Amparado en el robusto sistema de ciencia y tecnología con el que cuenta el país, el gobierno nacional trabaja para cerrar y/o ampliar acuerdos con Rusia, China, Cuba, Gran Bretaña e Israel para producir en Argentina las vacunas contra el coronavirus.
El robusto sistema de ciencia y tecnología de la República Argentina, fundado en la inversión estatal y en la calidad de sus científicos, permite que en la actualidad el país cuente con posibilidades concretas de producir vacunas contra el Covid-19 en el territorio nacional.
A pesar de los embates contra el sistema nacional de ciencia y tecnología perpetrados por la derecha política y los grupos económicos, que puede remontarse desde la “noche de los bastones largos” en 1966 hasta las recientes “denuncias” por parte de JxC contra el gobierno por “envenenamiento” tras la adquisición de la Sputnik V a fines del año pasado, el país cuenta con un sólido desarrollo técnico y científico, que fue construido durante muchos años y con un preponderante -casi exclusivo- componente estatal.
La pandemia puso de manifiesto la importancia que tiene el fortalecimiento de la soberanía política, económica, tecnológica, científica y sanitaria de los países a la hora de diseñar políticas para contrarrestar las consecuencias de una crisis sanitaria global que se superpone con la crisis económica del capitalismo.
En ese sentido, el éxito en diversas instancias de los países socialistas como la República Popular China (RPCh), Vietnam y Cuba a la hora de contener el virus del Covid-19, atestigua la relevancia que adquiere la confluencia entre planificación estatal y organización popular, factores determinantes a la hora de evitar el colapso sanitario y erradicar la pandemia.
A preparar el brazo
Desde el inicio de la pandemia se hizo evidente que la principal estrategia para enfrentar el virus del Sars-Cov 2, un virus que no distingue fronteras pero que afecta con mayor gravedad a las clases trabajadoras y populares, debía ser la cooperación internacional y la solidaridad entre los Estados y los pueblos.
Sin embargo, el orden capitalista internacional pudo más y, hasta el momento, se impone la lógica de unas pocas multinacionales farmacéuticas que deciden qué enfermedades y qué enfermos se van a atender. Mientras que, en paralelo, el valor de capitalización bursátil de las 25 firmas líderes a escala mundial de la industria farmacéutica crece a millonadas en dólares, impulsado por la expectativa del desarrollo de vacunas contra el Covid-19.
El ejemplo más concreto de este paradigma es Pfizer, cuyo modelo de negocios eligió defender sin descaro JxC, en especial, el ex presidente Mauricio Macri y la presidenta del partido PRO, Patricia Bullrich.
El caso de Pfizer es paradigmático. Esta multinacional no cerró acuerdos con diferentes países de la región, entre ellos Argentina, debido a las exigencias que impuso a los países, entre ellas, el requisito de que se pongan activos del Estado como garantía, así como inmunidad ante cualquier consecuencia que pudiera traer la aplicación de su vacuna(Ver Temporada de caza en el zoo).
Por eso en este contexto, resulta más que alentador las iniciativas encaradas por el gobierno del Frente de Todos con Rusia, la RPCh, Cuba, Gran Bretaña e Israel para concretar acuerdos que permitan producir en Argentina la vacuna contra el Covid-19.
Se trata de una iniciativa fundamental que busca proteger a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible, mientras se zanja a nivel internacional el tema de las patentes, cuya liberación podría garantizar el acceso universal a las vacunas contra el virus y de esta manera ponerle fin a la pandemia.
Es verdad que la pandemia aceleró de modo inédito la capacidad científica de los países para desarrollar vacunas, pero son las leyes de la oferta y la demanda las que rigen su producción y distribución. El resultado es la escasez y el acceso desigual a las vacunas entre países. Es para hacer frente a estas dificultades que Argentina avanza con los acuerdos.
Durante las últimas horas, la ministra de Salud Carla Vizzotti, informó que Argentina recibirá cinco millones de dosis del primer componente de la vacuna de Astrazeneca, cuyo principio activo para América Latina se produce en Argentina y se envasa en México.
Según informó la cartera sanitaria, de las cinco millones de dosis que llegarán en los próximos días, casi cuatro corresponden al contrato celebrado el año pasado con la empresa farmacéutica mientras que 861.600 llegarán por el mecanismo Covax.
Mientras Astrazeneca se pone al día con la entrega de las dosis fabricadas en parte en el país, el Instituto Gamaleya de Rusia habría aprobado en las últimas horas el primer lote de la vacuna Sputnik V producido en la Argentina. El Laboratorio Richmond realizó la formulación de la sustancia activa en los viales del componente 1 y componente 2 de la vacuna Sputnik V.
De esta manera, con la posibilidad de poder completar el proceso de producción de la vacuna Sputnik V en Argentina a partir de la sustancia activa que fabrica el Instituto Gamaleya, el gobierno podrá avanzar con el plan nacional de vacunación a partir de junio.
Argentina también avanzó con la RPCh para producir la Sinopharm en el país. El Ministerio de Salud forma parte de las tratativas con el gobierno chino y la farmacéutica Sinergium, responsable de fabricar en el país esta vacuna, cuya aplicación ya comenzó con la adquisición de cuatro millones de dosis en los últimos meses.
Entre estos gigantes a nivel mundial aparece Cuba, el único país latinoamericano con capacidad técnica y científica para desarrollar una vacuna propia. Este país anunció, la semana pasada, que la vacuna contra el coronavirus Abdala, en proceso de desarrollo por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (Cigb) en la isla caribeña, comenzó a fabricarse a escala industrial.
Además de la Soberana, Cuba se encuentra desarrollando dos vacunas más contra el Covid-19: la Soberana 2 y la Abdala. Siendo Cuba el único país latinoamericano con capacidad propia de diseño y producción de vacunas contra el coronavirus, para Argentina resulta estratégico avanzar en acuerdos de cooperación con la Isla.
En este sentido, el embajador argentino en Cuba, Luis Ilarregui, estimó que en 2021 "podremos tener vacunas cubanas en la Argentina" para continuar con la campaña de vacunación y además confirmó que "ya hay negociaciones entre funcionarios cubanos y argentinos para avanzar en la firma de un acuerdo".
Por su parte Israel es otro de los países que suma a lista de países que podrían producir su vacuna en el país. Se trata de la vacuna Brilife, a cuyos ensayos clínicos de Fase 3 se incorporaría Argentina en las próximas semanas, con el compromiso de avanzar luego en los acuerdos técnicos y políticos para producir los componentes viales en el país.
Todas estas iniciativas son posibles gracias al sistema de ciencia y tecnología nacional, financiado por el Estado y desarrollado por los miles de becarios, investigadores y trabajadores del Conicet, las universidades nacionales y las empresas farmacéuticas. Y son bienvenidas, porque buscan proteger a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible, mientras se resuelve a nivel internacional el tema de las patentes.