Fue el viernes frente al Edificio de las Cuatro Columnas de la ex Esma para denunciar el intento de cierre de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y protestar contra los despidos masivos que la Presidencia Milei. La Liga Argentina por los Derechos Humanos dijo presente.
El viernes pasado se llevó a cabo un Abrazo y Peñuelazo frente al Edificio de las Cuatro Columnas de la ex Esma para denunciar el intento de cierre de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y protestar contra los despidos masivos que la Presidencia Milei lleva a cabo en el área y por tal motivo, entre otros, se dieron cita referentes como Daniel Catalano, Hugo Yasky, Norberto Baradel, Victoria Montenegro, Myriam Bregman, Pablo Llonto, Horacio Pietragalla, Eduardo Valdés, Vanina Biasi, Gabriel Solano, Nicolás del Caño, Jorge Taiana y Carlos Tomada, junto a sobrevivientes del centro de detención ilegal que funcionó en ese sitio Lila Pastoriza, Miriam Lewin, Manuel Franco y Ana María Cacabelos, así como representantes de organismos de Derechos Humanos.
Malena Silveira representa a la Liga Argentina por los Derechos Humanos (Ladh) en la Mesa de Organismos de Derechos Humanos y como tal estuvo presente el viernes pasado en el Abrazo y Pañuelazo, “preocupados por una situación que se va complejizando a medida que pasan los meses” que se vincula “a lo que sucede casi por igual en todos los ámbitos estatales, a partir del despido de trabajadores que también hace que se pierda un conocimiento acumulado en la política pública”.
Pero también “durante los últimos meses identificamos una voluntad de desmantelar la Secretaría de Derechos Humanos”, ya que con los despidos que se vienen registrando “hay áreas enteras que van a quedar directamente sin posibilidad de operar, con lo que es clara la intención de desmantelarla ya que van quitando a las personas que cotidianamente son las que construyen las políticas de Derechos Humanos”.
Esto tiene lugar en un contexto en el que existe un constante ataque hacia todo lo que sea Memoria, Verdad y Justicia, mientras desde el propio esquema de gobierno se propicia la reivindicación de los genocidas y del Genocidio Argentino. “Es un proceso que ahora se ve más evidentemente porque se impulsa desde el gobierno pero viene desde hace muchos años, desde 2009, cuando comienza a surgir esta nueva forma de reivindicación que fue creciendo y consolidándose, que ahora se cristaliza en esto que encuentra una mella en los sentidos, lo que permite que avancen estas políticas, algo que en otro momento histórico no hubieran logrado”, lamentó.
Y, en tal sentido, puntualizó que “nos debemos una reflexión acerca de cómo hemos llegado a esta situación”, ya que “en la medida en que no podamos comprender cómo fue que llegamos hasta acá y, desde el conjunto del campo popular podamos hacer un balance sobre dónde están nuestras fortalezas y debilidades, va a ser complejo construir una resistencia que sea realmente efectiva”.
La pregunta es qué pasó. “Se puede decir que desde 1983 hubo un proceso de avance y crecimiento en las investigaciones y consecuencias posteriores de lo que sucedió durante el proceso genocida”, algo que se construyó “a partir de la conformación de un movimiento muy amplio de reivindicación y lucha contra la impunidad que, con más o menos éxito, contó con un movimiento que se fue consolidando y avanzando en el proceso de Memoria, Verdad y Justicia en el conjunto social”.
En este contexto, la integrante de la Ladh remarca que 2001, en tanto un momento clave de resistencia contra el neoliberalismo, estuvo atravesado por “un montón de elementos vinculados a la lucha contra la impunidad y por la Memoria, Verdad y Justicia que durante todo ese período estuvo totalmente imbricada con la lucha contra el neoliberalismo como factor articulador del movimiento popular que nucleó todo aquello que estaba disperso, algo que se veía cada 24 de marzo”. Es que “en esos años había una consciencia de que la situación que vivíamos era una continuidad de las políticas implementadas por la dictadura y por eso la lucha contra la impunidad era la misma que contra el neoliberalismo, lo que hacía que nos tuviera como protagonistas”.
Pero más tarde “este movimiento dinámico y heterogéneo se cristaliza en una política de Estado, incluso se podría decir que hay como cierta apropiación de un determinado modo de entender esto por parte del sector que alcanza el gobierno en 2003”, algo que “tuvo un montón de elementos positivos, pero también algo que jugó en contra”, ya que “dejó de articular el presente con esa reivindicación, porque apareció la memoria como eje ordenador de esa discusión en relación a qué hacemos con lo que sucedió durante la dictadura, que es un elemento absolutamente nuevo porque para nosotros el problema no era la memoria, ya que el tándem Memoria, Verdad y Justicia era en relación al modelo neoliberal, al presente y la impunidad”.
Con este contexto, durante los últimos años “la centralidad la pasó a tener la memoria, lo que termina encapsulando al proceso genocida en un tiempo pasado, como si no tuviera que ver con el presente”, una mirada “muy atada a la idea de que con el kirchnerismo se termina el neoliberalismo, pero el neoliberalismo es mucho más complejo, es un modo de dominación que implica un determinado modo de acumulación de capital”. Y, reflexiona Malena Silveira que “en esa lógica de intentar establecer el fin del neoliberalismo a partir de la llegada del kirchnerismo la lucha por Memoria, Verdad y Justicia quedó de alguna manera encapsulada en un pasado y entonces se volvió como un imperativo moral, lo que produce lejanía para las nuevas generaciones en la lucha por el presente donde sufren un montón de situaciones de precariedad y necesidades y que no ven relación alguna con aquello que pasó hace más de cuarenta años”.
Por eso hizo hincapié en que “si combinamos esto con una lógica muy de época que tiene que ver con el relativismos, con esto de que cualquier opinión puede valer lo mismo y no necesita sustentarse en hechos de la realidad, aparece un combo complejo por el cual estas discusiones parecen no tener centralidad y aparece espacio para que se intente imponer esta lógica de ‘la verdad completa’”.
Pero de todos modos, la integrante de la Ladh remarca que “esto quiera decir que lo que hemos construido no tenga una base sólida”, ya que “efectivamente el abrazo que se hizo el viernes defendiendo las políticas y sus trabajadores congregó a muchas personas, lo que habla de que se trata de una reivindicación y política que sentimos propia y defendemos, por lo cual no puede ser arrasada tan fácilmente como han arrasado con otras”.
En tal dirección, destaca que una de las tareas para 2025 es “recuperar las experiencias populares anteriores a la dictadura, porque hubo un proceso político que fue por el cual vinieron con el proceso genocida”, por lo cual se vuelve necesario “recuperar también las protagonizadas desde 1983, porque fuimos capaces del juicio a las Juntas, de la Conadep y de encontrar las grietas por las cuáles meternos para que la reapertura de los juicios fuera posible”, recuerda y resalta que “somos un pueblo muy creativo y aguerrido”, de ahí que “hay que sacar la historia y la memoria de los mausoleos, bajándola a tierra para tomar las experiencias de quienes nos antecedieron para que nos sirvan a pensar acciones en este presente de resistencia, sobre todo porque hay un clima de bastante desesperanza que no se condice con la capacidad de organización, de movilización y transformación que tiene nuestro pueblo”.