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Voz propia
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Esteban Luchetta es integrante de la Comisión de Relaciones Internacionales del Partido Comunista, miembro del Cefma y con Voz Propia analiza las circunstancias que rodearon a las históricas jornadas del 4 y 5 de noviembre de 2005 cuando los pueblos de la región dijeron ¡Alca…Alcarajo!

El 4 y 5 de noviembre de 2005 se desarrollo la Cuarta Cumbre de las Américas en Mar del Plata. El lema del evento fue “Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática”. A pesar de esto, el eje central del debate de la cumbre giró en torno a los modelos de integración para la región y específicamente en la propuesta estadounidense del Área de Libre Comercio para las Américas (Alca), iniciativa que finalmente no alcanzó consenso y no pudo ser incluida en el documento final para seguir siendo tratada en el futuro.

Por esta razón es que pasó a la historia como la cumbre del “No al Alca”, que marcó un hito en la lucha antiimperialista de América Latina y el Caribe (ALC) contra la hegemonía de Estados Unidos (EE.UU.) en la región.

 

Contexto

Las Cumbres de las Américas comenzaron en la década del noventa del siglo 20 ante el nuevo escenario internacional que propiciaba el final de la Guerra Fría y la pretensión de EE.UU. de reafirmar su supremacía en ALC mediante la aplicación de lo que se llamó el Consenso de Washington, es decir, la instrumentación de políticas neoliberales. Participan todos los países de ALC junto a EE.UU. y Canadá, con la exclusión vergonzosa de Cuba que no era convocada a estos eventos. 

El 7 de noviembre del 2000 fue elegido en EE.UU., en unas polémicas elecciones presidenciales, George Bush.  La elección se decidió por intervención de la Corte Suprema (de mayoría republicana) que determinó dos meses después de realizado los comicios que el candidato republicano había ganado en el Estado de Florida (que gobernaba su hermano, John Ellis Bush) por algo más de quinientos votos, lo cual inclinaba la elección general a su favor.

Curiosamente, ningún país solicito conocer las actas, ni los datos desagregados de los votos y el mundo vio a Bush asumir la presidencia el 20 de enero de 2001. Los atentados del 11 de septiembre de ese año marcaron la política exterior de su gobierno. En octubre nomás, comenzó la invasión de Afganistán, donde EE.UU. afirmaba que residía allí el grupo Al Qaeda, responsable de los ataques.  En marzo del 2003, comenzó la invasión de Irak; país donde EE.UU. afirmaba que había armas de destrucción masiva, cosa que luego se demostró que era una vil mentira, pero a pesar de eso, ya su presidente, Sadam Husein había sido capturado y estaba siendo juzgado por un tribunal amañado por EE.UU., que finalmente le aplicaría la pena capital en 2006.

En ALC estaban apareciendo y consolidándose gobiernos de izquierdas o progresistas que eran abiertamente contrarios a Washington o presentaban fuertes críticas a las políticas neoliberales que azotaron nuestra región con fuerza en la década del noventa, pero que se habían instalado a partir del golpe de Estado contra Salvador Allende otro 11 de septiembre, pero del año 1973. Hugo Chávez en Venezuela en 1999; Ralph Gonsalves, de San Vicente y las Granadinas en 2001; Lula, en Brasil en 2003.  En el mismo año asumía Néstor Kirchner en nuestro país y Tabaré Vázquez lograba en 2005, por primera vez que el Frente Amplio presida el Uruguay. Asimismo asomaba la candidatura del dirigente boliviano Evo Morales, que ganaría las elecciones un poco más de un mes después de la cumbre.

