Por segunda vez en una semana, los movimientos sociales marcharon en todo el país en un Piquetazo Nacional porque, como lo destacó el MTL, “el hambre es un crimen”.
“Convicción, esta es la palabra que marcó a una gran jornada unitaria de lucha desarrollada en los accesos a Ciudad de Buenos Aires y con réplicas en la mayoría de las provincias”.
Así describió el Movimiento Territorial Liberación a lo sucedido ayer, ante la convocatoria al Piquetazo Nacional que se realizó en más de quinientos puntos de acceso a las principales ciudades del país, en la que participaron todos los movimientos sociales “porque el hambre, es un crimen”.
En este contexto, la presencia del MTL se hizo sentir fuerte en las protestas llevadas adelante en conurbano bonaerense, Chubut, Santa Fe, Río Negro, Entre Ríos, Formosa, Santiago del Estero, Misiones y Jujuy.
Y en todos los casos sus integrantes se movilizaron acompañados por trabajadores estatales y docentes, así como los agrupados en el Movimiento Jubilados Liberación.
Con este telón de fondo, desde el MTL se hizo hincapié en que “los reclamos más sentidos de los barrios se expresaron nuevamente con cortes totales”, ya que “las ollas vacías nos interpelan todos los días” y, por tal motivo, “al gobierno fascista de Milei debemos frenarle el ajuste sangriento que sólo recae sobre nuestra clase”.
La jornada no estuvo exenta de momentos de tensión como los que se vivieron en la zona de Puente Pueyrredón y la de Puente Saavedra, en los límites sur y norte de Ciudad de Buenos Aires respectivamente, donde un fuerte operativo de personal de Prefectura y Policía Federal, junto a efectivos de la Policía de la Ciudad, salió al cruce de quienes se manifestaban utilizando bastonazos y gases lacrimógenos.
Pero, nuevamente, la aplicación del Protocolo Bullrich no consiguió hacer retroceder a quienes volvieron a ganar las calles para denunciar la situación extrema que atraviesan los casi cuarenta mil comedores comunitarios que despliegan su tarea en todo el país y que, desde que asumió las Presidencia Javier Milei, dejaron de recibir los insumos necesarios para cumplir con su tarea.
Esto se traduce, lisa y llanamente, en hambre para las alrededor de diez millones de personas que deben recibir asistencia alimentaria para poder sobrevivir.
Es que mientras se espera que la próxima semana el Indec publique los datos oficiales correspondientes al segundo semestre de 2023, desde la Maestría de Econometría de la Universidad Torcuato Di Tella, se estima que la tasa de pobreza para ese período asciende a 42,4 por ciento, lo que representa 2,3 puntos porcentuales más que en el primer semestre de ese año.
Por su parte, el Observatorio de la Deuda Social Argentina que depende de la Universidad Católica Argentina, dio a conocer un trabajo sobre el tercero de los trimestres del año, que concluye que en ese momento, el 49,5 por ciento de la población era pobre y casi el quince por ciento indigente.
El mismo informe también advierte que durante el primero de los meses de Milei como Presidente, la pobreza se catapultó al 57,4 por ciento de quienes viven Argentina y la indigencia sobrepasó el límite del quince por ciento. Y, entre los principales causantes de esta situación coloca a la devaluación del 119 por ciento perpetrada por el gobierno, apenas asumió.
Con este telón de fondo, con particular cinismo, el Ministerio de Capital Humano a cargo de Sandra Petovello, continúa sin cumplir con la entrega de alimentos y mientras promete la implementación de una tarjeta que viabilice una “transferencia monetaria” directa a quienes precisan asistencia alimentaria, el tiempo pasa, el hambre crece y las ollas están cada vez más vacías.