Mientras se come cada vez menos carne adentro, se exporta cada vez más. Puja distributiva comportamientos especulativos. Un paréntesis para las exportaciones y la Mesa de Enlace que se vuelve a pintar la cara.
El consumo anualizado per cápita de carne vacuna, es de 45 kilogramos, esto es, el más bajo desde que hace cien años se llevan a cabo mediciones, y esto se relaciona con la suba del precio que se registra desde 2017 cuando aumentó un 390 por ciento de acuerdo a datos del Instituto Argentino de Análisis Fiscal.
El aporte que hace el precio de este producto a la inflación es significativo y, más aún, lo es su impacto en la carestía de la vida de los sectores más empobrecidos, ya que se trata de un componente central en la dieta popular argentina. Para el rubro alimentos el alza anualizada es del 46,4 por ciento y en esto tiene una incidencia clave el precio de la carne bovina, sobre todo la de los cortes populares.
En este contexto, el ejecutivo decidió el cierre de las exportaciones de carne por treinta días, plazo en el que busca volver a negociar con los actores de esta cadena para intentar que se normalice la oferta y los precios del mercado interior.
Por su parte, desde la Mesa de Enlace rechazaron la medida y decidieron el cese de comercialización de todas las categorías de hacienda para a partir del jueves y por una semana. Y desde CRA y otros sectores amenazan con tractorazos.
La decisión gubernamental, llega a poco de que el Indec diera a conocer que la inflación de abril fue del 4,1 por ciento, pero asimismo, tras varios intentos de La Rosada para acercar posiciones con los que conforman esta cadena de producción y comercialización de la carne.
Durante enero de este año, fue anunciado un acuerdo con frigoríficos, exportadores y supermercados que debía garantizar la oferta de cortes de carne, a precios hasta un treinta por ciento inferior a los que se registraron durante diciembre de 2020. Se estableció que tenían que ser seis mil toneladas mensuales y 1600 bocas de expendio, un volumen que lejos está de afectar la tasa de rentabilidad de la cadena de la carne, ya que representa sólo el 3,5 por ciento del consumo regular de Argentina.
Pero siguieron los comportamientos especulativos, el precio de la carne bovina sigue en alza y ya acumula 65 por ciento por encima del promedio general del IPC durante los últimos doce meses.
Ad-infinitum
A la hora de explicar por qué comer carne resulta cada vez más caro en Argentina, vale mirar la incidencia que en esto tiene la excepcional demanda de este producto por parte de la República Popular China.
Pero eso es sólo el árbol. Cuando se mira el bosque se advierte que desde los años 90 del siglo pasado, la irrupción del agronegocio con el componente de la soja transgénica y otros commodities, provocó una profunda reformulación del escenario agropecuario y, por ende, de toda la cadena que desde ahí acaba en las góndolas y carnicerías.
La suba de los precios internacionales de la soja que cotiza seiscientos dólares la tonelada en el mercado de Chicago, junto a la suba de otros granos como el maíz, también aporta a la suba del precio de las carnes ya que son insumos que se colocan en el inicio de esa cadena.
Lo que busca ahora La Rosada es acotar la lista de los actores que pueden exportar, lo que puede aportar a que abordar mecanismos tendientes a morigerar la suba de los precios de la carne.
Durante 2016 las exportaciones de carne vacuna se ubicaron en las 234 mil toneladas y fue ascendente hasta que durante 2020 superó las novecientas mil toneladas. Es verdad que es clave la aparición de la RPCh como jugador de peso a la hora de comprar carnes, pero esto es sólo una parte.
En el centro de todo esto aparece una feroz puja distributiva, que no es otra cosa que la contradicción existente entre quienes buscan maximizar su tasa de rentabilidad ad-infinitum y los que simplemente pretende comer todos los días (Ver Puja distributiva ¿quién se come la torta?).
Por eso es que todo esto tiene una cara vinculada a aspectos productivos y otra, mucho más relevante, que es profundamente política. Por eso la reacción de la Mesa de Enlace que encarna a actores para los que la especulación es una forma de vida y, si alguien se opone, buscan romper todo (Ver Romper todo).