En lo que puede considerarse un retorno a la “Doctrina Monroe” o su continuidad, EE.UU. busca imponer el Alca para integrar el continente. Es el punto de llegada natural al avance de la integración con las transnacionales, con la liberalización financiera y comercial, privilegiando una integración hacia afuera y una desintegración al interior de ALC.  Según sus auspiciadores esto se convertiría en el horizonte necesario para enfrentar el estancamiento económico y facilitar el intercambio comercial a escala continental, teniendo como centro y protagonista a la economía estadounidense. Para muchos otros actores, sabedores de los enormes recursos naturales y energéticos; las importantes reservas biológicas y acuíferas únicas en el mundo, que se tornan cada vez más estratégicas para las economías y sostenibilidad de las naciones y regiones del mundo biológicos con los que cuenta ALC, la visión era diametralmente opuesta. El Alca, podía significar la anexión económica y política definitiva de ALC.

Representaría geográficamente un territorio desde Alaska hasta Tierra del Fuego, incluyendo 34 países del continente con la excepción de Cuba. El economista cubano, Osvaldo Martínez, define el Alca como la integración entre el tiburón y las sardinas; donde no hay ningún trato preferencial del primero a las segundas. El sociólogo argentino, Atilio Boron, remarca la ausencia absoluta de reducción de asimetrías entre las partes intervinientes en el Alca, a diferencia de lo que fue la experiencia trasatlántica en la conformación de la Unión Europea. Aquí, desde sus inicios, la Comunidad Económica Europea (CEE) desarrollo una serie de instituciones y normas que se reflejaron en la conformación de una sólida voluntad política comunitaria y una legislación que se extendió por las naciones involucradas y estableció parámetros mínimos de referencia en materia de seguridad social, derechos laborales, ciudadanía, educación, protección del medio ambiente, etc. que superaban ampliamente el marco economicista. Lo que procuró la integración europea fue homogeneizar a las sociedades participantes, al acortar la distancia que separa a las más pobres de las más ricas. Esta decidida vocación se manifestaba en una voluminosa financiación pública puesta al servicio del proceso integrador.  La experiencia demostró que aún con la existencia de enormes fondos hubo países que sufrieron inmensas crisis dentro de la UE y tuvieron que recurrir a ajustes fiscales brutales como fue el caso de Grecia. Esto nos sirve de marco para imaginarnos las dificultades que hubieran existido en un acuerdo con el Alca donde no se contemplaban estas igualaciones previas y convivirían en un mismo marco economías como la EEUU, con un PBI 36 mil veces más grande que el de Dominica o 1500 veces el de Haití.

Por último, desde el primero de enero de 1994 estaba vigente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan) entre EE.UU., Canadá y México que significó una creciente dependencia y concentración de las relaciones económicas de México con EE.UU. El sector agrícola mexicano se enfrentó a una catástrofe al ponerse en contacto con su par estadounidense, muy superior técnicamente y acreedor de sofisticados subsidios de todo tipo. Pese a esto, su presidente Vicente Fox era un defensor de este tratado y sería un ariete fundamental en la intención de imponer el Alca en Mar del Plata.

 

Los hechos

Las reuniones de cancilleres, previas a la reunión de Presidentes presagiaban que no habría documento final consensuado que dé continuidad a las negociaciones por el Alca.

Por esta razón, Chávez en el acto convocado por la cumbre de los pueblos en el Estadio José María Minella pronunció su famosa frase “¡Alca, Alca, al carajo!”. Este acto se realizó el viernes 5 antes de la apertura de la cumbre que sería esa tarde. En esa reunión, que colmó el estadio participaron numerosa cantidad de representantes políticos, sindicales, culturales de toda la región. Muchos habían llegado en lo que se llamó el “Tren del Alba”, que viajó desde Buenos Aires con Diego Maradona.

Condoleezza Rice, secretaria de Estado de EE.UU., amenazaba con la ausencia de Bush si no se incluía el Alca en la declaración final. Finalmente el presidente de EE.UU. arribó a una Mar del Plata militarizada. Se alojó en el Hotel Sheraton de Playa Grande ante un descomunal despliegue de fuerzas policiales, militares, helicópteros, embarcaciones, etc.

