trayectoria histórica de la ciencia, que, desde las etapas inferiores, se remonta a fases cada vez más altas de conocimiento, pero sin llegar jamás, por el descubrimiento de una llamada verdad absoluta, a un punto en que ya no pueda seguir avanzando, en que sólo le reste cruzarse de brazos y sentarse a admirar la verdad absoluta conquistada. Y lo mismo que en el terreno de la filosofía, en los demás campos del conocimiento y en el de la actuación práctica. La historia, al igual que el conocimiento, no puede encontrar jamás su remate definitivo en un estado ideal perfecto de la humanidad; una sociedad perfecta, un «Estado» perfecto, son cosas que sólo pueden existir en la imaginación; por el contrario: todos los estadios históricos que se suceden no son más que otras tantas fases transitorias en el proceso infinito de desarrollo de la sociedad humana” (Engels, 1963)
El marxismo se basa, entonces, en el materialismo dialéctico, única filosofía científica de todas cuantas han sido desarrolladas a través de la historia, que refleja la culminación de todo el proceso de desarrollo filosófico al tomar la filosofía materialista como algo vivo y en constante movimiento dialectico.
El materialismo nació con las ciencias y ha avanzado y se ha desarrollado íntimamente vinculado a ellas, hasta llegar a lo que Marx y Engels entendieron como el materialismo moderno, el vinculado a las ideas más avanzadas de su época, el materialismo dialectico, que defiende la primacía de la materia sobre la idea, es decir, defiende que la materia existe de por sí, independientemente de que el ser humano la conozca, y que su conocimiento no es más que una consecuencia de su realidad objetiva.
A partir de esto Marx sostiene que son las condiciones materiales existentes las que condicionan la conciencia del sujeto y no la conciencia la que condiciona el accionar del sujeto y para esto hay que tener muy en cuenta que, para el pensamiento materialista de Marx, en tanto es dialectico, es a la vez histórico y filosófico, no hay leyes eternas, pues la sociedad es dinámica y contradictoria.
Es así que la Concepción Materialista de la Historia sostiene que “si el materialismo en general explica la conciencia por el ser, y no al contrario, aplicado a la vida social de la humanidad exige que la conciencia social se explique por el ser social” (Lenin 1974) ya que, como sostiene Marx: “En la producción social de su vida, los hombres entran en determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de la conciencia social” (Marx, 2008).
A partir de esta concepción se entiende que Marx y Engels hayan planteado como una de las tesis centrales del Manifiesto del Partido Comunista que la historia de todas las sociedades es la historia de las luchas de clases, que la contradicción principal es entre capital y trabajo, uno de los aportes más importantes del marxismo que continua vigente.
La segunda fuente que Lenin marca en el marxismo es la economía política inglesa, “clásica” al decir de Marx. Engels destaca que al realizar junto a Marx sus estudios sobre la sociedad de su época, les fue quedando claro lo poco que sabían de economía, ante lo cual Marx se dedica a estudiar minuciosamente, sobre todo, la obra de Adam Smith y de David Ricardo.
Marx analizó la economía capitalista en base a los principios del materialismo dialéctico y observó que la economía no es una relación entre objetos, tal como defendían los economistas burgueses, sino una relación entre personas, donde el mercado juega un papel fundamental en la sociedad, al ser establecido como consecuencia de la explotación del trabajador por parte del capitalista. El dinero y el capital son reflejo del robo de la plusvalía al trabajador por parte del capitalista.
A partir de este estudio, que diera como resultado su monumental trabajo sobre El Capital, Marx devela las contradicciones de la economía burguesa y va desmontando la estructura analítica de estos clásicos que planteaban que la pobreza y la desigualdad entre los individuos, eran fenómenos naturales en el desarrollo de las sociedades y que la riqueza y bienestar se debía a la laboriosidad de los seres humanos como estipulaba Adam Smith en su libro La riqueza de las naciones.
