El triunfo del socialista Zohran Mamdani en Nueva York erizó pelucas en EE.UU. y también por estos pagos. Mientras que en Ithaca una comunista ganó la elección municipal y accedió a una banca en el deliberativo local. Por su parte, montado sobre el “Maga”, Donald Trump sigue girando a la derecha y aprieta el acelerador.
A una semana de la jornada electoral del 4 de noviembre, Donald Trump no habla aún sobre lo que fue una verdadera paliza electoral que, aunque de modo alguno establece algo definitivo, constituye un hecho que debe ser tomado como uno de los elementos para analizar la realidad que atraviesa una sociedad tan compleja y diversa como la estadounidense.
En el actual momento de la crisis que atraviesa el sistema capitalista, el pueblo de los Estados Unidos parece haber elegido huir hacia adelante. Es que en medio de las tensiones que surgen a la hora de gestionar los procesos productivos y establecer la mediación social entre el capital y el trabajo (es decir, entre los conflictos derivados de las dinámicas de generación y apropiación del plusvalor) reapareció Trump con una segunda presidencia en la que se profundizaron aún más los problemas que impone la crisis del sistema dejando todavía más expuestos los agujeros del “american way of life”.
La idea que se sintetiza en el lema trumpista “Make America Great Again” (Maga), legitima la exclusión desde el propio gobierno federal, señalando quiénes se quedan afuera y quiénes califican para estar adentro del sistema. Desde la propia médula del imperialismo, la lucha de clases que se agudiza a lo largo y ancho del territorio de los Estados Unidos pone de relieve cómo se ensanchan cada vez las inequidades sociales en el autoproclamado “país de la libertad”.
En este contexto, aunque Trump elija mirar para otro lado, lo cierto es que el 4 de noviembre y con más de la mitad de los votos, Zohran Mamdani, se quedó con la alcaldía de Nueva York, luego de referenciarse abiertamente durante toda la campaña como un candidato socialista. En la misma jornada electoral, en las estaduales de Virginia y New Jersey los ganadores fueron los demócratas Mikie Sherrill y Abigail Spanberger quienes, como Mamdani, hicieron campaña con un mensaje muy crítico contra Trump y el neofascismo que emana de la propuesta Maga.
Por su parte, en California, otro demócrata, el gobernador Gavin Newsom, logró que se aprobara holgadamente la Proposición 50, que representa una derrota para Trump, ya que permite que ese Estado equipare su representación en el Capitolio con otros que, como Texas, habían sido beneficiados con más escaños por maniobras pergeñadas por el propio presidente ultraderechista. Cabe destacar que California posee cerca de cuarenta millones de habitantes y por su PBI de aproximadamente 4,1 billones de dólares, representa la cuarta economía del planeta, después de las de EEUU en su conjunto, la República Popular China y Alemania.
Hasta ahora Mamdani era legislador estadual de Nueva York, banca a la que accedió representando al “ala izquierda” de los “demócratas” y en su carrera a la alcaldía, se impuso al ex correligionario suyo, el ex gobernador del Estado Andrew Cuomo, quien se postuló como independiente con un guiño de Washington, y al candidato republicano Curtis Sliwa. Su programa hizo centro en desarrollar una agenda basada en la ampliación de derechos, algo que ganó la adhesión de amplios sectores agredidos por las políticas trumpistas.
Así las cosas, desde la massmedia dominante, las redes sociales y otras usinas propagandísticas del Maga, rápidamente se apresuraron a señalar que el flamante alcalde neoyorkino que profesa la religión musulmana y apoya la lucha del pueblo palestino, entre otros aspectos progresistas de su agenda, es una suerte de “terrorista” y que, para colmo, es “comunista”. Más allá del macartismo que sufrió y sufre Mamdani, vale aclarar que la línea interna del Partido Demócrata que representa forna parte de la Internacional Socialdemócrata, que actualmente preside el presidente español, Pedro Sánchez, y que, por ejemplo, en nuestro país tiene como miembro a la Unión Cívica Radical.
Sin embargo, quien sí es comunista y también fue una de las ganadoras de la jornada, es Hannah Shvets quien contra todo pronóstico se impuso en las elecciones municipales de Ithaca, con lo que accedió a una banca en el deliberativo comunal de esa localidad que se ubica en el condado de Tompkins, en la zona noroeste del Estado de Nueva York.
Shvets es una joven militante estudiantil en la Universidad de Cornell, forma parte del Partido Comunista de Estados Unidos y ganó en una elección muy reñida en la que fue la candidata de una coalición integrada por sindicatos, organizaciones comunitarias y otros espacios locales de izquierda y progresistas.

Ya en sus épocas de estudiante secundaria, fue editora del periódico escolar The Tattler, desde donde trabajó en la organización de iniciativas solidarias con varias huelgas sindicales que tuvieron lugar en su condado, así como en los piquetes convocados por movimientos que exigen la liberación de Palestina.