A la hora de la apertura se realizaron fuertes manifestaciones contra la Cumbre que fueron reprimidas por las fuerzas policiales apostadas en la ciudad balnearia.

En su apertura, en el teatro Auditorium, ante Bush y el resto de los presidentes; Néstor Kirchner, realizo una fuerte crítica al Consenso de Washington, a los organismos internacionales de crédito como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Repasó la mejora de los indicadores económicos y sociales del país siguiendo políticas contrarias a las de la década del 90, en la intención de promover un desarrollo sustentable. Remarcó la necesidad del crecimiento como requisito para pagar la deuda. En materia de integración señalo: “La integración posible será aquella que reconozca las diversidades y permita los beneficios mutuos. Un acuerdo no puede ser un camino de una sola vía de prosperidad en una sola dirección. Un acuerdo no puede resultar de una imposición en base a las relativas posiciones de fuerza”. Refiriéndose a las compensaciones remarcó: “Los acuerdos de integración comercial deben contemplar salvaguardas y compensaciones para que los que sufren atrasos relativos de modo que el acuerdo no potencie sus debilidades.”

Al otro día, sábado 5 se dio el debate entre presidentes en el Hotel Hermitage. En los hechos se conformaron dos grupos nítidos que contraponían posiciones con respecto al Alca. Dentro de los promotores más entusiastas de la iniciativa estaban los representantes de EE.UU., Canadá, México, Colombia, Nicaragua, Jamaica. La propuesta de declaración final que contenía la continuidad de las negociaciones para el acuerdo fue presentada por Panamá, cuyo presidente Martín Torrijos era el hijo del general antimperialista que fuera un digno primer mandatario que hubiese repudiado la abyecta dependencia mostrada por su país en la cumbre.

De parte del sector contrario al Alca convergieron en un mismo accionar países que se aponían al Alca desde el punto de vista ideológico, con países que centraban más su oposición en las cuestiones pragmáticas del acuerdo sin oponerse frontalmente a los acuerdos de libre comercio. En el primer grupo estuvo representado por Venezuela y su presidente Hugo Chávez, y de manera implícita por Fidel Castro que seguía atentamente la cumbre pese a la exclusión de Cuba. En el otro grupo estuvieron los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay) que se manifestaban contarios a que la apertura de sus mercados no encontrara reciprocidad de parte de los EE.UU. y Canadá. La negativa a negociar los subsidios al sector agrícola de EE.UU., que es el rubro más representativo de las exportaciones de los países del Sur, transformaba el acuerdo en indigerible para ALC. Pese a todo, la propuesta de declaración de este sector que fue redactada por Uruguay era bastante generosa, porque incluía primeramente afirmaciones benevolentes con este tipo de acuerdos pero señalaba que “todavía” no estaban las condiciones dadas para iniciar las negociaciones por el Alca. EE.UU. acostumbrado a imponer y no a negociar con nuestros países se mostraba contrario a cualquier acuerdo que no expresara claramente cómo y cuándo se continuaba con las negociaciones para el acuerdo, dentro de las cuales, supuestamente, se resolverías las asimetrías que reclamaban las naciones más desfavorecidas.

Como el lema de la Cumbre era el trabajo, los promotores del Alca recurrieron a la argucia de que el acuerdo redundaría en empleo para las amplias franjas de población desfavorecidas de ALC. Fue Vicente Fox quien toco los clarines de guerra en el debate y expresó de manera explícita la necesidad de que la Cumbre sirviera de plafón al Alca. “Me parece lo más importante sugerir, que en la declaratoria de nuestro resolutivo de esta cumbre se incluya precisamente este tema [Alca] bajo condiciones y características que ya se han propuesto aquí”.