Marx busca darle una explicación científica al por qué algunos son pobres y otros ricos en el sistema capitalista, es decir, por qué hay explotadores y explotados. Para esto explica un sistema basado en que algunos son los dueños de los medios de producción, y otros sólo poseen su fuerza de trabajo para ser vendida en el mercado. Es así como una parte de la jornada de trabajo sirve al obrero para la reproducción de su fuerza de trabajo, la otra el obrero trabaja gratis, generando una plusvalía que es apropiada por el capitalista, fuente de las ganancias, fuente de riqueza de la clase dominante. Es precisamente en la plusvalía en la que se concreta la explotación capitalista. Marx al hacer su análisis resalta que el capitalismo ha vencido en el mundo entero, pero esto no es más que el preludio del triunfo del trabajo sobre el capital.
Para que se dé este triunfo del trabajo sobre el capital, las clases desposeídas necesitan de una teoría científica que enmarque su práctica política para desembarazarse del yugo del capital, y aquí aparece la tercera fuente que menciona Lenin, el socialismo francés, pero no el socialismo utópico, el socialismo soñador, aquel que criticaba al capitalismo esperando conmoverlo, convencerlo de la inmoralidad de la explotación. Lenin resalta que el socialismo propuesto por Marx y Engels, el socialismo científico es aquel que debe convencer a la clase trabajadora que su explotación sólo va a desaparecer en la medida en que sea capaz de organizarse y luchar políticamente por la transformación radical de la sociedad.
Marx llega a este postulado tras un análisis minucioso del desarrollo de las sociedades, estudio en el cual puso énfasis que la base de todo el desarrollo y la fuerza motriz de la historia es la lucha de clases.
Estos son, muy sucintamente planteados, los puntos que aborda Lenin en Las tres fuentes y las tres partes integrantes del marxismo, uno de los textos que demuestran el método con el cual Lenin estudiaba a Marx y la forma en que buscaba darle la mayor difusión entre la clase trabajadora.
Hoy en día, cuando vemos un reverdecer de las teorías mas reaccionarias, el volver a Lenin, a Marx, a Engels y otrxs pensadorxs marxistas que han ido profundizando el análisis del sistema capitalista sigue siendo central para lograr la construcción de una fuerza revolucionaria asentada en el poder popular.
La vigencia del legado de Lenin se impone con toda su contundencia y superar la falsa dicotomía entre práctica y teoría revolucionaria sigue siendo una tarea primordial.
“Sería una gran equivocación limitarse a aprender el comunismo simplemente de lo que dicen los libros. Nuestros discursos y artículos de ahora no son simple repetición de lo que antes se ha dicho sobre el comunismo, porque están ligados a nuestro trabajo cotidiano en todos los terrenos. Sin trabajo, sin lucha, el conocimiento libresco del comunismo, adquirido en folletos y obras comunistas, no tiene absolutamente ningún valor, porque no haría más que continuar el antiguo divorcio entre la teoría y la práctica, que era el más nocivo rasgo de la vieja sociedad burguesa.” (Lenin 1965)
Bibliografía
Engels, Friedrich. Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. Editorial Anteo, Buenos Aires, 1963.
Krúpskaya, Nadezhda. Como Lenin estudio a Marx. En Cuadernos Marxistas Nº 28. Buenos Aires 2024. www.elcefma.com.ar
Lenin, Vladimir Illich. Las Tareas de las Juventudes Comunistas. Discurso en la I Sesión del III Congreso de Juventudes Comunistas de Rusia. En Sobre la juventud. Editorial Anteo, Buenos Aires, 1965.
Lenin, Vladimir Illich. Las tres fuentes y las tres partes integrantes del marxismo. Editorial Progreso, Moscú, 1974.
Marx, Karl y Engels, Friedrich, El Manifiesto del Partido Comunista. Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2015.
Marx, Karl. Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política en Introducción a la crítica de la economía política. Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2008.