Desde esa mirada, sus partidarios plantearon la campaña que acabó llevando a la candidata del PCUsa a una banca de concejal, desde donde prevé impulsar la creación del “Comité de Derechos de los Trabajadores” y la ordenanza de “Empleo con Causa Justa”, que busca impedir que las patronales “despidan arbitrariamente a los trabajadores”. Otro de sus puntos programáticos más salientes fue el de la “Ley de Protección de Inquilinos de Emergencia” y ajustes al Código de Zonificación para fomentar el aumento de la oferta de viviendas.
Además, entre los proyectos de Shvets que despertaron la simpatía popular, se cuentan la construcción de un albergue para personas que viven en situación de calle, la creación de una “Junta de Responsabilidad Comunitaria” que tenga atribuciones para investigar al Departamento de Policía de Ithaca en casos de sospecha de abusos y violencia institucional, así como también políticas de reparación para la colectividad afrodescendiente, que incluyen un mayor apoyo financiero para sus organizaciones sociales.
Ante los ataques que viene perpetrando la Administración Trump contra varias comunidades, Hannah Shvets hizo hincapié en que su banca de concejal va a estar comprometida con sostener a Ithaca con el estatus de “Ciudad Santuario para inmigrantes y personas que buscan atención médica de afirmación de género”. Al mismo tiempo, recalcó que los funcionarios de su localidad “no deben cooperar con las fuerzas federales que buscan detener a personas por su estatus migratorio”, a propósito de las redadas que protagonizan el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), el FBI y el Departamento de Justicia en diferentes Estados.
“Ni reyes ni fascistas”
Anoche Trump se anotó un poroto cuando logró el apoyo de al menos ocho senadores demócratas para la aprobación de un paquete de financiación que permitiría “reabrir el gobierno federal” después de cuarenta días de parate, a cambio de una futura votación favorable sobre la extensión de los subsidios mejorados de la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio, que era uno de los puntos principales que demandaba la bancada opositora.
Esto es al menos un alivio para un presidente que en su segundo mandato se caracteriza por abrir varios frentes al mismo tiempo. Y si para muestra alcanza con un botón, sólo basta señalar que hace apenas un mes, Trump demandó que fueran arrestados el alcalde de Chicago, Brandon Johnson, y el gobernador de Illinois, Jay Robert Pritzker, porque se negaron a prestar colaboración con los agentes del ICE y el FBI que llevan a cabo verdaderas cacerías de personas migrantes que acaban con sus huesos en campos de concentración, como el temido “Alcatraz de los Caimanes”, ubicado en el Estado de Florida.

Pero esto no es todo, ya que mientras que en reiteradas ocasiones el mandatario amenazó con aplicar la “Ley de Insurrección”, que data de hace dos siglos y le permitiría movilizar tropas discrecionalmente dentro del territorio estadounidense, no dudó al enviar a Illinois más de doscientos efectivos pertenecientes al cuerpo de élite de las fuerzas federales. A partir de esta decisión, los represores actuaron bajo el comando del gobernador de Texas y uno de los principales socios de Trump, Greg Abbott, en el marco de la operación Lone Star, que dio cuenta más que en cualquier otro caso de la brutalidad ejercida por Washington contra los migrantes en la frontera sur del país.
En simultáneo, en la ciudad de Chicago se emplearon helicópteros Black Hawk (como los que usaron en Irak) durante las redadas en las que fueron maltratadas y arrestadas centenares de personas, entre las que había niños y ancianos. También la Casa Blanca ordenó el despliegue de tropas militares en Portland, Oregón, a las que autorizó a usar “toda la fuerza que fuera necesaria” para frenar las crecientes protestas que han tenido lugar frente a centros de detención migratoria y otras instalaciones federales.
El caso de Oregon no se trató del primero en que el magnate que preside EEUU tomaba una decisión de este tipo, ya que poco antes había hecho lo propio en Los Ángeles, Washington DC y Memphis. Allí Trump redobló la apuesta cuando públicamente instó a la cúpula militar de su país a “vigilar el enemigo interior”, en tanto que prometió resucitar “el espíritu guerrero” de las Fuerzas Armadas.
Frenre a eatos hechos, el Partido Comunista de Estados Unidos fue uno de los actores que protagonizaron las multitudinarias jornadas de protesta y resistencia convocadas recientemente en múltiples puntos de Estos Unidas (y con réplicas en varias ciudades europeas) bajo la consigna “Ni reyes ni fascistas”, un postulado que por su elocuencia exime de tener que dar cualquier explicación.
En medio de tanta calamidad, los resultados electorales del 4 de noviembre no pueden dejar de dibujar una sonrisa entre los numerosos sectores oprimidos y exlcuidos por Donald Trump, que no expresa otra cosa que la cara más salvaje del capitalismo. Y, a la vez, esta derrota en las urnas del gobierno estadounidense representa un motivo de celebración para los antifascistas de todo el mundo. En el corazón del Imperio, tampoco la historia se detiene y parece ser que la moneda sigue dando vueltas en el aire.