Kirchner que moderaba el debate al ser el representante del país anfitrión le marcó que su propuesta estaba fuera de foco. “Es importante que tengamos en cuenta cuales fueron los conceptos y los motivos por los cuales convocamos a esta cumbre, así que mi pensamiento es absolutamente diferente al señor presidente de México; porque me parece que no fue la convocatoria a esta cumbre lo que está diciendo el Sr. Presidente, con todo respeto”.

A pesar de la advertencia del moderador sobre la necesidad de centrar el debate en los temas convocados, se desató una batería de intervenciones de representantes de lacayos del imperio pidiendo incluir la consecución del Alca como sea; en lo que pareció una pelea a ver quién lamía con más fuerza la bota yanqui ante la mirada del amo.
El comandante Chávez, en una de sus intervenciones recordó a Celso Furtado, economista brasilero y su obra “El desarrollo económico: un mito” donde puntualiza dos mecanismos del subdesarrollo en ALC. En primer lugar, el sistema de explotación interno de nuestras elites, que no creen en la democracia y se apropian del crecimiento que pudieran a llegar a tener nuestras economías y segundo la dependencia financiera, científica y tecnológica.

Contraponiéndose a las bombas y misiles que EE.UU. desparramaba sobre población civil en Irak y Afganistán, Chávez señalaba que los misiles venezolanos eran los buques petroleros que envían a los países del Caribe en condiciones crediticias muy favorables, inexistentes en el mercado. Acción que colabora con el desarrollo de estos países pequeños y pobres. Instrumentada en Petrocaribe, que sigue conceptos de integración que ponen al ser humano en el centro de las relaciones y no como receptáculo final del derrame de varios escalafones superiores.

Propuso una alianza contra el hambre y contra la pobreza, ofreciendo parte de la renta petrolera venezolana para financiar esta iniciativa. Planteo la necesidad de revisar las deudas externas de los países de ALC, ya pagadas más de una vez y aun así cada vez más abultadas, como mecanismo perverso de saqueo y dominación. Señaló lo perverso de los excesivos gastos militares que podrían dedicarse a garantizar la alimentación de nuestros pueblos. Y respecto del debate del Alca fue claro: “El cuento de que las inversiones, de que el libre comercio, de que la inversión extranjera.  ¿Vamos a seguir oyendo ese cuento? ¿Pero hasta cuándo? ...¡Eso es mentira! Esta más que demostrado empíricamente que es mentira”.

El debate se fue estirando entre intervenciones y cuartos intermedios sin poder encontrar una declaración conjunta. Bush decidió irse y Alca quedó pendiente. Los países sumisos a su estrategia se quedaron sin el incentivo de promover la iniciativa ahora que no estaba su dueño.

La declaración final de la Cumbre en su punto 19 marca las dos posturas irreconciliables:

Reconociendo la contribución que la integración económica puede efectuar al logro de los objetivos de la Cumbre de crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática:

A. Algunos miembros sostienen que tengamos en cuenta las dificultades que ha tenido el proceso de negociaciones del Área de Libre Comercio de las Américas (Alca), y reconozcamos la contribución significativa que los procesos de integración económica y la liberalización del comercio en las Américas pueden y deben aportar al logro de los objetivos de la Cumbre de crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática. Por ello, mantenemos nuestro compromiso con el logro de un Acuerdo Alca equilibrado y comprensivo, dirigido a la expansión de los flujos comerciales y, en el nivel global, un comercio libre de subsidios y de prácticas que lo distorsionen, con beneficios concretos y sustantivos para todos, teniendo en cuenta las diferencias en el tamaño y nivel de desarrollo de las economías participantes, y las necesidades especiales y el tratamiento especial y diferenciado de las economías más pequeñas y vulnerables. Participaremos activamente para asegurar un resultado significativo de la Ronda de Doha que contemple asimismo las medidas y propósitos del párrafo anterior. Continuaremos promoviendo las prácticas y actividades establecidas en el proceso del Alca, que garanticen la transparencia y promuevan la participación de la sociedad civil. Instruimos a nuestros responsables de las negociaciones comerciales a reanudar sus reuniones en el curso del año 2006, para examinar las dificultades del proceso Alca, a fin de superarlas y avanzar en las negociaciones, de acuerdo con el marco adoptado en Miami, en noviembre de 2003. Asimismo, instruimos a nuestros representantes en las instituciones del Comité Tripartito a que continúen asignando los recursos necesarios para apoyar la operación de la Secretaría Administrativa del Alca.

