Esta mañana en el cementerio de la Chacarita de la Ciudad de Buenos Aires militantes, familiares y amigos de Emilio Anzorena lo despidieron recordando su vida, entregada a la lucha por la revolución. Emilio militó desde muy joven en la Fede. La defensa de los derechos humanos en plena dictadura, la solidaridad internacional y la formación de cuadros, desde la teoría y el ejemplo, fueron algunos de los tantos mojones sobre los que construyó una trayectoria política que nos alienta a seguir andando hacia el horizonte de una sociedad sin explotadores ni explotados, donde su dignidad y sus valores se hagan costumbre.
Emilio nació en Mendoza hace 81 años y desde muy temprana edad se afilió a la Federación Juvenil Comunista. Jorge Kreyeness, Secretario General del Partido Comunista de la Argentina, señaló que es “un dolor muy grande no poder contar ya a nuestro lado con el camarada Emilio Anzorena. Lo conocimos en la Fede, militando en la LADH y fundando la comisión juvenil de la APDH. Fuimos secuestrados juntos en 1977, en tiempos duros de dictadura, y nos demostró lealtad al Partido y templanza“. Además, subrayó que “siempre tuvo a la militancia en el centro de su vida, hasta sus días más recientes andando con su bastón”. Y aunque lamentó que “perdemos un cuadro”, rescató que “nos queda su ejemplo”.
A su vez, Alberto Nadra, quien también compartió años de militancia en la FJC con Anzorena, contó una anécdota que ayuda a dimensionar esta gran pérdida, la de un revolucionario con profundas convicciones. “Una tarde de invierno, creo que de 1975, en plena ola de ataques de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) de Isabel y López Rega, me acerqué a su lugar de trabajo, en un banco privado, en pleno microcentro. Patricio Echegaray, entonces responsable de Relaciones Políticas de la Federación Juvenil Comunista, comisión que yo integraba hacía un par de años, me había pedido que le hiciera una propuesta en nombre de la Fede: nada menos que abandonar su trabajo –estable y seguro, con un muy buen sueldo– para incorporarse a la Comisión que se encargaba fundamentalmente del vínculo y las acciones conjuntas con las Juventudes Políticas. Pensó y tal vez consultó con su compañera –quien, junto a su familia debía acompañarlo en las consecuencias de semejante decisión– pero no lo dudó”.
De esta forma, continuó relatando Nadra, una de esas primeras actividades, en febrero de 1976, ”fue la de participar juntos en la Comisión Organizadora del frustrado acto de homenaje al triunfo del 11 de marzo de 1973”. Y recordó que “fueron tiempos de bravos intercambios, en los que participaron figuras como el ‘Colorado’ Jorge Teste y Alicia Eguren de Cooke, secuestrados y desaparecidos en noviembre de 1976 y enero de 1977, respectivamente”. Tras reiterar lo valioso de su “historia heroicamente anónima”, Alberto Nadra le dedicó como últimas palabras: “todavía aquí, querido Emilio, te abrazo desde el corazón."
Entre las tareas militantes que cumplió Emilio Anzorena es para destacar, además de su solidaridad incondicional con los compañerxs detenidos-desaparecidos y presxs políticos en nuestro país, su labor internacionalista. En ella, por ejemplo, asumió la arriesgada misión de llevarle apoyo financiero del PCA al PC de Chile durante la dictadura pinochetista. Por este motivo (y otros tantos) la juventud comunista supo reconocerlo en 2015 con la “Orden Fanny Edelman”, que premia justamente la solidaridad internacional.
Otro de los militantes contemporáneos de Emilio que lo recordó emotivamente fue Pascual “Quique” Guglielmotti, ex secretario Político del PC de la Capital, quien remarcó en un video para la ocasión que “cumplió tareas internacionales de altísimo riesgo que ameritan varios libros sobre su vida, su lucha y sus convicciones”. A la vez, ponderó que antes y después de ser “secuestrado, preso y torturado tuvo un rol esencial en la lucha por los derechos humanos y nunca claudicó”. Guglielmotti conserva un texto de Anzorena en homenaje al maestro Osvaldo Pugliese, con quien militó en barrio Centro y a quien se ocupaba de homenajear cada año en Villa Crespo, en los actos que lo tuvieron por décadas como a uno de sus principales organizadores. Quique Glulielmotti destacó por sobre todas las cosas que “lo esencial es cómo vivió” y luego de mandarles un abrazo a su compañera Leticia y a su hija, aseguró que los comunistas “llevaremos sus banderas por siempre”. Para despedirse de su entrañable camarada, le agradeció por su existencia y reafirmó que “venceremos”.
Por su parte, el Secretariado Regional del Partido Comunista de la Ciudad de Buenos Aires, regional en el que integró su Comité entre el 24 y el 28 Congreso del Partido, hizo pública una declaración con el título “Ni un minuto de tristeza, toda una vida de Lucha”. En ella reivindicaron que Anzorena supo hacerse cargo de diversas tareas y responsabilidades, como aquellas orientadas a la “solidaridad internacional” y “cumpliendo peligrosas misiones en los años oscuros de la última dictadura militar”. Asimismo, no dejaron de mencionar que a través de su “internacionalismo proletario”, se comprometió al punto de arriesgar su vida “llevando la solidaridad a nuestros hermanos chilenos en repetidas oportunidades”.
En la enumeración de su larga y ejemplar trayectoria política, resaltaron su faceta de “pedagogo de escuelas para la juventud” y lo caracterizaron con justeza como “un lector incansable” y un “militante humano y solidario que seguirá presente en cada lucha y vivirá en los sueños colectivos de las grandes mayorías”.
Finalmente, desde Villa Crespo, donde militó durante los últimos veinte años siendo también el secretario político del organismo de este barrio porteño por un largo período, hicieron hincapié en que “nunca esquivó poner el cuerpo por los ideales del socialismo y la defensa de la vida”. Tras valorar altamente su lucha durante la dictadura y su valentía en las tareas de solidaridad internacional con el PC trasandino, entre otras tareas anónimas en la clandestinidad, enfatizaron que “pese a las limitaciones físicas de su última época siempre estuvo presente en la calle, con sus camaradas, desde el lugar que fuera, impulsando y organizando las luchas”.
Entre esas últimas tareas asignadas tuvo la de organizar la célula de jubilados del barrio, aportando así a la resistencia que cada miércoles el Movimiento de Jubiladxs Liberación protagoniza frente al Congreso contra el feroz ajuste del gobierno de Milei, y se lo vio militando entusiastamente la reciente campaña electoral del PC en la Capital, participando de los actos y las actividades en las plazas y organizando mesas de propaganda en la Comuna 15.
La militancia de su querido Villa Crespo, donde “Emilio era el sinónimo del Partido Comunista”, lo recuerda como “un gran lector, discutidor, erudito como pocos, amante y conocedor de la música, de una memoria envidiable, dueño de una gran capacidad de análisis y síntesis de las más diversas situaciones políticas”. Y como no podía ser de otra manera sus camaradas lo despidieron con un “¡Hasta la Victoria Siempre, Camarada Emilio!”.