B. Otros miembros sostienen que todavía no están dadas las condiciones necesarias para lograr un acuerdo de libre comercio equilibrado y equitativo, con acceso efectivo de los mercados, libre de subsidios y prácticas de comercio distorsivas y que tome en cuenta las necesidades y sensibilidades de todos los socios, así como las diferencias en los niveles de desarrollo y tamaño de las economías. En función de lo expuesto hemos coincidido en explorar ambas posiciones a la luz de los resultados de la próxima reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC). A tal efecto el gobierno de Colombia realizará consultas con miras a una reunión de responsables de negociaciones comerciales.

 

Conclusiones

La integración en ALC ha sido muy dificultosa desde el momento mismo de la independencia de nuestros países a comienzos del siglo 19. Siempre estuvo la acción coordinada entre los agentes externos imperialistas y lo más doloroso, la sumisión o traición de los nuestros. Si en el triunfo de las armas independentistas pudieron amalgamarse los sectores que pretendían solo una revolución nacional que cambiara las autoridades coloniales por criollas, tuvo también el apoyo de grandes sectores partidarios de sumarle además una revolución social que alterara las relaciones que mantenían en posiciones calamitosas a gran parte de la población americana. El fracaso del Congreso de Panamá convocado por Bolívar en 1826 sería un hito muy importante en lo que vendría; la balcanización de nuestro continente en una multiplicidad de “repúblicas” pobres y dependientes.

Haciendo la analogía con la Cuarta Cumbre de las Américas, el triunfo de las posiciones patriotas pudo darse también por la acción conjunta en sentido antiimperialista. Algunos con mayor profundidad ideológica y otros con un sentido más vinculado a cuestiones estrictamente económicas, pero en definitiva nos muestran el potencial que tiene ALC cuando actúa en unidad.  Por supuesto que impedir algo es una tarea mucho más fácil que construir otra cosa. Pero hay que tener en cuenta que mientras se desarrollaba la cumbre, quien proponía el Alca bombardeaba países y se disponía a ejecutar a sus presidentes de manera impune, hechos que continuaron años después con multiplicidad de golpes duros o blandos. Por la tanto es valorable la posición antiimperialista de quienes actuaron allí y que tuvo continuidad en iniciativas expresadas en la siguiente década en organismos de articulación como la Celac y Unasur.

Hoy día, la integración a acuerdos como el Brics también crea un campo propicio para la unión de varios sectores que con una visión antiimperialista creen necesario la concreción de la incorporación de la Argentina a este instrumento. Razones ideológicas como la pérdida de influencia de EE.UU. sobre nuestro pueblo y el acceso a un mercado más amigable, sin amos que puedan sancionarnos cuando se les ocurra u organismos de crédito que saqueen nuestros recursos. Solo un sector de vergonzosa sumisión a EE.UU. como el gobierno actual de Milei, puede estar en contra de desperdiciar la oportunidad que se nos ha planteado.

Para los revolucionarios el modelo de integración que pretendemos es la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (Alba-TCP), creada por Fidel Castro y Hugo Chávez en diciembre de 2004. Su definición dice: “Es una plataforma de integración latinoamericana y caribeña, histórica e inédita, con énfasis en la dimensión social, que toma como fundamento y epicentro de la integración al ser humano, basada en la solidaridad, la complementariedad, justicia y la cooperación, uniendo las capacidades y fortalezas de los países que la conforman”.